MÁS SOBRE SANTA TERESA

Encontrarán en esta página artículos sobre Santa Teresa, eso sí, en CLAVE DE GÉNERO, escritos por otras personas. Si tienes algo, compartelo conmigo!!!

 

Por amor a ELLAS

Ocho de marzo, de un año cualquiera. Se repite incansable, desde 1977, el «Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional». Igual que se repiten historias que podrían llamar a la desesperanza, por su persistencia. Como si dijeran: no se puede hacer nada.

Pero no es cierto. Siempre se puede hacer algo. Y lo dice la historia creciente de mujeres libres, que responde al dolor de otras tantas sin liberar. Es posible seguir avanzando, hay que alimentar la conciencia y seguir con el trabajo que puede producir el cambio necesario.

En el siglo XVI, el siglo en que vivió Teresa de Jesús, se podía leer cosas como esta: «La mujer cuando dice una palabra descomedida paga con la bofetada, pero cuanto toca en lo vivo la honra (al marido) a las veces paga con la cabeza».

Por descontado, el problema estaba –según fray Antonio de Guevara, autor de esas palabras– en si las mujeres «ponen lengua a sus maridos». Es decir, el problema era que una mujer osase contestar a su marido. Por eso, se preocupaba por ayudarlas, recomendándoles «prudencia, cordura, honestidad y habilidad». Para ser tan poca cosa la mujer… se le pedía mucho.

¿Parece una locura que en el siglo XVI se viera como una reacción normal que un varón agrediera a una mujer, por cualquier motivo? ¿Es más cuerdo el siglo XXI?

Teresa tenía plena conciencia de esta situación. A sus hermanas les decía: «Acordaos también de muchas casadas… que no se osan quejar… y sin descansar con nadie». Y les advertía para que tuvieran conciencia de su libertad porque muchas mujeres pasaban por «estar sujetas a un hombre, que muchas veces les acaba la vida».

En el siglo actual, muchas mujeres viven lejos de estos temores y de situaciones tan degradantes. Aunque las sesgadas estadísticas de los países desarrollados, siguen avisando de que la mano oscura de la violencia contra las mujeres, persiste. Porque persiste una imagen de ellas.

Esto, sin contar con la situación de las mujeres que el azar hizo nacer en geografías menos favorecidas, donde lo menos que puede sucederles es lo que Teresa relataba del nacimiento de una niña: «Dio mucha pena a sus padres de ver que también era hija… como cosa que les importaba poco la vida de la niña, a tercer día de su nacimiento se la dejaron sola y sin acordarse nadie de ella desde la mañana hasta la noche».

Apenas se recuerda que el primer «8 de marzo» fue un 19 de marzo en el lejano 1911. Y que uno de los países pioneros fue Alemania, la casa de tantos grandes pensadores. Y quizás no se recuerda porque hoy es uno de los países donde la prostitución está legalizada y se ha convertido en el paraíso de los proxenetas.

Algo chirría y parece decir que sin un cambio profundo mental, que afecte también a las estructuras que sostienen los estados, no habrá una transformación real. Resulta evidente que el cambio no se ha dado, por más que nadie –o casi nadie– se atreva a hablar de forma parecida a la de Guevara. La mujer sigue siendo un objeto: un cuerpo que se puede usar, con el que se puede comerciar. Hueca. Cuando no un arma de guerra.

La hipocresía se eleva a la categoría de cinismo cuando se legaliza el crimen, bajo una capa de mejorar la situación de las mujeres. Y, cuando las personas que defienden y se benefician del negocio de usar mujeres, dicen que se trata de un simple trabajo, felizmente regulado… pero les horroriza pensar que sus hijas pudieran trabajar en ello.

Más allá de las disputas ideológicas o morales que puede traer la cuestión de la legalización de la prostitución, a nadie se le oculta que mueve cantidades ingentes de dinero y que promueve el tráfico humano que, en nuestros días, sigue al alza. Suben los ingresos de unos pocos, pero las condiciones de vida de esas mujeres no mejoran, siguen sin ser consideradas como seres humanos plenos.

¿Qué paz se celebra en este día? ¿Se tratará del «beso de tan falsa paz que da el mundo», del que hablaba Teresa? Porque quedan muchas, demasiadas mujeres cuyos derechos parecen no existir.

Decía ella: «Creed que es menester aquí estar con la espada en la mano de la consideración». Es necesario seguir creando pensamiento, con la radicalidad de la espada que pide Teresa, que no permite que la hipocresía siga generando falsa paz. Y recordar sus palabras: «Hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior».

Nadie queda fuera esta llamada: «Aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer por su amor lo que pudiereis». Por amor de Dios, por amor de ellas.

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2015/03/07/por-amor-de-ellas

Teresa y Jesús: amor que obra la semejanza

Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros […]. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros.

Mensaje del papa Francisco – Cuaresma 2014

Un camino amplio de ida y vuelta: del Padre a nosotros, de nosotros al Padre. Una espaciosa puerta, siempre abierta, para atravesarla Dios y llegar a nosotros, para cruzarla nosotros y llegar a Él. Así es Cristo, el que conmovió el alma joven de esta mujer, con su dolorida hermosura.

Ya no es Teresa ella misma. Un amor ha pasado a formar parte de su identidad, de su propio nombre. Ya siempre la nombraremos unida a Aquel con quien vivió en perpetuo abrazo: Teresa “de Jesús”, distinta de doña Teresa de Ahumada, tan mirada por su honra. Ella misma lo confiesa agradecida: «Sea el Señor alabado, que me libró de mí» (Vida 23, 1).

Tras años de búsqueda y forcejeo, de buenos propósitos y vanos pasatiempos, al fin lo halló junto a sí. En la vida se le hizo el encontradizo, salió a su paso. Y ella le abrió, rendida, las puertas y ventanas de su alma. Ya no era necesario buscarle en los libros. Cristo mismo se tornaba «libro vivo» para que ella leyera en sus ojos esas palabras que darían sentido a cualquier dolor y a cualquier lucha: «Ya eres mía y yo soy tuyo» (Vida 39, 21).

Al final del Libro de la Vida, Teresa, tocada por el misterio, describe con temor y temblor, esta inefable experiencia:

«Se recogió mi alma y parecióme ser como un espejo claro toda, sin haber espaldas, ni lados, ni alto, ni bajo que no estuviese toda clara, y en el centro de ella se me representó Cristo nuestro Señor, como le suelo ver. Parecíame en todas las partes de mi alma le veía claro como en un espejo, y también este espejo (yo no sé decir cómo) se esculpía todo en el mismo Señor por una comunicación que yo no sabré decir, muy amorosa» (Vida 40, 5).

 Porque el amor obra la semejanza, Teresa ha llegado a experimentar que su centro es Él, que ella es intimidad habitada.

Tocada por dentro: «Aguardar a que el Señor obrase»

De jovencita, se había acostumbrado a un modo de orar de intuitiva cercanía a Cristo Hombre. Teresa se representaba a sí misma, junto a Él, abandonado de todos en el huerto de Getsemaní, la noche de la traición. Y acompañaba su desamparo.

Con la lectura del Tercer Abecedario comenzó a practicar el recogimiento interior. Recogerse era para ella abrirse amorosamente a la presencia del Señor: «Procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro Bien y Señor, dentro de mí presente» (Vida 4, 7). Son años de acercamiento y búsqueda.

Pero conoció más adelante el enfriamiento del amor, cuando su encanto de mujer la tuvo permanentemente atada al locutorio, en las interminables visitas de quien rondaba sus gracias. Y sin embargo, todos le aseguraban que no había nada malo en ello: «que no era mal ver persona semejante, ni perdía honra, antes que la ganaba» (Vida 7, 7). Y el mismo Cristo se presenta ante ella cuando está con esas amistades, mostrándole cuánto le pesa verla extraviada, desentendida de su amor.

Ni eso le valió. Esta frívola distracción había encadenado los afectos de Teresa. Ni haciéndose fuerza podía deshacerse de sus grilletes. Tuvo que ser de nuevo el sufriente, el injuriado, el escarnecido Cristo de la pasión quien la apasionara para siempre. Y ella le suplica que la haga al fin fuerte y libre, hincada a sus pies, y como María Magdalena, deshecha en llanto.

Y comenzó a cambiar. El protagonismo de Cristo será creciente, avasallador, en la conquista de esta plaza fuerte que es Teresa, la de corazón recio. Una conquista de besos y vibrantes palabras de amor que zarandearon los cimientos de esta mujer: «Ya no quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles». Y se obró el milagro.

«Tenía este modo de oración, que, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí; y hallábame mejor –a mi parecer– de las partes adonde le veía más solo. Parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesitada, me había de admitir a mí. De estas simplicidades tenía muchas; en especial me hallaba muy bien en la oración del huerto; allí era mi acompañarle; pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido; si podía, deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor; mas acuérdome que jamás osaba determinarme a hacerlo, como se me representaban mis pecados tan graves. Estábame allí lo más que me dejaban mis pensamientos con él, porque eran muchos los que me atormentaban. Muchos años, las más noches, antes que me durmiese (cuando para dormir me encomendaba a Dios), siempre pensaba un poco en este paso de la oración del huerto, aun desde que no era monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones. Y tengo para mí que por aquí ganó muy mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir» (Vida 9, 4).

Estarse con Él: «Acallado el entendimiento»

 Hay muchos modos de mirar, de mirarse. La mirada en Teresa es oración. Ese mirarse de Cristo y ella trasluce una relación personal, de inmediata viveza, en la que cada uno sabe de la presencia atenta y amorosa del otro. Y no hace falta más. Viven esa etapa de la relación en que se puede amar mirándose al fondo de los ojos, y descubriendo allí la propia alma. Las palabras son entonces lo de menos. Y, si llegan a surgir, son tan sólo un latido, un suspiro, una súplica, un susurro. Palabras de amor, sencillas y cálidas:

«Pues, tornando a lo que decía (de pensar a Cristo a la columna), es bueno discurrir un rato y pensar las penas que allí tuvo, y por qué las tuvo, y quién es el que las tuvo, y el amor con que las pasó; mas que no se canse siempre en andar a buscar esto, sino que se esté allí con él, acallado el entendimiento. Si pudiere, ocuparle en que mire que le mira, y le acompañe y hable y pida y se humille y regale con él, y acuerde que no merecía estar allí. Cuando pudiere hacer esto (aunque sea al principio de comenzar oración), hallará grande provecho, y hace muchos provechos esta manera de oración; al menos, hallóle mi alma» (Vida 13, 22).

Cristo Hombre: «Tan buen amigo al lado»

Cristo Hombre expresa la inaudita proximidad de Dios y su deseo de compartir la suerte humana. «Compañero nuestro», empeñado en amar hasta el extremo en la dificultad: «no parece fue en su mano apartarse un momento de nosotros».

Por ello, se lamentará Teresa del tiempo en que se dejó contagiar por teorías contrarias a la Humanidad de Cristo, de corte neoplatónico, que invitaban a desentenderse de todo lo corpóreo. Pronto percibe que va por mal camino, que en lugar de avanzar en la relación, se queda fría y como «en el aire». Su carácter humanizador la lleva a reaccionar enérgicamente y convertirse en vigorosa defensora de un modo de orar en el que Cristo sea el centro. No importa la etapa espiritual en que uno se encuentre. Por Él nos vienen todos los bienes. Ella renuncia gustosa a cualquier gracia que le pudiera llegar por otra vía. La mística de Teresa está transida de Cristo: «Quisiera yo traer delante de los ojos su retrato e imagen, ya que no podía traerle esculpido en mi alma como yo quisiera» (Vida 22, 4).

Y como un amigo ante otro, Cristo llega hasta Teresa, «con quien tenía conversación tan continua». Y la palabra del Señor resuena tan intensa que no la capta el oído, pero se vierte mansamente en la sangre de Teresa como un bálsamo: «yo soy y no te desampararé». Es la suya siempre una palabra que «trae consigo esculpida una verdad».

Y el Señor también se le dejará ver, como a los amigos en la mañana de Pascua, en carne resucitada: «De ver a Cristo me quedó imprimida su grandísima hermosura».

Verdad que se esculpe en el alma, hermosura que se imprime en sus adentros. Así es Cristo para ella.

Su persona desprende una majestad infinita, pero con todo, lo que a Teresa le conmueve es la humildad y cercanía con que se le muestra, lejanísima del señorío ficticio de este mundo. Y sobre todo, le deslumbra tanto amor…

 «Pues quiero concluir con esto: que siempre que se piense de Cristo, nos acordemos del amor con que nos hizo tantas mercedes, y cuán grande nos le mostró Dios en darnos tal prenda del que nos tiene; que amor saca amor. Y aunque sea muy a los principios y nosotros muy ruines, procuremos ir mirando esto siempre y despertándonos para amar; porque, si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil y obraremos muy en breve y muy sin trabajo. Dénosle su Majestad, pues sabe lo mucho que nos conviene, por el que él nos tuvo y por su glorioso Hijo, a quien tan a su costa nos le mostró. Amén» (Vida 22, 14).

Fuente: Carmelitas Descalzas de PuzolUna luz tan diferente. Páginas escogidas del Libro de la Vida, Editorial de Espiritualidad, Madrid, 2010.

Y en Medina del Campo cambió la Iglesia: Asun Aguirrezábal lo explica en su libro

A veces, encuentros fortuitos cambian la historia... Uno de ellos fue, probablemente, el de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz en 1567 en Medina del Campo. 

Él estaba allí para ser ordenado sacerdote, pero se sentía muy decepcionado con sus 4 años de experiencia carmelita, pensando en hacerse cartujo. 

Ella estaba allí empezando su "revolución": fundando un nuevo carmelo más exigente y depurado. Se encontraron y Teresa convenció a Juan para que se le uniese... él sería uno de los grandes impulsores de la reforma carmelita entre los varones. 

Con ello enriquecieron también la espiritualidad de la Iglesia para siempre. Ambos figuran hoy como Doctores de la Iglesia.

Medina del Campo fue el lugar y el ambienteen el que se plantó y empezó a germinar el árbol teresiano, por primera vez fuera de Ávila. Tiene sentido, por lo tanto, que Asun Aguirrezábal, escritora especializada desde hace años en la santa carmelita, dedique un libro a su paso por la ciudad: "Santa Teresa en Medina del Campo".

El pasado 16 de diciembre se presentó el libro en el Santuario de los Padres de Schönstatt de Madrid, con la presencia de Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid; el padre Fernando Baeza, superior de la comunidad de los Padres de Schönstatt para España y Portugal, y del provincial carmelita para Castilla, el padre Tomás Alvarez, entre otros.

La escritora y periodista Covadonga O´Shea, amiga de la infancia de la autora, introdujo el libro. El padre Javier Alonso, conocido por su participación frecuente en 13TV, insistió en la necesidad de trabajar por las vocaciones para dar vida nueva a los conventos de religiosas carmelitas descalzas. 

César Nombela, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que fue presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y experto en microbiología, alabó el estudio que hace el libro de la fundación del convento de Medina del Campo, el primero que iniciaba Teresa con su nueva visión fuera de Ávila. 

La autora, Asun Aguirrezábal, destacó que la obra de Santa Teresa sigue viva, interesando a las generaciones actuales, cuando han pasado 400 años desde que se escribió. Entre sus muchas referencias al contenido del libro, destacó el providencial encuentro en dicho convento de la Santa con Juan de Yepes, que luego sería San Juan de la Cruz, encuentro decisivo para la reforma del Carmelo.

 

FUENTE: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=32894

En memoria de ellas (I)

Escribir sobre la mujer y el tema femenino es algo más que una moda, una corriente o un tic antropológico. Tiene carácter de necesidad y ella es la que alimenta el deseo de hacerlo. Por más que, en ocasiones, pueda resultar incómodo o cargante. 

 

De siglo en siglo, los pensadores, desde la antigüedad hasta nuestros días, todos ellos hijos de Adán, varones, para quienes no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa –como dijera Teresa de Jesús–, han tejido toda una conciencia sobre qué es la mujer. Por descontado, sin permitir que ella se pronunciara sobre sí misma.

 

No debe sorprender que también cueste siglos y siglos deshacer ideas tan profundamente arraigadas. Desde la desigualdad esencial, por naturaleza, en inteligencia y capacidad para cualquier cosa –contra lo que poco habría que hacer–, hasta el recelo al que ni los mismos sabios se han podido sustraer: si una mujer quiere estudiar, pensar por sí misma y salir del cubículo existencial marcado para ella, se vuelve aborrecible o inquietante.

 

Que haya habido mujeres guerreras, reinas o emperatrices; mujeres ricas y poderosas o instruidas, con la fuerza transgresora y transformadora que ello conlleva, no ha tenido peso suficiente para cambiar todo, pero sí para apoyar otra mentalidad y abrir canales por donde ir aumentando un caudal que es imposible detener, aunque crezca lentamente.

 

En la actualidad, la memoria agradecida debe presidir e incentivar la lucha por avanzar. Teresa de Jesús es una de esas mujeres cuya memoria espolea y abre continuamente la imaginación. Es un apoyo su conciencia de que la flaqueza no es privativa de las mujeres. Ellas y ellos pueden sufrir debilidad moral y caer en el error, y así lo dice en sus escritos. Es uno de los motivos por los que se preocupa tanto, en su momento, de apoyar a los varones de la Iglesia… porque a veces son muy débiles.

 

Sabe que la mujer es igual de válida que el varón y tratará de contagiar sus ideas. A sus hermanas y, a la vez, a los censores, que serán sus primeros lectores. Dirá: si ellas hacen lo que es en sí, el Señor las hará tan varoniles, que espanten a los hombres. Es decir, si son ellas mismas realmente, darán a entender el valor real de la mujer, igual al del varón.

 

Teresa no reprime sus ideas –querría dar voces, escribía– y promueve un cambio de mentalidad. Acallando a quienes quieren basar en la religión la subordinación de la mujer, dirá que Jesús encontró en las mujeres tanto amor y más fe que en los hombres. A sus hermanas, insistirá en que no callen cuando alguien quiera llevarlas al error, por más dignidad eclesial que tenga. Declaradle con humildad el camino, les dice, no calléis ni os dejéis presionar.

 

La botella está medio llena o medio vacía. El avance ha sido grande y lo que queda por conseguir es inmenso. Y no se trata de pesimismo u optimismo, de derrotismo o ingenuidad. Cada quien debe mirar esta botella del modo que más estimule su creatividad y compromiso. Pero no debe confundir el avance logrado en algunas sociedades de los diferentes primeros mundos. Porque, en muchos aspectos, la subordinación femenina permanece invisible y, en no pocos casos, la sujeción persiste de forma que degrada al límite a las mujeres.

 

Entre esas sujeciones, quizá ninguna sea tan cruel y mortal como la trata, el tráfico de mujeres, preferentemente para el comercio sexual. No es una situación aislada en el conjunto del problema de la mujer actual, pero sí es una de las más inhumanas.

 

Hay muchas formas de trabajar contra el tráfico de mujeres y el comercio sexual. La más inmediata, sin duda, es la atención a las mujeres y niñas –en ocasiones, niños y varones– que sufren o han sufrido el terrible abuso. Otra es la lucha legal contra las mafias, tan difíciles de desactivar por el entramado de corrupción tan amplio que conllevan. Y otra es la atención al miembro más ocultado y protegido de este montaje: el cliente, el consumidor de mujeres.

 

Sin demanda, no existiría la actual proliferación de burdeles y de mujeres explotadas. Por ello, existe también la posibilidad de colaborar en la exterminación de esta lacra, a través de concienciación y de la espiritualidad. Cooperar para que se dé un cambio de mentalidad que produzca, aunque sea a la larga, cambios estructurales.

 

Escribir por despertador, como decía Teresa. Hablar para estar atentos y seguir buscando los mejores caminos, para llevar a cabo una renovación espiritual que dé frutos de justicia y humanidad. La autoconciencia y la comprensión de que los demás sonsemejantes puede activar un cambio estructural. Y ahí tiene su labor la espiritualidad.

 

Crear conciencia y ayudar a descubrir –como recordaba Carlos Domínguez en la estela del psicoanálisis– que estos cuerpos y la sexualidad que nos constituye, son un potencial amenazante o valioso, según se utilice, tanto en lo personal como en lo institucional.

 

Dice Teresa: ¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras cuando no procuramos saber qué cosa somos, sino que nos detenemos en estos cuerpos, y así a bulto, porque lo hemos oído y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas.

 

Trabajar por una espiritualidad de concienciación, abierta e integral es un modo de colaborar, como pedía el conocido misionero, activista y teólogo Donal Dorr: «Esperamos que una vida espiritual más rica conduzca a muchas personas a unirse a la campaña del cambio de mentalidad y de legislación con respecto a quienes “demandan” la prostitución».

 

En todo ello, está el deseo de mantener la memoria de ellas: mujeres que no son objetos de usar, destrozar y tirar, sino semejantes, criaturas –dice Teresa– de las que apenas podemos entender la gran dignidad que tienen. Se trata de escribir con ellas una historia diferente. Una historia –recordando a Gustavo Gutiérrez– no escrita por una mano dominante (masculina, añadía), sino por una mano hermana y amiga, que trabaja codo a codo con ellas.

 

 

EN MEMORIA DE ELLA (2)

 

Teresa de Jesús se atrevió a escribir: mirad de qué sujeción os habéis librado, hermanas. Se estaba refiriendo a las mujeres casadas de su tiempo. A la vida que se veían obligadas a llevar y al puesto que ocupaban en el matrimonio. Teresa hablaba de la anulación a la que se veía sometida la mujer.

 

Por descontado, no estaba diciendo que los varones fueran en sí unos desalmados. Entonces, como en toda época, hubo varones que, bajo los parámetros sociales de su momento, actuaron con justicia y humanidad con sus mujeres.Teresa se estaba refiriendo, sobre todo, al sistema que estaba funcionando.

Ese sistema producía una sujeción que podía ser llevada al límite. De modo que también dirá, a sus hermanas que sean conscientes de la gran merced que Dios les ha hecho en escogerlas para Sí y librarlas de estar sujetas a un hombre que muchas veces les acaba la vida, y plega a Dios no sea también el alma.

 

Teresa no podía hablar de patriarcados, pero ya hablaba del sometimiento injusto en que veía a las mujeres y a sí misma. Tampoco podía hablar de la trata de mujeres, pero percibía claramente que la situación establecida podía conducir a vejaciones. Las mujeres, en definitiva, quedaban a merced del hombre en cuyas manos cayeran.

 

Actualmente, prolifera la sujeción de la que hablaba Teresa, llevada a su peor extremo. En cualquier autovía, se remozan casas y se transforman en burdeles. Y se hace en ambas partes de la carretera, para que no falte servicio. Eso, sin contar con las grandes plataformas en las que, en pleno siglo XXI, se vive en régimen de esclavitud sexual, a la vista de todos.

 

El psicoanalista Juan Carlos Volnovich, analizando la prostitución desde el punto de vista de la psicología del cliente, se preguntaba por qué en una época de liberación sexual y en la que los movimientos feministas han avanzado tanto, el tráfico humano para la explotación sexual tiene tanto auge. Porque es evidente que si disminuyera la demanda, disminuiría el tráfico.

 

Entre sus respuestas, se encontraba una que propone un reto importante. Decía Volnovich que el sistema patriarcal, aún vigente, se ve amenazado o debilitado por el feminismo contemporáneo. Que los movimientos de mujeres interpelan al poder masculino y ponen en tela de juicio el domino de los varones en la esfera pública. Y que de ahí puede venir una necesidad de reafirmar el propio valor, sometiendo o abusando.

 

Sabida es ya, la relación existente entre sexualidad y poder. Basta recordar las cercanas palabras del obispo dimisionario, Geoffrey Robinson, hablando de los abusos sexuales: todo abuso sexual es, ante todo y sobre todo, un abuso de poder.

 

La renuncia a la subordinación femenina es algo que no parecen poder aceptar muchos varones. Porque mantener la dependencia femenina, basada en una supuesta inferioridad era, y a menudo todavía es, una fuente de seguridad. Por tanto, una fuente de poder y violencia. Sucede en la sociedad y sucede en la Iglesia aunque, por supuesto, a diferentes niveles.

 

La Iglesia católica tiene un reto importante, puesto que su estructura sigue siendo patriarcal. Pero, además, tiene la posibilidad de ayudar, de servir a la sociedad, ayudándola a liberarse, al hacerlo ella misma. Como siempre, una liberación para el amor. De otra manera, no puede entenderse a sí misma la Iglesia ni entender su labor entre los hombres y mujeres con los que comparte camino.

 

Una Iglesia que promueva la igualdad esencial, en ningún aspecto discriminatoria, reforzará la idea de que para valer no es necesario dominar, y ni siquiera es saludable. Es más, mostrará que la comunión produce mayor seguridad que cualquier tipo de dominio o sometimiento.

 

Desde la espiritualidad, se puede dar una respuesta muy positiva. Como ya vimos, puede ayudar a redescubrir el alma de cada ser humano. Nadie es un objeto destinado al uso personal de otro.

 

Por otra parte, la experiencia mística, apoyada en el evangelio, invita constantemente a la mayor experiencia de amistad, donde todas las cosas de los dos son comunes a entrambos–así lo decía Juan de la Cruz. Y si todas las cosas son comunes entre Dios y el ser humano ¿qué cosa podría haber no compartida en igualdad entre dos semejantes?

Teresa presentó una alternativa clara y concreta: un grupito de mujeres, bajo una estructura sencilla, viviendo el evangelio desde la vocación personal. A ella misma le sobresaltó el revuelo que armó su iniciativa y lo que molestaba la pequeña presencia.Espantábame yo, cómo les parecía a todos era gran daño para el lugar solas doce mujeres y la priora, y de vida tan estrecha.

 

Teresa estaba rompiendo el cerco de un sistema que ofrecía seguridad a base de sometimiento y pactos de interés. Y eso inquietaba mucho. Ella proponía una comunidad libre y en plena comunión.

 

Sin duda, una Iglesia que acepte convertirse, poco a poco, en una comunidad libre y sencilla, basada en la comunión efectiva y no en anarquías imposibles, no uniforme pero formada por comunidades de iguales, dará razones para esperar algo mejor y se separará de un sistema que no favorece la plena integración humana.

 

Molestará a los poderosos, alentará a los vacilantes, despertará a los ausentes. Y será consuelo para las víctimas de tanto abuso, porque no solo abrazará sus dolores, sino que será remedio y un puente de solidaridad*. Un lugar de encuentro, un espacio que propicia la circulación, la reciprocidad y la sanación.

 

  

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2013/11/23/en-memoria-de-ellas-i-

Esta manera de amar: amistad teresiana I

Una de las claves principales para entrar en el universo teresiano es la amistad. La extremada capacidad de relación de Teresa, su ingenio para crear la mejor complicidad y camaradería, para comunicarse y recibir al otro, su capacidad de adaptación y de atención, hacen de ella una mujer especialmente dotada para la amistad. Por ello, vivir en relación es el humus de un carisma que tiene raíces en esta experiencia tan humana.

 

Cuando empezó a hablar de oración cristiana, no habló de otra cosa: orar es tratar de amistad con quien sabemos nos ama, estando muchas veces a solas tratando con Él. Se trata de vivir en relación, de crecer en amistad.

 

Teresa entendió algo que Juan de la Cruz expresó muy bien: que hay que ir con todo a Dios, sin dejar nada de lo que constituye como ser humano a la persona.

Comprendió que el acceso a Dios se hace, en primer lugar, a través de la propia humanidad, que implica también la humanidad de los semejantes. Después, a través de la Otra Humanidad, la de Jesucristo, como acceso íntimo, veraz e inmediato a Dios. Y, en todos los casos, la relación de amistad aparece como un tejido que hace posible ese acceso.

 

Cuando empezó a hablar de sí, enseguida abundó en este tema. La amistad con sus primos –ambigua–, con una criada –nociva–. La amistad con María Briceño, monja en el internado donde estuvo, que logrará un cambio importante en la orientación de su vida; la que tuvo con Juana Suárez, monja en el convento de la Encarnación de Ávila, que le llevará a elegir ese mismo convento para iniciar su pasos en la vida religiosa.

 

Un largo camino de amistades dibuja la vida de Teresa. Hubo seglares –mujeres y hombres–, hubo monjas, curas y religiosos. Gentes de negocios, de la nobleza, de extracción humilde. Algunas de estas amistades fueron, con sus palabras, quereres de por acá desastrados. Unas relaciones la pillaron y desubicaron de sí misma, le hicieron perder pie en la vida. Otras le ayudaron a dar forma a su personalidad, a avanzar en el propio camino y a dar lo mejor de sí.

 

Pero, sobre todo, desde muy pronto, tuvo compañeros y compañeras espirituales con quienes recorrió el camino de la mejor amistad. Cuando, en el Libro de la vida, escribía sobre los cinco que al presente nos amamos en Cristo, hablaba de amigos con quienes compartir la aventura espiritual de la vida. Y ya apuntaba alto: quería que se juntaran paradesengañar unos a otros, y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios.

 

Amistad como revelación de la propia verdad, que solo se descubre plenamente en relación, y amistad como impulso, como motor para vivir mejor, porque no hay quien tan bien se conozca a sí como conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos.

 

Laín Entralgo definió la amistad como «una comunicación amorosa entre dos personas, en la cual, para el mutuo bien de ambas, y a través de dos modos singulares de ser hombre, se realiza y perfecciona la naturaleza humana».

 

Una definición muy próxima a la de Teresa que, cuando habla de amistad, se refiere a unamanera de amar. Un modo de amar que implica la comunicación, el trato amoroso, y algo sustancial: la necesidad de dos «tú» bien definidos, dos modos singulares, al decir de Entralgo. Definidos –porque la amistad auténtica no permite que un amigo engulla al otro–, pero armonizados e identificados, por la calidad de la comunicación entre ellos.

 

Hay una experiencia que transforma completamente a Teresa y la resitúa en su forma de vivir cada amistad: el encuentro con Jesucristo. La pasión de su personalidad no se diluye ni disminuye, pero queda redefinida. A partir de ahí, la verdad y el bien mutuo quedan por encima de todo. Y con una dirección muy clara: crecer. Como diría Entralgo: perfeccionar la naturaleza humana.

 

Todavía existe una tendencia a deshumanizar la santidad, la tentación de desnudar a los santos de su naturaleza. Cuando sabemos que la Gracia transforma, renueva y encauza, pero no destruye ni aniquila, porque Dios ama la vida y a los seres humanos… porque Dios se hizo hombre.

 

Teresa es un vivo ejemplo de esto y sigue ofreciendo su palabra de mujer y de creyente: que no niega la carne, con su luz y su sombra, su encanto y sus defectos, pero que apuesta a la vez por el espíritu –la fuerza íntima del ser– y por el Espíritu que hay en ella.

 

Especialmente en su epistolario, podemos ver a Teresa disfrutar de la amistad. Allí la descubrimos diciendo a los amigos la necesidad que tiene de su presencia, el amor que la anuda a ellos, haciéndole sufrir y gozar. Aparece dando mucho de sí, reclamando a veces atención, buscando siempre la correspondencia y expresando sus desengaños también.

 

Cicerón tenía razón al decir que el mundo en que vivimos se halla menesteroso de amistad. Y ahora, sobre todo, necesitado de saber cómo conservarla. En nuestras sociedades, las posibilidades de relación se han multiplicado, pero también la fragilidad y la dificultad para hacer que las relaciones sean duraderas, resistentes a los vaivenes y contradicciones de la vida.

 

Merece la pena dedicar un segundo escrito a recoger retazos de las cartas teresianas, donde la vida se vuelve maestra, y un tercero a ese difícil y necesario arte que es durar en la amistad.

 

 

 

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2013/10/05/esta-manera-de-amar-amistad-teresiana-i

Teresa: vagamunda, mística y profeta I-II

Dicen que soy una vagamunda e inquietaAsí le contaba Teresa de Jesús a un buen amigo lo que se decía de ella. Aludía, claramente, a unas palabras de Felipe Sega, nuncio en España de 1577 a 1581.

 

Felipe Sega llega a España cuando las fundaciones teresianas ya están muy avanzadas pero, al contario que el nuncio anterior, no mira con buenos ojos el camino emprendido por Teresa. Lo que él había dicho de ella era lo siguiente:


Fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz que a título de devoción inventaba malas doctrinas, andando fuera de la clausura, contra el orden del Concilio Tridentino, y prelados, enseñando como maestra, contra lo que san Pablo enseñó, mandando que las mujeres no enseñasen.

 

Viniendo de un nuncio, no era ninguna tontería y Teresa se preocupó de sacar a luz la verdad: que no era desobediente ni andaba engañando. Más que por ella misma, por la causa, pues si andaba por los caminos fundando, si escribía, si enseñaba, era por sentir que era de Dios y no suya. Y por eso importaba aclarar la verdad: para que la obra de Dios no se perdiese.

 

A la vista de la actividad de Teresa, no resultan tan extrañas las palabras de Felipe Sega. De modo que, si no se saca a Teresa ni al nuncio de su contexto, ella se hace más grande y cercana. Podremos entrever, además, que aún hoy perdura algo de aquella visión misógina y reductora, y que la mística es más posible y fecunda de lo que solemos pensar.

 

Recorrer más de seis mil kilómetros, en las condiciones de aquella época –en las condiciones actuales, los kilómetros se multiplicarían. Comprar y vender casas, llevar la reforma material de las mismas. Tratar con grandes y pequeños, hombres y mujeres, gentes de iglesia y de mundo y hacerlo con tanta llaneza y deseo de bien como perspicacia.

 

Buscar compañeros, candidatos masculinos para la familia que acababa de fundar.Convertirse en su fundadora y formadora. Escribir libros, no solo para discernir su propio espíritu sino con la convicción de tener una palabra que decir, hasta comentar la Biblia ¡tan prohibido entonces!

 

Escribir, también, un sinfín de cartas: instruyendo, gobernando, acompañando, compartiendo, preocupándose… de las cuales guardamos apenas 500 y no son más queuna muestra de la imponente actividad comunicativa de Teresa.

 

Si pensamos en una mujer del siglo XVI, monja además, hacer todo esto resulta sorprendente y hasta escandaloso para el corsé cultural del momento. Y parece comprensible que hubiera quienes no entendieran el camino que iniciaba Teresa y su forma de hacerlo.

 

Quizás lo más importante para nosotros ante esta Teresa, es recoger lo que se desprende de su modo de vivir en el espíritu: vagamundo para el nuncio y sus continuadores, místico y profético para la iglesia que iba a recoger su experiencia —iglesia que incluirá a quienes buscan la verdad sin reconocerla en Dios.

 

Teresa muestra un camino posible para la experiencia mística. Uno, consciente de quehay muchos caminos en este camino del espíritu. Y propone una experiencia no a pesar de las cosas que van sucediendo, sino a través de ellas, invita a gozar del cielo en la tierra.

 

El encuentro íntimo, la experiencia profunda, el acceso a ese otro mundo en este mundo, pide tiempo, inexcusablemente, requiere espacio y dedicación. Porque, como decía Juan de la Cruz no entendemos sino vías de carne y tiempo. Y para nosotros no hay mística que no se apoye en nuestra propia humanidad, que es carne y tiempo, y también circunstancia.

 

Pero es un camino que no se hace apartándose del raíl de la historia, ni en la sola quietud, ni en el replegarse. Se hace enfangándose en la espesura de lo cotidiano, en su vulgaridad también. Atendiendo a la necesidad próxima y distante, dedicando energías a resolver lo que la vida va trayendo, sean minucias o asuntos complejos. Losnegocios y muchas cosas de las que hablaba Teresa, que decía: en ninguna manera dejéis de responder a su Majestad, aunque estéis ocupadas exteriormente.

 

A ella le llevó tiempo entender que era posible entre tanta barahúnda crecer el espíritu. Quese puede responder a su Majestad, gozar de estos toques de su amor, es decir, estar en contacto con lo más profundo y vivir la unión con Dios en todo, incluso en una actividad desbordante.

 

Escuchar hoy a Teresa, vagamunda y mística es entender así la experiencia mística: posible, real y comprometedora. Regaladora de una fuerza singular: la de la libertad del amor. Es comprender que lo más íntimo impulsa la actividad y la creatividad y crea la unidad. Es descubrir que Dios invita a recorrer un camino de solo amor, en el que su presencia se derrama y queda el alma con su Dios en aquel centro… atada por amor con Vos y Vos con ella.

 

Si ella está mucho con Él, como es razón, poco se debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene. Para esto es la oración, hijas mías; de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras.

 

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2013/08/10/p338697#more338697

 

Teresa: vagamunda, mística y profeta II (Continuación)

 

Seguimos recogiendo la sabiduría que se desprende del modo de vivir en el espíritu de Teresa de Jesús. De aquella mujer tildada de vagamunda e inquieta, que rompió un molde en el que no cabía y en el que –estaba convencida– no cabía el espíritu de Jesús, andariego como ella.

 

Místicos y profetas son dos identidades que nacen de la experiencia religiosa. Identidad entendida como un proceso vivo y siempre inacabado, como construcción de uno mismo. Por tanto, mística y profecía entendidas como progresiva transformación y no como algo estático.

 

Decía Carlos Domínguez que los místicos y los profetas tienen algo en común y es que «ambos son testigos de la irrupción de Otro que les trasciende y en cuyo contacto se transforman, modificando y estructurando su identidad personal». Y no solo eso, añadía que «ambos desencadenan por igual el recelo, la resistencia y el rechazo de quienes se relacionan con ellos».

 

De ambas identidades, es testigo Teresa de Jesús. Ella misma cuenta su profundo cambio ante la irrupción de Dios en su vida –característica mística–, el asalto amoroso que da un giro a su existencia. Y también confesará que ha recibido una palabra de Dios para comunicar, para crear algo nuevo –característica profética–. Teresa tiene certeza de que la renovación religiosa que emprende no es su obra, sino la obra de Dios a través de ella.

 

Teresa es mística por su honda experiencia, por ser buscadora de Dios, por vivir desde el hontanar. Y profeta por su inmersión en la iglesia y el mundo en que le toca vivir, provocando con sus acciones, que están destinadas a transformar la historia concreta en que se halla.

 

Se ganó a pulso el estar bajo sospecha y el ser mirada como rebelde, a pesar de su clara disposición para dar razón de su vida y de sus andanzas, y de ser una mujer amante de la iglesia, de la que se sentía hija y con vocación de fidelidad.

 

El solo hecho de poner en marcha un nuevo modo de vivir y de entender la relación con Dios y con los demás, marcado por la confianza, la transparencia y la igualdad, ya sería suficiente para estar en el punto de mira, porque desmontaba algunas ideas poco evangélicas que sostenían el entramado religioso de la época. Pero, además, Teresa no calló ante lo que le parecía mentira. No pudo o no quiso, o tal vez ambas cosas.

 

No calló ante el rey, nobles y gentes sometidas a la honra: a la necesidad de aparentar, de ser tenido en más y de prosperar sin miramiento. Decía que con Dios no se trataba así:puedo tratar como con amigo, aunque es Señor. Porque entiendo no es como los que acá tenemos por señores, que todo el señorío ponen en autoridades postizas. Y escribe, sin pudor, que a esos señores no les rodean quienes hablan verdades, sino quienes sostienen su mentira.

 

Destapó la falsa paz de la riqueza: si tienen bien lo que han menester y muchos dineros en el arca, como se guarden de hacer pecados graves, todo les parece está hecho. Gózanse de lo que tienen, dan una limosna de cuando en cuando; no miran que aquellos bienes no son suyos, sino que se los dio el Señor como a mayordomos suyos, para que partan a los pobres, y que les han de dar estrecha cuenta del tiempo que lo tienen sobrado en el arca, suspendido y entretenido a los pobres, si ellos están padeciendo.

 

Para una mujer que decía que orar es «estar con Él», no era admisible la pretensión de reducir la oración a ritos o a fórmulas hechas. Se levantó frente a quienes decían que bastaba eso y, sobre todo, que bastaba para las mujeres: ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester oración mental? ¿Entendéis os? Cierto, que pienso que no os entendéis, y así queréis desatinemos todos; ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque si lo supieseis, no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro.

 

De igual manera, reaccionó a la corriente espiritual que invitaba a dejar de lado todo lo corpóreo… incluyendo la Humanidad de Cristo. El peligro no era pequeño, era apartarse del camino abierto por Jesús y de su manera de vivir. Teresa lo enfoca positivamente, sobre todo, mostrando el don que es Jesús: ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?... es larga la vida y hay en ella muchos trabajos y hemos menester mirar a nuestro dechado, Cristo, cómo los pasó.

 

Reivindicó la capacidad de la mujer frente a los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Y animó a sus hermanas, dando argumentos, a no ceder ante las presiones de quienes decían que el camino espiritual no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones, que mejor será que hilen, no han menester esas delicadezas…

 

Son solo algunas notas de la mujer profeta que habita en la mística Teresa y que, de nuevo, nos pregunta por nuestro modo de vivir en el Espíritu.

 

La palabra de Teresa nos proyecta hacia lo mejor de la experiencia auténtica de Dios: vivir de cara a los demás, como lo hace Él, buscando siempre el bien. Colaborar a que la verdad resplandezca, por un deseo anclado en Jesús, por la experiencia viva de que la verdad hace libres.

 

http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2013/08/17/teresa-vagamunda-mistica-y-profeta-ii

 

¿Jaque mate a Dios? Teresa y el ajedrez

 

La reina o la dama no es una pieza que haya existido desde el principio en este antiquísimo juego que es el ajedrez. En lugar de ella, existía una figura muy débil, masculina, que se llamaba el “alferza“, pesado guerrero que se movía dando un paso en diagonal. Hay estudiosos que vinculan la pieza de la reina, introducida a finales del siglo XV, al prestigio de la reina Isabel la Católica. En cualquier caso, sea esto cierto o no, estamos ante la pieza la más poderosa del tablero en el ajedrez moderno. Así lo afirma también Teresa de Jesús, patrona de los ajedrecistas españoles.

 

En la obra teresiana, se atisba la importancia de este juego para la autora. Así, en una carta a Jerónimo Gracián de fines noviembre 1575, le dice: «querría que no pareciese les dan mate ahogado». El diccionario de la R.A.E. lo define así: «En el juego de ajedrez, estrechar al rey sin darle jaque, de manera que no tenga donde moverse», Pero es en Camino de Perfección donde nos sorprende, en el capítulo 16, con toda una serie de expresiones que hacen referencia al ajedrez: “Voy entablando el juego”, “mover las piezas”, “quien no sabe dar jaque, no sabrá dar mate”, “dar mate a este Rey divino”.

 

El símil del ajedrez con la vida espiritual ya lo había usado Teresa en la primera versión de la obra (CE 24). Ella sabe bien que muchos no verán con buenos ojos tal comparación en labios de una monja, por eso se apresura a excusarse, aunque puede apreciarse un dejo de ironía en sus palabras:

 

«Así me habéis de reprender, porque hablo en cosa de juego, no le habiendo en esta casa ni habiéndole de haber. Aquí veréis la madre que os dio Dios, que hasta esta vanidad sabía. Mas dicen que es lícito algunas veces» (CE 24,1).

 

Tomás Álvarez comenta este hecho afirmando:

 

«Es inútil que la autora entrevere una petición de excusa, entre sonrisas y sonrojo. En la casa de don Alonso, Teresa había jugado al ajedrez, quizás apasionadamente. Rabiosamente gozosa de doblegar la cerviz y los humos de sus hermanos, “hidalguetes” con vocación de conquistadores»¹.

 

A Teresa le gustó el paralelismo que había establecido entre la dama o reina del ajedrez y la virtud de la humildad como única posible contrincante y vencedora del Rey divino. Tanto es así que, en la segunda redacción de Camino, dedicó cinco folios (todo un capítulo) a desarrollar tal idea. Más tarde, todo ese capítulo será arrancado por ella misma, quizá para no dar impresión de ligereza al mencionar tan por extenso un juego que moralistas como Fr. Domingo de Valtanás, habían calificado de grave inmoralidad.

 

Sin embargo, es más probable que en esa decisión, la razón de más peso fuese no tanto esa como una evolución doctrinal de Teresa. Al extenderse en esas páginas en clave ascética –según el P. Tomás Álvarez─ habría cargado las tintas en el hecho de que Dios «no se entrega, ni da la contemplación perfecta, ni la experiencia de su amor, a quien vive “en mal estado”, a quien anda sumergido (“perdido”) en cosas de la tierra, etc.: no va a mancharse Él dándose a quien está en la charca de los vicios. Ya en otra ocasión había escrito Teresa que Él “quiere a quien le quiere” (Vida 22, 17)»².

 

teresa ajedrez 2

 

Como fruto de una experiencia posterior, influida en buena medida por la carta-respuesta del Maestro Ávila a su Libro de la Vida, Teresa descubrió que podía estar poniendo barreras a la misericordia y gratuidad de Dios.  El apóstol de Andalucía le había escrito en estos términos:

 

«Y no se debe nadie atemorizar para condenar de presto estas cosas, por ver que la persona a quien se dan no es perfecta; porque no es nuevo a la bondad del Señor sacar de malos justos, y aun de pecados, y graves, con darles muy grandes gustos suyos, según lo he yo visto. ¿Quién pondrá tasa a la bondad del Señor? Mayormente que estas cosas no se dan por merecimiento, ni por ser uno más fuerte; antes algunas por ser más flaco, y como no hacen a uno más santo, no se dan siempre a los más santos»³.

 

Por eso, finalmente, eliminó todo lo referente al ajedrez, al comprender que  «cuando este misterioso ajedrez de la vida lo juegas con Dios, (…) a Él no le das jaque mate aunque hayas concertado todas las piezas. Es Él quien se entrega por amor».

 


¹ÁLVAREZ, Tomás, Comentarios a “Vida”, “Camino” y “Moradas” de santa Teresa, Monte Carmelo 2005, p. 355

² Ibid. p. 357.

³ Se puede leer la carta completa en este enlace

Teresa, la bibliotecaria

 

El Blog de la Biblioteca Nacional  recoge un dato sobre Teresa que desconocía: la imagen de la Santa aparece esculpida, en un medallón, en el frontón de la entrada del edificio de esta institución, en Madrid. La única mujer en una fachada ocupada solo por varones: San Isidoro, Alfonso X, Cervantes, Nebrija, Lope de Vega, Vives, Calderón de la Barca,  Fray Luis de León, Juan de Mariana, Quevedo, Garcilaso de la Vega,  Diego Hurtado de Mendoza,  Arias Montano,  Antonio Agustín, Tirso de Molina y  Nicolás Antonio.

 

«Basta ser mujer para caérseme las alas» -se había lamentado ella en el Libro de la Vida. Pienso que Simone de Beauvoir, aun queriendo elogiar a la santa, no es del todo exacta cuando afirma: «Santa Teresa pone brillantemente de manifiesto que una mujer puede subir tan alto como un hombre cuando, por un sorprendente azar, se le presentan las mismas oportunidades que a un hombre».

 

Nos consta que no contó con las mismas oportunidades. Estaba lejos aún la hora de la igualdad. Pero pudo más su inteligencia y su gracia. Y hubo de valerse de tretas literarias para que su obra no terminara en la hoguera inquisitorial donde termina todo aquello que nos asusta o no comprendemos.

 

Se podrían considerar  sus artes como las “tretas del débil”, con la feliz expresión de Josefina Ludmer . Tácticas, las suyas, que aún hoy son  objeto de discusión y controversia, lo que no deja de ser sino una prueba más de su rotunda eficacia.

Teresa, que no pudo ver publicado ningún libro suyo en vida, hubiera sonreído satisfecha al pensar que, un día, su efigie presidiría la entrada de un edificio al que acuden cada año millares de personas en busca de algo que  a ella le apasionaba: los libros.  Nadie lo pudo merecer más que ella, que desde bien jovencita,  «si no tenía libro nuevo no me parecía tenía contento» (Vida, 2,1).

 

No solo era lectora voraz, sino que nos cuenta que prestaba libros para que otros se aprovecharan de ellos: «Aun andando yo en estas vanidades, como las veía amigas de rezar, las decía cómo tendrían meditación, y les aprovechaba, y dábales libros»(V 7, 13).

 

En sus conventos, estableció que hubiera una buena biblioteca: «Tenga cuenta la priora con que haya buenos libros […] porque es en parte tan necesario este mantenimiento para el alma, como el comer para el cuerpo» (Const I, 7).

Con permiso de Santa Wiborada, quizá podrían haberla hecho también a ella patrona de los bibliotecarios.

 

En cualquier caso,  trescientos años después de que la Biblioteca Nacional abriera sus puertas, y al contemplarla a ella tan sola allá arriba, no está de más que nos preguntemos si la cultura literaria continúa aún hoy, en nuestro mundo, en manos de los varones.

 

FUENTE: 

http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/02/01/teresa-la-bibliotecaria/#more-123

Teresa y Mirabai

Para  muchos, el nombre de Mirabai del Rajasthan quizá sea totalmente desconocido. Sin embargo, hay aspectos en la vida y la experiencia religiosa de esta mujer, contemporánea de Teresa, si bien proveniente de un universo cultural muy diverso, que nos permite poner a ambas en relación.

 

Mirabai, o Mira, (nacida alrededor de 1498) es una princesa del Rajasthan (norte de India), perteneciente al clan de los Rajput, de la familia de los Rathor.

 

Como manda la costumbre,  Mira debía contraer matrimonio con alguien de su mismo rango. Y así, su familia concertó su boda con el príncipe Bhoj Raj. Pero Mira no podía aceptar este matrimonio, ya que, desde pequeña, creció enamorada del dios Krishna y se consideraba su esposa. Son continuas sus salidas de casa  para entrevistarse con los sadhus, los ascetas hindus, y tratar temas espirituales con ellos, o  al templo, a danzar delante de su dios y cantarle canciones de amor, poemas que componía ella misma.

 

Cuenta la tradición que  Mira, llevada de su pasión por la divinidad, se negó a consumar su matrimonio, lo que le ocasionó el maltrato por parte de la familia de su marido, que intentó también darle muerte por distintos medios. Al fallecer su esposo en el campo de batalla, parece ser que abandonó la corte con su bienestar y sus lujos, para convertirse en una mendiga peregrina y mezclarse así con las clases más bajas de la sociedad.

 

Mira es considerada una mujer subversiva, no ya por atacar directamente el orden social o la religión oficial, sino por ignorarlas y dedicarse a la religión de su corazón y a las clases sociales más bajas y a las mujeres:

 

«He sentido el balanceo de los  hombros del elefante, y ahora ¿queréis que me suba a la grupa de un asno?» –afirma Mirabai de Rajasthan en uno de sus poemas, en respuesta a quienes le reprochaban su desinterés por lo mundano y su amor obsesivo por el dios Krisnha.

 

¿Qué une a estas dos mujeres, Teresa y Mirabai?

 

Las dos entienden la fe como una experiencia vital, no como una colección de dogmas. Ambas carecían de una educación teológica formal, pero también en ambas la teología fue fruto de su experiencia personal.

 

Hay en Teresa y en Mira una clara conciencia de la presencia envolvente de Dios, pero, más allá de la certeza de la trascendencia divina, para las dos, la experiencia es la de un Dios encarnado. El acento se pone en la humanidad de Dios (Cristo/ Krishna). Y también en las dos encontramos la simbólica nupcial para referirse a su relación con Dios-esposo.

 

Para ambas mujeres, el camino de la unión con Dios es el amor. La experiencia de ser previamente amadas por Dios que las atrae intensamente las lleva a desprenderse de cualquier otra cosa: riqueza, honor o poder son despreciados y considerados nada en relación con la belleza del Señor. Teresa usa la imagen del feo gusano de seda que muere para convertirse en “una mariposica blanca, muy graciosa”. Mira, por su parte, presenta la imagen de la mariposa nocturna que ofrece su cuerpo a la lámpara, muriendo para unirse a su luz. En ambos casos, se trata de abandonar el falso yo, la identificación con el estatus, la riqueza y el honor y crecer en un auténtico conocimiento de sí mismo (humildad, en términos teresianos).

 

Para ambas, el proceso de unión con Dios no se limita al esfuerzo personal, sino que es, ante todo, gracia. La santidad no tiene que ver, para ellas, con rituales externos, sino con la interior transformación del corazón.

 

«Mi Maestro me ha revelado
el espejo dentro de mí;
ahora cantaré y bailaré en éxtasis.
Al verdadero Señor he llegado a ver
nadie sabe de este tesoro
que yace dentro de mi propio ser»

Mirabai

 

Fuentes:

-Ana García-Arroyo, «La mística de Teresa de Ávila y Mirabai: dos mujeres sabias contracultura» en Hispanic Horizon,  New Delhi, INDIA, 2010.

-Deborah Lee SonnellA comparative study of the writings of St Teresa of Avila and Mirabai on their understanding and experience of the path to union with god, University of KwaZulu-Natal, Pietermaritzburg2009.

 

ARTÍCULO SACADO DE: 

http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/02/01/teresa-y-mirabai/#more-212

Teresa y la samaritana

Por Alison Weber

 

Santa Teresa lee el pasaje de la mujer junto al pozo

 

Teresa de Jesús amaba a su Iglesia –de ello no cabe la menor duda– como mediadora de los sacramentos y como el más poderoso signo de la salvación universal ofrecida en Cristo. Pero no ignoraba en absoluto su necesidad de reforma. Aunque se anticipó a los decretos de Trento al establecer clausura activa y pasiva, esta en sí y por sí misma no constituye la esencia de la reforma teresiana. Significaba algo más que asegurarse de que los barrotes de la reja del locutorio fueran de modo que “ninguna mano pudiera pasar a través de ella” (Visita de Descalzas). La reforma teresiana en su sentido más amplio y profundo significaba crear espacios y hacer sitio en la Iglesia para que más hombres y mujeres pudieran vivir la experiencia de la mujer Samaritana.

 

¿Cuál fue la experiencia de la Samaritana tal como Teresa la entendió, recordó y reconstruyó una vez que se le prohibió leer la Escritura en lengua vernácula? [1] Veamos cómo teje Teresa su reflexión sobre la mujer junto al pozo en otra obra: sus reflexiones sobre algunos versículos del Cantar de los Cantares. En este caso, su punto de partida es el versículo: “Sostenedme con flores y acompañadme de manzanas, porque desfallezco de mal de amores”(Cant 2, 5). Teresa escribe:

 

Acuérdome ahora lo que muchas veces he pensado de aquella santa Samaritana, qué herida debía de estar de esta hierba, y cuán bien había comprendido en su corazón las palabras del Señor, pues deja al mismo Señor por que ganen y se aprovechen los de su pueblo, que da bien a entender esto que voy diciendo; y en pago de esta tan gran caridad, mereció ser creída, y ver el gran bien que hizo nuestro Señor en aquel pueblo.

 

Paréceme que debe ser uno de los grandísimos consuelos que hay en la tierra ver uno almas aprovechadas por medio suyo. Entonces me parece se come el fruto gustosísimo de estas flores. Dichosos a los que el Señor hace estas mercedes; bien obligados están a servirle. Iba esta santa mujer con aquella borrachez divina dando gritos por las calles. Lo que me espanta a mí es ver cómo la creyeron, una mujer; y no debía ser de mucha suerte, pues iba por agua. De mucha humildad, sí, pues cuando el Señor le dice sus faltas, no se agravió (como lo hace ahora el mundo, que son malas de sufrir las verdades), sino díjole que debía ser profeta. En fin, le dieron crédito, y por solo su dicho salió gran gente de la ciudad al Señor.

 

Así digo que aprovechan mucho los que, después de estar hablando con Su Majestad algunos años, ya que reciben regalos y deleites suyos, no quieren dejar de servir en las cosas penosas, aunque se estorben estos deleites y contentos. Digo que estas flores y obras salidas y producidas de árbol de tan hirviente amor dura su olor mucho más [2].

Vemos cómo Teresa recordaba que la Samaritana fue capaz de tener una extensa conversación a solas con Jesús, aunque era una mujer, una Samaritana, algo así como una paria. Teresa probablemente se daba cuenta de que para Jesús, un rabí, un profeta, hablar con una mujer desconocida en público pudo haber suscitado asombro. De hecho, los discípulos se quedaron estupefactos y sin palabras cuando regresaron al pozo: En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: “¿Qué quieres?” o “¿Qué hablas con ella?” (Jn 4,27).

 

Teresa bien pudo conocer los versículos que revelan que los judíos despreciaban a los samaritanos y los consideraban impuros [3]. En Jn 4, 9, cuando Jesús pide de beber a la mujer, ella le contesta: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Teresa, como descendiente de conversos, pudo ser especialmente sensible al hecho de que Jesús no estuviera constreñido por prejuicios contra los “impuros” samaritanos. De hecho, tomó a la Samaritana en serio, aunque sabía que era una mujer de mala reputación, que vivía con un hombre que no era su marido. La consideró digna de ser enseñada y capaz de entender su mensaje: la diferencia entre la letra muerta (agua del pozo) y el espíritu (agua de vida eterna), y el sinsentido del odio sectario (la disputa entre los judíos y los samaritanos sobre si había que dar culto a Dios en el Monte Garizín, en Samaría o en el templo de Jerusalén).¡Esta paria, de una tribu de parias, fue digna de oír la sorprendente noticia de que Jesús era el Mesías!

 

Teresa se asombra aún más de que la Samaritana fuera capaz de dejar “al mismo Señor por que ganen y se aprovechen los de su pueblo”. Transforma en obras su diálogo personal con el Señor: “cuán bien había comprendido en su corazón las palabras del Señor”-subraya Teresa. Se imagina a la Samaritana presa de una “divina borrachez”, gritando la buena noticia por las calles. ¡Qué peligroso comportamiento, gritar como si estuviese borracha! No muy diferente de los riesgos que corría Teresa escribiendo sus Meditaciones sobre los Cantares! Alguien podría preguntar: ¿Tuvo esta carmelita en sus manos una traducción de la Biblia al romance, contra los decretos del Índice de Libros Prohibidos? ¿Cómo da a entender que lee, predica o explica la Escritura?” (Y, de hecho, en 1580, uno de los confesores de Teresa le ordenó quemar el manuscrito de las Meditaciones. Afortunadamente, se salvó por las copias que las monjas tenían)[4].

 

mujer

 

Teresa sigue: “Lo que me espanta a mí es ver cómo la creyeron, una mujer… En fin, le dieron crédito, y por solo su dicho salió gran gente de la ciudad al Señor”. Obviamente, Teresa admira a la Samaritana, pero también la envidia, en el sentido de que ella, como las otras mujeres del Nuevo Testamento que formaban parte del círculo de Jesús, cumplió de manera tan inmediata y resuelta una misión apostólica.[5]  Esto es lo que la reforma significaba para Teresa –no elevar la altura de los muros del convento o poner más barrotes en el locutorio. Significaba transformar las flores de la oración interior en fruto de obras. Eso es lo que ella quería para sí y para los demás cristianos, hombres y mujeres: la posibilidad de tener un diálogo personal con el Señor, que es, en definitiva, como ella concebía la oración interior; que se les asegurara que eran dignos de este diálogo, más allá de su sexo, casta o posición social; la posibilidad de transformar en obras ese diálogo embriagador; la oportunidad de atraer a “gran gente de la ciudad” para que se encontrara con el Señor.

 

Lecturas sugeridas:

  • Allen, Prudence. “Soul, Body and Transcendence in Teresa of Avila.” Toronto Journal of Theology 3 (1987): 252-266.
  • Bilinkoff, Jodi. “Teresa of Jesus and Carmelite Reform.” In Religious Orders of the Catholic Reformation. Essays in honor of John C. Olin on His Seventy-fifth Birthday, edited by Richard De Molen, 166-186. New York: Fordham University Press, 1994.
  • Dobhan, Ulrich. “Teresa de Jesús y la emancipación de la mujer.” In Actas del Congreso Internacional Teresiano 4-7 octubre, 1982, edited by Teófanes Egido Martínez, et al., 1: 121-136. Salamanca: Universidad de Salamanca, 1983.
  • Luti, Janice Mary. Teresa of Avila’s Way. Collegeville: Liturgical Press, 1991.
  • Murphy, Cullen. The Word According to Eve. New York: Houghton Mifflen, 1999.
  • Slade, Carole. “Saint Teresa’s Meditaciones sobre los cantares:  The Hermeneutics of Humility and Enjoyment.” Religion and Literature 18 (1986): 27-44.

______ St. Teresa of Avila: Author of a Heroic Life. Berkeley: University of California Press, 1995.

______ “St. Teresa of Avila as a Social Reformer.” In Mysticism and Social Transformation, edited by Janet K. Ruffing, 91-103. Syracuse: Syracuse University Press, 2001.

 


[1] La cuestión de en qué medida Teresa leyó la Escritura está sin resolver. Desde aproximadamente 1492, los Reyes Católicos, temiendo que la lectura de la Biblia moviera a los recién convertidos a volver al Judaísmo, promulgaron varios decretos por los que se prohibía la posesión y el uso de traducciones de la Biblia al romance. La conveniencia de traducciones vernáculas fue también debatida en el Concilio de Trento, pero el tema se dejó sin resolver. Sin embargo, la Inquisición prohibió unilateralmente las traducciones de la Escritura en su Índice de 1551. El Índice español de 1559 también prohibió numerosas obras devocionales que a menudo contenían pasajes de la Escritura. Sin embargo, el análisis de los inventarios de los libreros revela que tales prohibiciones no fueron del todo eficaces. Teresa, naturalmente, había leído obras como La vida de Cristo, de Ludolfo de Sajonia, que contenía extensos pasajes de la Escritura. Hemos de recordar también que Teresa vivió en una cultura oral/auditiva, y debió de asimilar pasajes de la Escritura a partir de sermones y de la recitación del Oficio Divino. Para más información sobre el tema, ver Slade, 1995.

[2] Meditaciones sobre los Cantares 7, 6-7. Citamos por la 5ª Edición de Editorial de Espiritualidad, Madrid, 2000.

[3] En Israel hoy quedan algunos cientos de Samaritanos, y viven separados de los Judíos (Murphy, 136).

[4] Este comentario se escribió entre 1566 y 1571. Aunque Domingo Báñez firmó el manuscrito para indicar su aprobación en 1575, en 1580 Diego de Yanguas, otro confesor y teólogo de la Inquisición, le ordenó quemar todas las copias. Varias copias realizadas por sus monjas se salvaron. Fray Luis de León, que había permanecido casi cinco años en la cárcel de la Inquisición por traducir al castellano el Cantar de los Cantares, no incluyó las Meditaciones en su edición de la obras de Teresa, en 1588. Ver Slade, p. 50

[5] Recordamos que  apostolos en griego significa mensajero o enviado.

 

FUENTE DEL ARTÍCULO: 

http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/02/06/teresa-y-la-samaritana/#more-1065

Escritura y resistencia I: Teresa de Jesús

 

Por Gema Juan

 

Dios dice que amemos a nuestros enemigos,

es muy difícil. Pero se puede empezar contando la verdad.
Nadie me había preguntado qué se sentía siendo yo,

cuando conté la verdad sobre ello, me sentí libre.

 

Con estas palabras, en boca de Aibeleen, una criada negra, termina la película Criadas y señoras*. Antes, había dicho ella misma: Creí que podría escribir mis historias y leérselas, sería como escribir mis oraciones… creo que digo mejor lo que pienso si lo escribo.

 

La escritura es, desde muy antiguo, un acto de resistencia y una opción. También una manera de incorporarse a la historia, sobre todo cuando la historia parece negar un lugar propio. Por eso, escribir desde la condición de mujer, género excluido de los campos de poder e incluso de acción, hace más significativo el hecho y más relevante la resistencia. Lo mismo que hacerlo desde la condición de una raza que es objeto de exclusión y rechazo.

 

Es el caso de Aibeleen en Criadas y señoras. La película refleja la época de la segregación racial y la lucha por los derechos civiles en los Estados Unidos, desde el punto de vista de las criadas negras. Es la década de los sesenta del siglo pasado. Aibeleen, impulsada por una inquieta joven de buena familia, empezará a contar y a escribir.

 

Una larga cadena de mujeres, que llega hasta nuestros días, ha escrito y escribe. Escribir desde el margen convierte la palabra en reivindicación, hace política. El margen femenino sigue siendo una orilla desde la que la palabra adquiere una resonancia singular.

 

Entre los eslabones de la cadena que mantiene la palabra, Teresa de Jesús es uno profundamente luminoso. Como Aibeleen, además de la condición de mujer, Teresa conoce otra de las fronteras, otro límite: la raza. Teresa es de sangre no limpia, judeoconversa.

 

Explicar qué se sentía siendo yo –decía Aibeleen. Teresa dirá que quiere concertar su desbaratada vida al escribir. Decir, en definitiva, qué sentía, vivía y había experimentado. Sabe perfectamente que es un atrevimiento, también una temeridad. Pero busca la luz por encima de todo, y la verdad. Y sabe que también en ella hay verdad… aunque no sea varón.

 

Aibeleen cuenta historias de mujeres negras que han trabajado para familias blancas. Las humillaciones que han vivido, las situaciones difíciles que han tenido que afrontar, la incomprensión, el rechazo… también la amistad descubierta y posibilidades de ser no imaginadas. Así, crea un espacio nuevo, al principio casi sin darse cuenta, después asumiendo el riesgo de hacerlo. Un espacio que hace visibles a estas mujeres, que les da voz y acción.

 

Teresa, en el Libro de las Fundaciones, cuenta también historias de mujeres. Sabe bien qué es una mujer en su mundo, en el que no hay virtud de mujer que no se tenga por sospechosa. Un mundo que ve en la mujer más carne que espíritu, el varón que no pudo ser.

 

Teresa escribe porque desea entenderse a sí misma y que la entiendan. Para mostrar la verdad de su propia vida y no negar quién es. Querrá después, también, iluminar con su palabra, pero ¿por qué cuenta historias de mujeres?

 

También Teresa está creando un espacio diferente y funda una nueva realidad. Cuenta historias para decir en voz alta que las mujeres son algo diferente de lo que cree el pensamiento dominante –pensamiento masculino– de su tiempo y para hacerles hueco en la historia. Escribe desde unas coordenadas culturales y una conciencia femenina distinta a la actual, pero al hacerlo reivindica una igual dignidad para hombres y mujeres.

 

En el Libro de la Vida, ya había dicho: mujeres eran otras y han hecho cosas heroicas por amor de Vos, manifestando la valía de la mujer. En Fundaciones aparece la historia de muchas mujeres: Catalina Godínez, Casilda de Padilla, Beatriz de la Encarnación, Beatriz de la Madre de Dios, Catalina de Cardona o la princesa de Éboli. Basta aquí recordar las palabras que escribe a propósito de Teresa de Laiz quien, recién nacida, casi muere por falta de cuidados, sencillamente por haber nacido niña:

 

Cosa cierto mucho para llorar, que, sin entender los mortales lo que les está mejor, como los que del todo ignoran los juicios de Dios, no sabiendo los grandes bienes que pueden venir de las hijas… se matan por lo que se habían de alegrar.

 

Es necesario recordar e insistir sobre la dolorosa situación de la mujer en infinidad de lugares, los abusos que sufre, la opresión a la que está sometida. La desigualdad existe y, sea del tipo que sea, es intrínsecamente violenta. Necesitamos seguir sumando eslabones, escribir y crear espacios de dignidad para todos.

 

«La peste» sigue activa de diferentes maneras en nuestro mundo. Y, como dijera Rambert, en la novela de Camus: este asunto es asunto de todo el mundo. Es necesaria la palabra, contar historias que pongan rostro, que den paso, que hagan crecer el gran relato de la fraternidad.

 

FUENTE: 

http://blogs.periodistadigital.com/juntos-andemos.php/2013/07/13/escritura-y-resistencia-teresa-de-jesus#.UebAoSvSktQ.twitter

"Santa Teresa, profeta ante la crisis, de la reforma personal a la reforma de los conventos"

Por María Victoria Molins

 

Vivimos en un mundo en crisis y de múltiples cambios, tratemos por un segundo imaginar cómo debieron vivir los habitantes del siglo XVI su propia convulsionada época. Este siglo de oro permitió el florecimiento de la mística española con San Ignacio, Santa Teresa y San Juan de la Cruz. Sin embargo, este esplendor estaba manchado de sangre: la sangre de los indígenas americanos y los esclavos negros por un lado, y la sangre de los encarcelados por la Inquisición y por la expulsión de los moriscos, por otra.

La Iglesia necesitaba ciertamente una reforma. En España, sin embargo, los reformadores eligen hacerlo desde el interior de la Iglesia a pesar de la tentación de ésta de situarlos fuera. Santa Teresa de Jesús brilla con fuerza en este contexto.

Santa Teresa desde joven, como otros de su tiempo, vive con preocupación las noticias de los conflictos de religión que llegan desde el centro de Europa y en concreto desde París con la irrupción de los Hugonotes. Sin embargo, durante la época en que la Iglesia decide tomar la iniciativa para reformarse a través del Concilio de Trento, Teresa tiene 30 años y vive centrada en sí misma, angustiada por su propia crisis personal. Mientras no resuelva ésta, mientras no salga del túnel interior de su alma, no podrá plantearse la reforma de los conventos. Su vida partirá pues de una reforma interior que irá desplegándose hasta llegar a ser una reforma exterior que afectará a toda la Iglesia.

Esta primera crisis, la vive ella en el interior del convento siendo ya monja carmelita. No entró con ilusión sino con resignación, con voluntad de soportar unos sacrificios menores que los de un purgatorio estricto que se merecería si siguiera otro tipo de vida.

Su “conversión” no es pues una conversión hacia el cristianismo viniendo de fuera, sino una con-versión (un volverse hacia) desde dentro hacia la profundidad. Ella tiene que superar obstáculos como la prohibición de leer ciertos libros en lengua vernácula. En ese momento ella recibe la fuerza de Jesús que le dice: “No temas, yo seré para ti un libro vivo”.

Asentada en la roca de la superación de esta crisis, tiene fuerzas para enfrentarse con la reforma de los conventos carmelitanos fundando uno nuevo donde se destierra la diferencia de clase entre las monjas, y donde la búsqueda de una oración profunda, personal y unitiva no cae en la tendencia “quietista”, es decir, en aquella tendencia y tentación de alejarse del mundo, de los problemas, y del hermano necesitado, con la excusa de la búsqueda de silencio. Ella, en cambio, ayudada por buenos confesores jesuitas, descubre la humanidad de Cristo y cómo ésta se encuentra en los más pobres.

Santa Teresa es una mujer fuerte capaz de resistir terremotos. Por eso pudo soportar la doble suspicacia que producía: por ser mujer y por ser mística.

Con su lenguaje popular de la época (que por eso es más difícil de leer que el culto y cuidado lenguaje de San Juan de la Cruz) escribe este texto de fina queja femenina ante el trato recibido por los clérigos, todos hombres:
 

“(…) [a las mujeres] las favorecisteis [Señor] con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto o más amor que en los hombres, pues estaba vuestra sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos lo que desmerecimos por nuestras culpas… ¿No basta, Señor, que nos tiene el mundo acorraladas, que no hagamos cosa que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa? No lo creo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez y no como los jueces del mundo que, como son hijos de Adán, y en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, alguna día ha de haber que se conozcan todos… no hablo por mí pero veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres”.

FUENTE: http://rumboalvcentenarioteresiano.blogspot.com/2013_02_01_archive.html

NUESTRA TERESA

Por Carmen Castro de Zubiri

 

Nuestra Teresa de Ávila. Nervios domeñados, alma tirante so­bre la tierra que se deja mal pisar, camino de Dios siempre, con nuevo andar, descalzo el pie y abierta la sonrisa. Bajo la planta al aire el suelo es apoyatura recia, incitación a la alzada más ágil.

 

En este caminar vio Teresa juntarse la tierra con el cielo, línea cárde­na de poniente, y oyó el grito meridiano, plenitud de gloria en la tierra vertida a Dios. Ella conoció a Dios vertido al alma de sus criaturas. El silencio sonoroso por ella escuchado nos lo repite con palabras de mujer llanas, auténticas; palabras que servirían para cualquier otro decir, juntadas por la Santa para que en su explosión luminosa manifiesten a Dios. Y no se diga que otros místicos o angélicos doctores se valieron de los mismos conceptos antes que ella. Ninguno los fraseó como ella.

 

Después de Teresa es muy fácil contar la vida por de dentro en español. Después de Teresa es sencillo manejar entreverado lo cotidiano y lo extramundano. Después de Teresa, sí. Lección hoy tan aprendida que hasta olvidamos el tiempo en que no la sa­bíamos.

 

Hay, cierto, una pervivencia de los Santos todos dentro de la Iglesia, Pero no todos están abiertos a posibles convivencias. Te­resa, sí. Por cualquier esquina del día salta de pronto viva y huma­na siempre, milagrosamente sincronizada con nosotros. No es ex­traño en la mujer que de por vida se mantuvo a tono, consciente de que desentonar era resquebrajar la propia feminidad. Se abre la Vida, y Teresa se llega a estar con nosotras, precedida por esas frases suyas que de pronto borran distancias. («Porque me traía molida tanto andar con gente….» ¿Quién no tiene sonrisa para acoger a esta mujer Santa?)

 

Santa y sabia era Teresa. Para saber lo que es una mujer no se busquen estudios psicológicos de científicos con muchas iniciales y punto antes del apellido, ni memorias de don Juanes, ni histo­rias rabiosamente sinceras, ni elogios y reprobaciones ya clásicos, ni ademanes apasionados rimados en verso por pluma de mujer.

 

Búsquese la prosa llana de Teresa. Entonces se sabrá cómo somos las mujeres, idénticas hoy a como fuimos siempre, tal como Tere­sa nos escribe, sin que falte punto ni coma: ni buenas, ni malas, especiales, curiosas. Materia prima buena, porque si no se cierra, y si cierra la puerta al diablo, puede tener a Dios presente los días de la vida, contemplando cómo Dios hace la gozosa conversión a El de cuanto no es El.

 

Milagrosa es la ciencia de Dios que hay en Teresa, pero no la ciencia de la mujer. Ganó esta ciencia esforzándose por entender las almas, a fuerza de respeto y asombro ante las criaturas.

 

Amiga más a mano que esta Santa no tenemos las mujeres, digo, quienes la tengan «en piel» o «en rústica», que de todas ma­neras es genial mujer, mujer admirable. Teresa inventó un nuevo calzado para mejor pisar los caminos de Dios. Inventó una prosa para mejor decir su vida con Dios. Permaneció presente a Dios, y no negó su presencia de mujer a la vida. Por eso no todas las San­tas son tan humanamente asequibles como Teresa, la niña—ado­lescente que quemaba sábanas por leer «Caballerías»; la chiquilla que con su andar menudito pensó encontrar el martirio entre moros grandones; la mujer madura que increpó a Juan de la Mi­seria porque no la había retratado bastante favorecida.

 

Nosotras, las mujeres, Ed. Revista Agustiniana, 2001, pp. 383-4

 

FUENTE: http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/05/20/nuestra-teresa-2/

¡Mejor será que hilen! El feminismo de Santa Teresa

Por Xabier Pikaza Ibarrondo

 

En uno de sus textos más irónicos, Santa Teresa de Jesús recoge la opinión de los que quieren tener a las mujeres sometidas, sin autonomía personal, como ha estudiado con toda precisión Maria J. Pérez, «Mejor será que hilen»: el discurso irónico en Camino de Perfección» («They would Do better to stick to their spinning»: Irony in The Way of Perfection).


Éste es un texto que fue considerados sospechosos por los inquisidores, que iban tachando las frases “peligrosas” de la Doctora Teresa, pues ofrece a las mujeres la mayor de todas las autonomías posible, la Autonomía de la oración. Si las monjas (¡mujeres al fin, y flacas, como dice Teresa!) pueden orar por sí mismas, es que son independientes ante Dios, señoras de sí mismas, sin necesidad del “magisterio” superior de los varones.


Será bueno, en un tiempo como el nuestro, cuando muchas mujeres se sienten y siguen preteridas en la Iglesia, leer un texto como éste, con su fuerte potencial de autonomía creadora, para hombres y mujeres, es decir, para cristianos.


Ciertamente, Santa Teresa ha sido una mujer de su tiempo (siglo XVI), con la forma de pensar y sentir de su entorno, de forma que no podemos aceptar al pie de la letra todo lo que dice en clave social. Pero ella ha descubierto y ha recorrido un camino esencial de autonomía femenino. En el principio de todo feminismo (y humanismo integral) está la libertad de pensamiento y oración. Así lo ha destacado ella.


1. Texto.


"Digo que importa mucho, y el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo, como muchas veces parece cuando decimos: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro, que rezaba mucho, cayó», «hacen daño a la virtud», «no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones», «mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces» «basta el Paternoster y Avemaría»"... (Camino de perfección, cap. 21, 2).

 

2. Los riesgos de la oración. Controlar a las mujeres.


Una de las maneras de controlar a las mujeres (y en general a todos los que pueden resultar autónomos y peligrosos) ha sido la de “dirigir” su pensamiento, a través de una serie de normas que se les imponen alcanzar su propia verdad y su independencia personal, no sólo en clave social (trabajos subordinados) y administrativa (exclusión de los lugares de mando), sino también en clave de pensamiento.


Pues bien, santa Teresa ha tenido la osadía de pensar por sí misma, y, lo que es aún mayor, de orar por sí misma, y de decir a las mujeres que le siguen (en especial religiosas) que no tengan miedo de pensar por sí mismas y de orar. De esa forma, ella ha querido crear unos “laboratorios” de oración, donde las mujeres (¡sin romper con la Iglesia, como ella piensa que hacen los luteranos!) sean autónomas, en el sentido más intenso de ese término: ¡Sean capaces de orar!


Los “inquisidores” de turno tienen miedo de las mujeres, miedo de que piensen por sí mismas, pues de hacerlo quedan fuera de su control, aunque sólo sea en un convento, en línea de contemplación. En contra de eso, Santa Teresa quiere que sus monjas oren por sí mismas. Ciertamente, ellas comparten la liturgia de la Iglesia, tal como entonces se fijaba… Pero su oración más importante no es ya liturgia, sino la propia meditación y contemplación. Las críticas de los “inquisidores” de un lado o de otro son claras:


1. Peligro de “herejía”: «Hay peligros… fulana por aquí se perdió, el otro se engañó»...Nos hallamos en un mundo donde a juicio de muchos no era conveniente que las mujeres tuvieran autonomía orante. Son muchos los que pensaban que lo mejor era que la mujer se limitara a repetir lo que dicen otros, lo que marcan confesores y prelados, que las tienen de esa forma “protegidas”.


2. Peligro de ilusión…«no es para mujeres, que les podrán venir ilusiones». Los “hombres inquisidores” creen que el buen pensamiento, el buen orden mental es sólo cosa de varones… Las mujeres son influenciables, no están hechas para orar y descubrir los misterios más altos, sino para ser dirigidas por varones. Estos varones que “no dejan orar” a las mujeres son de aquellos que piensan que la verdad queda limitada “a las bardas de su corral”, que como tienen la mente pequeña es esfuerzan en achicar la mente y corazón de los demás.


3. Sometimiento por el trabajo: «Mejor será que hilen», «no han menester esas delicadeces». La mujer sería una ayuda de los varones para la maternidad y para otros trabajos de la casa, que están aquí centrados en el “hilar”. Soy de la generación de personas que he visto hilar a mi abuela… Pero por fortuna… también hilaban la casa, con un tipo de rueca distinta los varones (mi tío Manuel). Por eso no puedo vincular la hilatura sólo a las mujeres. Pero es evidente que algunos críticos de Santa Teresa y sus monjas creen que las mujeres en el fondo sólo valen para hilar… Les basta el trabajo “no han menester las delicadezas” de la oración.


4. Sólo la oración vocal: «Basta el Paternoster y Avemaría»... Para las mujeres sería suficiente el repetir palabra, sin adentrarse en el misterio profundo de la vida, en la oración personal, en el contacto directo con el misterio. Santa Teresa es de las que quiere que las monjas oren también con palabras repetidas, repitiendo el Paternoster… Pero, al mismo tiempo, ella quiere que sus monjas penetren de un modo personal en el mismo Padrenuestro, descubriendo por sí mismas lo que está implicado en su misterio.


3. Más allá de la ironía… Una pequeña conclusión

Dentro de la sociedad de su tiempo, la gran revolución de Santa Teresa ha consistido en decir a las mujeres que piensen por sí mismas, en el plano más importante de la vida, que es el pensamiento sobre el sentido de Dios, sobre el sentido de su propia vida.

Santa Teresa reunió a las monjas en conventos pequeños… para que cada una de ellas fuera capaz de penetrar por sí misma en el secreto más hondo de la realidad, en la cámara real, sin necesidad de guías masculinos. Evidentemente, Santa Teresa sabía que el hilar no es malo (las monjas han de trabajar también). Pero la vida no es sólo hilar, sino pensar, meditar… llegando a la autonomía más honda del propio pensamiento.


Lo que empezó trazando Santa Teresa no se ha desarrollado todavía en la Iglesia Católica, donde las mujeres siguen sometidas a un orden de pensamiento que les marca desde fuera:


  • No hay un pensamiento femenino creador en la Iglesia (y eso se debe en gran parte a los controles del sistema):
  • La Iglesia oficial piensa todavía que las mujeres son para hilar, no para dirigir comunidades, para presidir la eucaristía etc.
  • Sin duda, la Iglesia católica ha declarado que Santa Teresa es Doctora… pero no ha entendido aún, ni ha acogido de verdad su pensamiento.

Por eso quiero que las mujeres hilen (que realicen todos los buenos trabajos humanos…, igual que los varones), pero me alegro de que piensen y oren, buscando con Jesús de Nazaret el camino del reino de Dios para todos, hombres y mujeres.

 

TERESA Y SU CONTEXTO

Por Claudia Guzmán

 

Los contextos sociales a lo largo de la historia han planteado dificultades de algún tipo para el desarrollo de las mujeres como personas. Socialmente sólo quien es considerado sujeto en el sentido jurídico y político de la palabra es a quien se le reconocen sus derechos y se le permite ejercerlos. Incluso hoy en pleno siglo XXI vemos que en nuestras sociedades no todas las personas pueden ejercer de manera igualitaria sus derechos y se pueden dar muestras de ello: la trata de personas , la violencia de género física y simbólica, la desigualdad salarial entre hombres y mujeres que desempeñan cargos similares, la representatividad de las mujeres en los gobiernos y cargos, la situación de las mujeres en la Iglesia Católica y en las religiones. En la existencia de estas realidades se evidencia que el orden social siempre ha tendido a marcar un estilo y un lugar social para las mujeres.

 
Teresa de Jesús vivió los rasgos que su tiempo le asignaba cultural y socialmente a las mujeres; en el siglo XVI bajo el fuerte influjo dado por el pensamiento platónico se afirmaban cosas como que el pecado entró al mundo por causa de Eva y en ella, todo el género femenino. La connotación de engaño y de argucia con la cual se identifica a partir de entonces a las mujeres, marca el que se tenga su pensamiento como secundario y peligroso, por ser proclive al error. También se instaura con todo un orden de relaciones en los que el lugar propio asignado a las mujeres es lo privado, las labores del hogar, y de hecho su valoración cultural en muchos contextos, se da por sus habilidades en este campo.

 
¿Cómo logró Teresa de Jesús hacer lo que hizo? ¿Cómo en su época con el tipo de pensamiento que definía a las mujeres logró articular su reforma? ¿Cómo logra trascender las barreras culturales en cuanto le fue posible para llegar a inventarse un estilo, una manera de ser espiritual que sigue siendo tan actual hoy día?

 
Es mi reflexión quiero aproximarme a responder estas preguntas, sin embargo creo que la respuesta que sale de ella no es nueva, se ha afirmado en muchos libros de teresianistas reconocidos, pero pienso que tal vez pueda aportar algunos matices.


Considero que Santa Teresa habló desde la experiencia lo cual es más que contarnos su vida. Teológicamente, la hermenéutica de la experiencia es un método, documentado por teólogos, especialmente aquellos que trabajan la teología feminista . De hecho Virginia Azcuy teóloga argentina, afirma que las mujeres no son sólo un tema ni un lugar hermenéutico: ellas mismas son teología desde su biografía cristiana . Leonardo Boff llega a decir que sólo puede hablarse con sentido de Dios cuando emerge dentro de la experiencia humana en la propia vida, en relación a los demás y con el mundo; se trata en últimas del modo en que cada persona se deja afectar por lo que le pasa .


La narración que Santa Teresa nos hace de su experiencia corresponde mayormente a vivencias de su historia. Sin embargo en ellas se expresa también su presente y la manera como tales experiencias son comprendidas a la luz de los cambios que han sufrido en el tiempo, es decir a medida que va narrando es posible evidenciar el nuevo sentido que ha ido dando a los hechos, a partir de las mediaciones que el presente iba introduciendo para ella . Ivone Gebara, teóloga de Brasil, amplia este tema, desarrollando la importancia que para las mujeres reviste la biografía, el contar su vida, y por consiguiente el encontrar cómo Dios se ha manifestado en ella . En V 40, 8 Teresa afirma que Fray Pedro de Alcántara pensaba que Dios se manifestaba en las experiencias de las mujeres, llega a afirmar que “hay muchas más (mujeres) que hombres a quienes el Señor da esta experiencia”.


Con esto, quiero a continuación tomar algunos de los textos de Santa Teresa propuestos en la guía y aproximarme a la lectura del acontecimiento teológico que ella elabora en cada uno de ellos, teniendo en cuenta que la teología, entendida como la manifestación de Dios en la historia, en este caso de su historia, tiene que ver con la Imagen de Dios que se devela para ella.


CPE 4,1: Teresa expresa con su crítica el dolor de sentir que pareciera que en el orden de la salvación las mujeres son secundarias. Es consciente y está segura de que Dios piensa distinto “no aborrecisteis Señor de alma, cuando andávades por el mundo, las mujeres, antes las favorecistes siempre con mucha piedad y hallastes en ellas tanto amor y más fe que en los hombres”. Puede inferirse que la imagen de ser humano tampoco para ella cuaja con la concepción tomista de la mujer como varón imperfecto, o que la salvación sólo llegaría a ella a través del varón. Es decir a partir de una imagen que se le devela de Dios, ella es capaz de afirmar algo sobre el ser humano, en este caso, de las mujeres y también implícitamente, de los varones.


V 12, 7 Considero que critica la concepción de su tiempo que asociaba a la mujer con el demonio. Es un hecho que las mujeres han sido identificadas con Eva símbolo de la caída, de la tentación a Adán, de la primitiva desobediencia; esto se explica porque al tener menos capacidad, las mujeres son más proclives a dejarse engañar, es decir al mal. Con ello, en el tiempo de Santa Teresa y aún hoy se continúan justificando estructuras de pensamiento que colocan en un lugar subordinado a las mujeres, ya que es el varón quien debe tomar las decisiones porque es más inteligente y menos susceptible al error. En este texto una vez más Santa Teresa no dice que tiene por cierto que el Señor no consentirá a quien con humildad se acerque a Él. Por eso insistirá a sus monjas en la humildad, no como un atributo inherente a ellas, sino que sabe que Dios actuará en quien procura esta virtud.


René Descartes definía al ser humano desde el pensamiento, excluyendo por consiguiente lo corporal. Las emociones y los sentimientos como no pertenecen al ámbito de lo racional quedan como secundarias e incluso indeseables . Creo que Santa Teresa entiende la persona como capacidad de relación y comunicación, por supuesto es necesario afirmar que estas dimensiones se realizan en lo corporal. En CPE 11,8 ella está segura de que equilibrar e integrar los sentimientos, las emociones con una fuerte interioridad y una relacionalidad abierta es una manera de madurar, creo que ella abre el concepto de la persona como proceso, y no como un ser definido por características inmutables, en este caso concreto lo afirma para las mujeres; con ello marca también un proceso no sólo de crecimiento espiritual, sino de madurez y realización humana.


En cuanto al tema de las honras creo que Santa Teresa lo trabaja desde la libertad humana. A la larga los honores, reconocimientos, el buen nombre, son cosas referidas a lo exterior, en el sentido de que definen a la persona no por lo que ella es en sí misma sino por factores espacio-temporales, cambiantes y por lo tanto relativos. Creo que ella en términos de antropología teológica, al saber que la persona está habitada por Dios sabe que Él no se hace rival de la libertad humana sino que por el contrario, la personalidad crece y se ve liberada hacia la autenticidad humana. De esta forma creo que la manera como ella trabaja las honras, no lo refiere primeramente a un asunto exhortativo moral, sino que es todo lo que tiene que ver en últimas con la libertad, rasgo ontológico del ser humano.

 

FUENTE: http://maticesysentidos.wordpress.com/2013/05/27/santa-teresa-y-su-contexto/

Por qué nos interesa a los progresistas la figura de TERESA DE JESÚS?

… Porque su vida y su obra literaria son un testimonio evidente de la fecundidad del mestizaje cultural propio de la España postmedieval: ella, aunque obsesionada por mantenerse en la ortodoxia cristiana, no renunció a la curiosidad intelectual heredada de sus antepasados judíos mientras integraba en sus escritos alguno de los símbolos más profundos de la mística islámica.


Porque, rompiendo una tradición de siglos y enfrentándose a las autoridades y a casi todo el clero, estableció que los monasterios fundados por ella tenían que vivir en la absoluta pobreza, sin aceptar rentas y manteniéndose las monjas con las limosnas que voluntariamente les dieran y “con la labor de sus manos” ya que “quien quisiere comer, que ha de trabajar” (Constituciones, II, 6). Esta dignificación del trabajo manual era algo insólito en la España del Siglo de Oro.


Porque en una sociedad cuyos valores dominantes eran el linaje y el honor, ella se atrevió a fundar conventos donde —en un ámbito de igualitarismo y pobreza voluntaria— solo se valoraba la virtud individual.


Porque, en el desarrollo personal de su fe cristiana, supo combinar con naturalidad una intensísima religiosidad interior y un eficacísimo compromiso social en la reforma de la Iglesia.


Porque, captando lo mejor del Humanismo cristiano de la época, prescindió en su propia vida y en su obra tanto del rigorismo como de la relajación religiosa, a la vez que ahondaba como nadie en el conocimiento del alma humana.


Porque, en una Castilla donde el temor al contagio luterano era obsesivo y se vigilaban con saña las creencias y los sentimientos religiosos, ella fue capaz —no sin grandes sufrimientos y riesgos— de desarrollar una espiritualidad personalísima a través de la cual alcanzó su libertad interior. Esto lo logró a pesar de que jamás ocultó a sus consejeros ninguno de sus sentimientos y experiencias contemplativas —por excepcionales que fueran— y de que partía con dos pesadas rémoras: ser mujer y ser descendiente de judeoconversos.


Porque en un generalizado ambiente antifeminista (Fray Luis de León, que era un intelectual avanzado, decía “la mujer de su cosecha dice flaqueza y mudanza, y liviandad y vileza y poco ser” pues “de su natural es flaca y deleznable más que ningún otro animal”) fue capaz de llevar a buen puerto una Reforma moderna donde a la mujer se le garantizaba el derecho a la vida espiritual plena.


Porque en un mundo jerárquico y de hombres —donde no eran raros los clérigos misóginos, como aquel que la calificó como “fémina inquieta, andariega, desobediente y contumaz”— supo moverse con habilidad y atrevimiento aunque sin renunciar nunca a su voto de obediencia.


Porque, aunque la mentalidad cristianovieja imperante asociaba la ascendencia judía con la heterodoxia religiosa, tuvo la valentía —a pesar de ser consciente de su origen judeoconverso—de apartarse de las convencionales formas de la oración vocal para adentrarse en la sospechosa oración mental privada, es decir, en la búsqueda de una relación directa y autónoma con Dios, a través de la cual alcanzó la inefable experiencia mística.


Porque, a pesar de que la Inquisición la observaba buscando en su vida o en su obra desviaciones de “alumbradismo”, siempre tuvo una actitud independiente y valiente, llegando hasta criticar veladamente a los inquisidores y sus métodos.


Serafín de Tapia

Diario de Ávila, 28/03/2003

 

FUENTE: http://delaruecaalapluma.wordpress.com/ 

DE DEVOCIONES A BOBAS, LIBRENOS DIOS, Santa Teresa de Jesús

Mujer y educación: «De devociones a bobas, líbrenos Dios»3


En el Renacimiento, algo comienza a moverse en la concepción del ser humano y en su relación con el mundo. La admiración por la cultura clásica y la valoración de la formación intelectual van a ser características de este tiempo. Nace el espíritu crítico, y la confianza en las capacidades de la persona para descubrir y dominar los secretos de la naturaleza, un deseo que se extiende a todos los campos: astronomía, matemáticas, mecánica, la retórica, la medicina, la geografía, la botánica… Afán por saber que hará de los humanistas hombres de libros.


La educación de la mujer


Representante del humanismo renacentista español, Juan Luis Vives¹ desarrolla el tema de la pedagogía femenina en dos de sus tratados: La educación de la mujer cristiana Los deberes del marido (capítulo IV dedicado a la educación de la mujer). La primera de estas obras, publicada en 1523, obtuvo un extraordinario éxito editorial, con más de treinta ediciones en el siglo XVI.


¿Qué encuentra el humanista valenciano en el campo de la educación de las mujeres? En primer lugar, toda una corriente de opinión, repetida a lo largo del medievo, contraria a la educación femenina. He aquí solo un botón de muestra, tomado delCancionero de Estúñiga, donde Carvajales canta así:


Amad, amadores, mujer que non sabe,
a quien toda cosa paresca ser nueva,
que cuanto más sabe mujer menos vale,
según por exemplo lo hemos de Eva,
que luego, comiendo el fruto de vida,
rompiendo el velo de rica ignorancia,
supo su mal y su gloria  perdida.
Guardaos de mujer que ha plática y sciencia.


Vives, por su parte, (en esto refleja su humanismo moderno) va a argumentar de este modo: «La mayor parte de los vicios de las mujeres de este siglo y los venideros tienen su origen en la falta de cultura».


Educar sí. Pero ¿cómo?:


«Hemos llegado así a una cuestión crucial: ¿conviene que la mujer se instruya en el conocimiento de las letras? Sobre este asunto muchos se muestran indecisos; otros tienen muy claro que no es prudente. […] Yo no demoraré ahora mucho al lector en esta cuestión: solamente diré aquello que me parece necesario para refutar la opinión que es contraria a la mía. Pienso que quienes la siguieron lo hicieron debido a un entendimiento erróneo del concepto de «letras»; y si se explica debidamente la clase de «letras» a las que nos referimos, y se determina qué clase de instrucción es la que proponemos que debe seguir la mujer, creo que no habrá muchos que se muestren contrarios a mi forma de pensar al respecto» (Los deberes del marido, IV, 1)

Estamos en un tiempo en el que resultaba inconcebible que la mujer ocupara un puesto en la vida pública, y tampoco Vives lo contempla. Por ello, esas “letras” que la mujer puede aprender tendrán como finalidad «un moderado conocimiento de la naturaleza», porque –puntualiza–  «una más profunda penetración en ella, así como en la elocuencia y en el arte del ornato de la palabra, es cosa más propia de los hombres» (Ibíd. IV,2).


Se trataría, según él, de formarla para  moderar sus pasiones, llevar adecuadamente el hogar y cuidar y educar a sus hijos. No se contempla la cultura, por tanto, como algo que enriquezca a la mujer y la haga crecer como persona, sino como un instrumento que sirva a la sociedad, una ayuda para que la mujer se comporte como se espera de ella: con docilidad y obediencia a quienes han de decidir por ella (los varones):


«en absoluto debe discutirse si las órdenes del marido deben ser para la mujer el sucedáneo de cualquier mandamiento divino, pues el marido reemplaza a Dios en la tierra» (La formación de la mujer cristiana, II, IV, 14).


Su principal preocupación es formarla en la virtud, no en el conocimiento de las letras:

«Porque a la muchacha, […] no queremos tanto hacerla letrada ni bien hablada como buena y honesta». (Ibíd. I, I, 1). Añade además algo sumamente revelador:

 

«Hay que apartarla de lecturas demasiado complicadas, por ejemplo de cuestiones de elevada teología: no le conviene en absoluto a una mujer investigar o curiosear en cuestiones de tan gran calado». (Los deberes del marido, IV, 8)

¿No le conviene?


Teresa de Jesús: «Es gran cosa letras»


Sufre Teresa en su carne la experiencia de ser mujer en la Iglesia y la sociedad de su tiempo: «nos tiene el mundo acorraladas» (CE 4,1) ­—se lamenta. Este es el contexto en el que la Santa se mueve, un ambiente contrario al desarrollo intelectual de la mujer, condenándola así a eterna minoría de edad, a la necesaria dependencia del varón en cuanto a criterios y toma de decisiones. Teresa se va a desmarcar de esa línea, a pesar de las dificultades que el acceso a la formación teológica tenía para la mujer en ese tiempo. No olvidemos el Índice del inquisidor Valdés (1559) que había prohibido la lectura de la Biblia en romance y una gran cantidad de obras espirituales.


Así, el dominico Melchor Cano, uno de los más entusiastas partidarios de mantener a la mujer alejada de las cuestiones teológicas, sentencia: «Es peligro confiar a mujeres, y gente indocta la lección de la divina escriptura».


Teresa, en cambio, reivindica el derecho a leer la Palabra de Dios, asegurando que a Él «no le pesa que nos consolemos y deleitemos en sus palabras» (Conceptos del amor de Dios, 1,8). Y más adelante, exclamará: «¡No hemos de quedar las mujeres tan fuera de gozar las riquezas del Señor!» (CAD 1,9).


El P. Tomás Álvarez, refiriéndose  a su atracción por el saber, va a señalar:

«Se ha dicho que, como Teresa no frecuentó la Universidad, hizo lo posible por traer la universidad a casa, dado el número y la calidad de profesores universitarios convocados en torno a la gesta y a los problemas de su vida»²

Ella afirma constantemente: “Buen letrado nunca me engañó” (V12,4). Y en sus Constituciones incluye una lista de obras aconsejadas y exige que la priora tenga en el Convento buenos libros, “porque es tan necesario este mantenimiento para el alma, como el comer para el cuerpo” (Const. 2,7).


Pero es que, además, se trata de algo más hondo. En el Tercer Abecedario de Francisco de Osuna, libro en el que Teresa se inició en la oración de recogimiento, se puede leer lo siguiente:


«La mística teología, pues no tiene conversación en conocimiento de letras, no tiene necesidad de la tal escuela que puede ser dicha de entendimiento, mas búscase en la escuela de la afección por vehemente ejercicio de virtudes; de lo cual concluimos esta diferencia: que la teología mística, aunque sea suprema y perfectísima noticia, puede, empero, ser habida de cualquier fiel, aunque sea mujercilla e idiota» (Tercer Abecedario, L.13, C.7).


A Teresa, sin embargo, no le basta una experiencia mística desconectada del saber teológico ni una piedad sin consistencia doctrinal. Ni siquiera su propia experiencia de Dios, que se le manifiesta y comunica con extraordinaria fuerza y viveza, la deja tranquila. Ella necesita contrastarla una y otra vez con la verdad de la fe, con la Sagrada Escritura:


«¡Oh, cuántas veces me acuerdo, cuando así estoy, de aquel verso de David: Quemadmodum desiderat cervus ad fontes aquarum que me parece lo veo al pie de la letra en mí!» (V 29, 11).


Pero tampoco se conforma con hacer su propia lectura de la Palabra, sino que recurre a los teólogos con sólida formación que, como auténticos profesores, van dándole pautas para conocer y discernir la verdad:

«Siempre fui amiga de ellos que aunque algunos no tienen experiencia, no aborrecen al espíritu ni le ignoran; porque en la Sagrada Escritura que tratan, siempre hallan la verdad del buen espíritu» (V 13,18).


Y en las Relaciones espirituales, refiriéndose a sí misma en tercera persona, dice: «quería tratar con grandes letrados, aunque no fuesen muy dados a oración, porque ella no quería sino saber si eran conforme a la Sagrada Escritura todo lo que tenía».

Es capaz de ver los peligros que encierra una religiosidad puramente devocional, basada en la mera subjetividad, cuando no en el desequilibrio (algo muy corriente entonces y siempre). Así, llega a decir que prefiere que no se dedique a lo espiritual quien no es capaz de dejarse contrastar por quienes tienen herramientas teológicas para ver qué hay de cierto en lo experimentado:


 «Porque espíritu que no vaya comenzando en verdad yo más le querría sin oración, y es gran cosa letras, porque estas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz y, llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo que debemos: de devociones a bobas nos libre Dios» (V 13,16).


Cuando en 1576, —debido a una denuncia que hizo que se abriera una investigación del Santo Oficio sobre su persona y el Libro de la Vida— ella redacte un memorial (CC 53), veremos desfilar los nombres de hasta 23 letrados, asesores de su espíritu a lo largo de los años. En ese listado, aparecen tres nombres de futuros santos, varios consultores de la Inquisición, profesores de universidad…Teresa había recurrido a ellos impulsada por el afán de vivir en verdad.


Defiende enérgicamente la libertad de sus monjas para elegir confesores, y para hablar con personas preparadas, con diferentes teólogos, aunque no sean confesores, ni carmelitas. En el fondo, late la intuición de que cada uno de ellos ha tenido acceso únicamente (como ha señalado Bárbara Simerka³) a una “verdad parcial”,  a una parte de la  verdad, que ha de ser dialogada y no impuesta de manera unilateral.


Ni al varón ni a la mujer se les puede permitir prescindir de las capacidades que han recibido. Es más, la fe en un Dios creador y “engrandecedor” del ser humano, ha de llevarles a poner en juego todo aquello que los hace más humanos, como es el desarrollo de su inteligencia para buscar la verdad. Porque Dios va a salir a su encuentro, como bellamente expresa Juan de la Cruz, «no desechando nada del hombre, ni excluyendo cosa suya de este amor» (2N 11, 4).



¹ La obra de Juan Luis Vives está digitalizada (edición latina y versión castellana) y disponible en el portal que al autor le dedica la Biblioteca Digital Valenciana. Se puede consultar en este enlace.
²ÁLVAREZ, Tomás, Cultura de mujer en el siglo XVI. El caso de Teresa. Monte Carmelo, Burgos, 2006, p. 146.
³SIMERCA, Bárbara, «Feminist Epistemology and Pedagogy in Teresa of Ávila» en Approaches to teaching Teresa of Ávila and the Spanish mystics, ed. Alison Weber (Approaches to teaching world literature; 109). New York: Modern Language Association of America, 2009, p 112.

 

FUENTE: http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/03/08/mujer-y-educacion-de-devociones-a-bobas-librenos-dios/#more-1460 

Una amiga de Teresa sentenciada por la Inquisición: Ana Enríquez

Presentación de Don Juan de Austria con motivo del auto de fe del doctor Cazalla.

Cerámica en el zócalo de zaguán del palacio de Pimentel (Valladolid). Obra de J. Ruiz de Luna 1.


El grupo herético busca captar a Teresa


El grupo luterano de Valladolid al que pertenecía Ana Enríquez fue descubierto a raíz de una denuncia. Sobre la identidad del denunciante, hay diversidad de opiniones. Menéndez Pelayo da crédito a una antigua tradición (según él, atestiguada por una relación manuscrita contemporánea del auto) según la cual, la mujer del platero Juan García habría seguido a su esposo en sus salidas nocturnas, sospechando algo, y descubrió las reuniones secretas en casa de los Cazalla. Ella misma habría denunciado el caso al Santo Oficio, llevando a su marido a la ignominia y la muerte.

También Catalina de Cardona aparece como una de las que primero hablarían en contra de Agustín Cazalla:


«Tuvo varias polémicas con Cazalla, cuyas doctrinas no compartía la piadosa mujer: y formando ambiente contra él, hubo de contribuir el enredo por el Santo Oficio»¹

Otras fuentes² sostienen que en el descubrimiento del grupo luterano de Valladolid habría colaborado el jesuita P. Juan de Prádanos (confesor de Doña Guiomar de Ulloa y luego de la propia Teresa), a través de alguna de sus dirigidas espirituales.

De hecho, esto concuerda con el ambiente que nos describe la carmelita Ana de Jesús, en los procesos de beatificación de Teresa: «Cuando las herejías de Cazalla y sus secuaces, habían querido estos tratar a doña Guiomar de Ulloa y otras señoras viudas y religiosas, y que sabiendo que trataban con personas de diferentes Ordenes, dijeron no querían entrar ellos en casas de tantas puertas, y con esto se libraron de saber nada de ellos; […] y a la misma Madre también la codiciaron hablar antes que supiesen trataba con tantos»³.


Como vemos, el hecho de ser monja no libraba a nadie de poder ser captado por estos grupos, que buscaban abrirse paso en la sociedad, aunque secretamente. De hecho, en los dos autos de 1559 en Valladolid, hay monjas implicadas en herejía, que terminan condenadas. En el de mayo, la tía de Ana, la dominica María de Rojas, del monasterio de Santa Catalina de Siena; en el de octubre, cuatro monjas del monasterio cisterciense de Belén.


Ana Enríquez,  personaje de novela


Luis Coloma menciona a la joven Ana en su novela Jeromín, basada en la vida de D. Juan de Austria. Precisamente porque el auto de fe de Valladolid, en mayo de 1559, fue la ocasión elegida por la regente doña Juana de Austria para conocer a su hermano, hijo natural de Carlos V y futuro Juan de Austria, aún niño por esas fechas: «Era tal el arrepentimiento y confusión de esta señora, que al subir a la tribuna para oír su sentencia abandonáronla las fuerzas, y hubiera caído del tablado a no sostenerla un hijo del duque de Gandía, que por allí andaba de devoto penitente».

Doña Ana Enríquez ha sido convertida en personaje de ficción por Miguel Delibes, en su novela El hereje, basada en hechos históricos, pero recreados según la necesidad narrativa del autor. En ella, el novelista vallisoletano plantea una relación sentimental entre el protagonista, Cipriano Salcedo, y doña Ana, de la que se afirma: «Es una criatura demasiado bella para quemarla».


Delibes presenta así el momento de la sentencia en el auto de fe:

«Ana Enríquez:

Antes de que la muchacha subiera al púlpito se produjo una vacilación en el relator y un silencio expectante en la muchedumbre. Temiendo un almadiamiento, o simplemente buscando un apoyo a su soledad, había subido la escalera de la mano del duque de Gandía, pero, en contra de lo esperado, una vez arriba se encaró al relator con resolución y mirada retadora. Impávida oyó a Juan Ortega repetir su nombre y la pena simbólica a que era condenada:

Ana Enríquez: saldrá al cadalso con sambenito y vela, ayunará tres días con tres noches, regresará con hábito a la cárcel y, una vez allí, quedará libre.


Una rechifla general subió de la plaza, bajó de los tejados y balcones, se alzó de los graderíos. El pueblo no podía perdonar la insignificancia de la pena, los aires de superioridad de la penitente, su rango, belleza y suficiencia».


Los datos que proporcionan las relaciones del auto, escasos pero significativos, han dado pie a que se forme, alrededor de esta mujer, un halo de simpatía y de misterio, y que el autor la presenta como víctima del engranaje inquisitorial. Por otro lado, ante la juventud, belleza y fragilidad de Ana, aún resalta más el odio de la multitud cruel de los asistentes que desea asistir a un castigo ejemplar.

La novela es un canto a la libertad de conciencia, y una crítica feroz a la intolerancia, a la violencia que se ejerce en nombre de la fe y para gloria de Dios.


Teresa y Ana, amigas


Cuatro son las cartas conservadas de las que Teresa envió a su amiga. De ellas, dos son seguras (1 y 4) y otras dos (2 y 3) son más inciertas en cuanto a datación y destinataria.


Uno de los temas que se abordan en la correspondencia es la idea de fundar en Zamora (la provincia de la que Ana procede y en la que reside en ese momento). De momento, se suspende la proyectada fundación. La razón la expondrá en otra carta, a D. Teutonio de Braganza, y es que está encontrando dificultades por parte del patrón que iba a financiarla.


Hace referencia en estas cartas Teresa a los amigos comunes, como son el P. Baltasar Álvarez, que fue confesor de la santa durante seis años. Teresa expresa su alegría porque Ana haya podido disfrutar de una estancia del jesuita junto a ella (23/12/74). Más tarde, en la última carta conservada (4/03/81) se lamenta de la pérdida del amigo, fallecido un año antes. También el dominico Báñez hace su aparición en las cartas. Teresa encarece a Ana el bien que le hace su predicación, y se queja de lo ocupado que está y el poco tiempo que tiene para disfrutar de su compañía (23/12/74). En otra ocasión (4/03/81), aparece el nombre de Báñez para congratularse por la obtención de la cátedra de prima de Salamanca, un hecho sucedido un mes antes.


Son muchos los nombres propios que desfilan en esta escasa muestra de cartas que nos han llegado. Ello nos habla de una relación que se ha establecido a través de una amplia red de personas. Religiosos como García Manrique o los anteriormente mencionados, obispos como D. Álvaro de Palencia; también seglares, amigas comunes (doña Guiomar, doña María de Mendoza, don Juan Antonio…), hermanas carmelitas (Estefanía, Casilda, Antonia del Espíritu Santo, María Bautista…).


El tono de confianza, a pesar de la etiqueta del tratamiento, se percibe en la libertad con que Teresa se expresa, por ejemplo, sobre el tema de la separación entre calzados y descalzos. Acaba de lograrse la creación de la provincia descalza independiente, y Teresa se hace eco de la alegría que esto ha producido también en Ana, sin duda por su vinculación al Carmelo (Cf. carta del 4/03/81).


Otro tema destacable es el de la generosidad de Ana: ella parece ser la promotora de la ayuda de trigo que el obispo proporciona a las monjas. También les acaba de regalar una imagen grande para el altar mayor de la iglesia del convento de Palencia, que se inauguró ese año de 1581. Y como es habitual, en el epistolario teresiano, no podían faltar las alusiones a la salud. Ana, unos diez años más joven que Teresa, tiene, al parecer, «poca salud», y Teresa, muy sensible ante este tema, se lamenta esos achaques de su amiga y la consuela.


Cabe terminar con una referencia a los elementos oscuros de estas cartas. En la primera, Teresa manda saludos a un personaje al que denomina “mi guardador”. Aunque se ignora a ciencia cierta quién puede ser, ya desde la primera edición de las cartas, anotada por el obispo Palafox, es interpretado como “algún hijo de esta señora, que quería ser custodia de la santa”.

En esa misma carta, queda sin saberse quién es un tal «don Juan Antonio» que Teresa afirma encomendar mucho a Dios.

Con respecto a la última carta, se menciona a un tal “don Luis”:


«Al señor don Luis beso las manos de su merced. Suplico a Dios le haga muy santo».

El P. Silverio apunta a que pudiera tratarse del “guardador”, hijo de Ana, mencionado en la primera carta. El mismo P. Silverio presenta a Ana Enríquez como esposa de “Luis Fernández de Córdoba”. Por su parte, Efrén y Otger Steggink, siguiendo a Silverio,  identifican a ese “don Luis” con el marido de Ana. Sin embargo, creemos que se trata de una confusión, puesto que, por distintas fuentes, comenzando por las relaciones del auto de fe de Valladolid (mayo 1559) y tablas genealógicas conservadas de la familia, aparece doña Ana como casada con Juan Alonso de Fonseca (o Mejía de Fonseca). Posiblemente, se trata de una confusión con doña Ana Enríquez de Cabrera y Mendoza (1561- 1607), que sí estuvo casada con Luis Fernández de Córdoba y Aragón-Folch de Cardona. No nos consta, a la vista del material consultado, que tampoco ninguno de los hijos de Ana se llamase Luis, por lo que no podemos identificar esa referencia.


Aunque la carta que conservamos de 1576 es fragmentaria y dudosa, sabemos que la relación entre Teresa y doña Ana Enríquez se mantuvo durante esos años que median entre la primera (1574) y la última carta conservada (1581). Así, en una carta que la santa dirige a María Bautista en 1577 se lamenta de “los trabajos” que soporta su amiga Ana.


La España del XVI no perdonaba fácilmente a aquellos que se habían expuesto a la deshonra pública, como fue el caso de esta joven. Por eso, resulta más llamativa la relación, constatable a través de las cartas, entre Teresa y Ana, que aparece, como bien apunta el P. Tomás Álvarez, como «un modelo de fidelidad y aprecio, a pesar de las sombras sociales que pesaban sobre Ana». En una tabla genealógica de la familia Mejía, junto al nombre de Ana Enríquez se cita quiénes fueron sus padres, y al final, incluye este dato: “Es doña Ana, la de Cazalla”. Perpetua memoria de la infamia.



¹Historia de España. Dirigida por Ramón Menéndez Pidal. P. Luis Fernández y Fernández de Retana. España en tiempo de Felipe II.Madrid: Espasa Calpe. Vol I, p.522. Ya Francisco de Santa María había recogido esta tesis en su Reforma de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen de la primitiva obediencia, IV, III.

²Cf. BURRIEZA SÁNCHEZ, Javier, «La expansión de la compañía de Jesús en España bajo la mirada de francisco de Borja», enFrancisco de Borja (1510-1572), hombre del Renacimiento, santo del Barroco, Gandía: CEIC Alfons el Vell; Institut Internacional d’Estudis Borgians; AC/E Acción Cultural Española, 2012, p. 324.

³Ana de Jesús, Informaciones de Salamanca, del año 1597, en Procesos de Beatificación y canonización, ed. del P. Silverio de Santa Teresa, O.C.D., tomo I, Burgos, Monte Carmelo, 1935, pp. 471-472.

COLOMA, Luis, Jeromín, Ed. Mensajero, Bilbao, 1921, p. 117.

 DELIBES, Miguel, El hereje, Barcelona, Ediciones Destino, 1998, pp. 477-78.

Cf. Tabla genealógica de la familia Mejia, señores de Villasbuenas y Avedillo, Real Academia de la Historia — Signatura: 9/303, fº 124. — Signatura antigua: D-28, fº 124. Disponible en Internet:http://bibliotecadigital.rah.es/dgbrah/i18n/consulta/registro.cmd?id=51536. Los nombres que figuran como hijos del matrimonio son: Alonso de Fonseca y Toledo, Luisa de Rojas, Mayor de Fonseca, Baltasar de Rojas y Juan Mejía de Fonseca.

ÁLVAREZ, Tomás, Comentarios a las “Cartas” de Teresa de Jesús, Burgos, Monte Carmelo, 2012, p.103.

Cf. Tabla citada en la nota 6.

 

FUENTE: http://delaruecaalapluma.wordpress.com/2013/03/22/una-amiga-de-teresa-sentenciada-por-la-inquisicion-ana-enriquez-y-ii/#more-1693 

Teresa de Jesús: UN MODO FEMENINO DE ACOMPAÑAR

Por Asunción Codes, stj


I. LA HISTORIA PERSONAL DE TERESA DE JESÚS

 

El punto de partida de Teresa de Jesús a la hora de profundizar en su modo de acompañar es la PROPIA EXPERIENCIA, la historia personal de una mujer que se toma en serio a Dios y “lo de Dios” en su vida; y que se hace muy consciente de la complejidad de cada ser humano, sus engaños y trampas, así como de sus grandes deseos y posibilidades… Ella conoce los LABERINTOS del corazón humano… BUSCA quien acompañe su aventura humana y de fe…

 

Dice Rafael Gordon, director de la película Teresa, Teresa, que “vivimos tiempos de cuerpo bulímico y cabeza anoréxica”… una definición que hace pensar y volver la mirada a estas personas, exploradoras del mundo del espíritu, verdaderas “científicas del alma humana”, como la define él mismo.

 

Creo, además, que a Teresa de Jesús se la puede situar dentro de esas personas que  EXPERIMENTAN Y PADECEN la aventura personal de la fe frente al mero conocimiento intelectual de Dios. Se expone a dejarse afectar y a sufrir con el camino inédito que Dios hace en ella; se expone a “luchar con Dios”; Y por último, se exponen a buscar permanentemente una respuesta agradecida al misterio de la vida que le habita y le envuelve…

 

Voy a señalar los rasgos que, a mi parecer, son configuradores de su historia y la disponen para ser una verdadera acompañante de la vida de tantas personas que se cruzaron en su camino a partir de su propia experiencia de mujer que busca ser acompañada por otros para hacer más verdad y más luz en su vida:

 

  • Teresa tiene que enfrentarse con una experiencia nueva que desborda los límites de su conocimiento. No sabe ni contarla, no tiene referentes para poderla nombrar y reconocer. No cuenta con recursos para diferenciar sus engaños de la verdad de lo que se le está dando a conocer… Ella lo describe así:

 

"Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que no sabía que estaba Dios en todas las cosas, y como me parecía estar tan presente, parecíame imposible. Dejar de creer que estaba allí no podía, por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer; porque - como digo - parecíame estar presente, y así andaba con pena" (V 18, 15)

 

"Tenía yo algunas veces - como he dicho -, aunque con mucha brevedad pasaba, comienzo de lo que ahora diré. Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo - que he dicho - y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en Él. Esto no era manera de visión; creo lo llaman mística teología. Suspende el alma de suerte, que toda parecía estar fuera de sí; ama la voluntad; la memoria me parece está casi perdida; el entendimiento no discurre - a mi parecer - mas no se pierde; mas - como digo - no obra, sino está como espantado de lo mucho que entiende; porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa, ninguna cosa entiende". (V 10, 1)

 

  • Teresa ha de hacer frente, también, a las propias contradicciones personales, a la enorme confusión de sus deseos. Se siente metida literalmente en un verdadero LABERINTO…


"Sé decir que es una de las vidas penosas que me parece se puede imaginar; porque ni yo gozaba de Dios ni traía contento en el mundo. Cuando estaba en los contentos del mundo, en acordarme lo que debía a Dios era con pena; cuando estaba con Dios, las aficiones del mundo me desasosegaban. Ello es una guerra tan penosa, que no sé cómo un mes la pude sufrir, cuánto más tantos años" (V 8,2)

 

"Así que, si no fue el año que tengo dicho, en veinte y ocho que ha que comencé oración, más de los dieciocho pasé esta batalla y contienda de tratar con Dios y con el mundo" (V 8,3)

 

"Deseaba vivir, que bien entendía que no vivía, sino que peleaba con una sombra de muerte, y no había quien me diese vida, y no la podía yo tomar; y quien me la podía dar tenía razón de no socorrerme, pues tantas veces me había tornado a Sí y yo dejádole". (V 8,12)

 

"Suplicaba al Señor me ayudase; mas debía faltar ­a lo que ahora me parece­ de no poner en todo la confianza en Su Majestad y perderla de todo punto  de mí. Buscaba remedio; hacía diligencias; mas no debía entender que todo aprovecha poco si, quitada de todo punto la confianza de nosotros, no la ponemos en Dios.

¢ Experimenta y sufre a un Dios que también la sufre a ella… Padece la pasión por Dios y la pasión por lo de Dios, pero le afecta mucho más esa historia persistente de salvación que Dios se empeña en hacer con ella. ¡Oh bondad infinita de mi Dios, que me parece os veo y me veo de esta suerte! ¡Oh regalo de los ángeles, que toda me querría, cuando esto veo, deshacer en amaros! ¡Cuán cierto es sufrir Vos a quien os sufre que estéis con él! ¡Oh, qué buen amigo hacéis, Señor mío! ¡Cómo le vais regalando y sufriendo, y esperáis a que se haga a vuestra condición y tan de mientras le sufrís Vos la suya! ¡Tomáis en cuenta, mi Señor, los ratos que os quiere, y con un punto de arrepentimiento olvidáis lo que os ha ofendido!" (V 8,6)

 

  • Tiene que atreverse a negar, como muchos otros que se asoman a este tipo de experiencias de Dios, “lo que sus mentes racionales han conocido, o lo que de sus tradiciones sociales, religiosas y políticas han recibido[1]… Y precisamente por eso, su modo de ver y decir las cosas puede ofrecer NOVEDAD.


"Quiero ahora tornar adonde dejé de mi vida… Es otro libro nuevo de aquí adelante, digo otra vida nueva. La de hasta aquí era mía; la que he vivido desde que comencé a declarar estas cosas de oración, es que vivía Dios en mí"  (V 23, 1)

 

En Medina del Campo, en 1571, escribirá como cuenta de conciencia: “Estando - pocos días después de esto que digo - pensando si tenían razón  los que les parecía mal que yo saliese a fundar y que estaría yo mejor empleándome siempre en oración, entendí: "Mientras se vive, no está la ganancia en procurar gozarme más, sino en hacer mi voluntad." Parecíame a mí que, pues San Pablo dice del encerramiento de las mujeres [2] que me han dicho poco ha y aún antes lo había oído que ésta sería la voluntad de Dios -, díjome: "Diles que no se sigan por sola una parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura atarme las manos."

 

 

  1. 1. Teresa busca el acompañamiento o la dirección espiritual:

 

 

Ya cité antes el texto del libro de la Vida en el que vemos a una Teresa  que descansa al sentirse entendida y confirmada por F. Vicente Barrón, dominico, en una experiencia fundamental para ella: la Presencia de Dios en todo, aunque tuviera que contradecir lo que le decían algunos letrados y teólogos:

 

"Acaecióme a mí una ignorancia al principio, que no sabía que estaba Dios en todas las cosas, y como me parecía estar tan presente, parecíame imposible. Dejar de creer que estaba allí no podía, por parecerme casi claro había entendido estar allí su misma presencia. Los que no tenían letras me decían que estaba sólo por gracia. Yo no lo podía creer; porque - como digo - parecíame estar presente, y así andaba con pena. Y un gran letrado de la Orden del glorioso Santo Domingo (F. Vicente Barrón) me quitó de esta duda, que me dijo estar presente, y cómo se comunicaba con nosotros, que me consoló harto. Es de notar y entender que siempre esta agua del cielo, este grandísimo favor del Señor, deja el alma con grandísimas ganancias, como ahora diré". (V 18, 15)

 

Sometida a vivencias fuertes y deseosa de encontrar la verdad para servir mejor a este Señor que tanto se empeña en mostrarse, Teresa va a buscar siempre el acompañamiento de personas diferentes, a ser posible, que reúnan en sí el ser letradas y el saber por experiencia sobre “las cosas de Dios”.

 

           2. ¿Qué pretende Teresa en sus acompañamientos?


Acercarnos a Teresa nos descubre a una mujer apasionada por la vida, que busca hacer verdad en su historia, manteniéndose fiel a sí misma y a lo que ella experimenta y prueba. Siente el temor a vivir en el engaño y en las sombras de muerte que pueden presentarse con apariencia de realidad y felicidad, y busca distinguir lo verdadero de lo falso, DISCERNIR lo que es voluntad de Dios. Tiene un corazón sediento de encontrar amor verdadero, sosiego, paz y libertad, y busca sanación y liberación para poder amar a velas desplegadas, y reconocer la VIDA verdadera y al Señor de la Vida, que le regala y le ronda constantemente… Teresa busca, aún sin saberlo muchas veces, poder reconciliar esta Presencia de Dios y la gran dignidad del ser humano que se le va descubriendo…

 

Gran mal es un alma sola entre tantos peligros. Paréceme a mí que si yo tuviera con quién tratar todo esto, que me ayudara a no tornar a caer, siquiera por vergüenza, ya que no la tenía de Dios. Por eso, aconsejaría yo a los que tienen oración, en especial al principio, procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo.” “En todo es menester experiencia y maestro; porque, llegada el alma a estos términos, muchas cosas se ofrecerán que es menester con quién tratarlo; y si buscado no le hallare, el Señor no le faltará, pues no me ha faltado a mí, siendo la que soy". ” Como muchas veces me ha dicho el Señor, que no deje de comunicar toda mi alma y las mercedes que el Señor me hace, con el confesor, y que le obedezca. Esto hice muchas veces”. “Como su Majestad quería darme luz… me hizo buscar con diligencia personas espirituales con quien tratar”. Me arrojaba a cosas dificultosas siempre con consejo y obediencia”.  (V 7,20). La búsqueda de lo verdadero y falso recorre toda su obra. V30: la verdadera y la falsa humildad; F 2: la verdadera y la falsa paz… CP 6: el verdadero y falso amor…

 

           3. ¿Cómo realiza Teresa el seguimiento de la acción del Espíritu en ella?


Vive un ejercicio constante de entrar dentro de sí misma… ESCRIBE. Sí, escribe parte de su obra para dar cuenta de su experiencia interior, para que sea EXAMINADA por quien tiene algo que decir. Seguramente, este esfuerzo por narrar a otros será en sí mismo clarificador y, de alguna manera, herramienta para el discernimiento. Ella dirá con frecuencia que no tiene un entendimiento hábil. Y el hecho de escribir, seguramente, le ayudaría a ordenar el pensamiento, los afectos, a dar nombre a experiencia vividas…, en definitiva, a COMPRENDERSE A SÍ MISMA y a RECONOCER EL PASO DE DIOS POR SU VIDA, COMO UN ACONTECIMEINTO LIBERADOR Y RECUPERADOR DE TODA LA RIQUEZA PERSONAL DE ESTA MUJER.

 

           4. ¿Qué efectos reconoce?:


Teresa se va aclarando con su sentir, es decir, con los afectos. Tiene una especial frescura para narrar lo que le sucede, para diferenciar lo que piensa de lo que siente o intuye. En su modo natural de distinguir aparece el criterio de “lo eterno”, lo que permanece, lo que es estable y duradero. Será verdad aquello que dura para siempre. Este criterio le ayudará a ordenar una buena parte de su vida de relaciones personales, por ejemplo: V 37, 4. 6. Poner orden en la confusión de sus sentimientos:

 

a. Le libera y le hace vivir con una dignidad nueva, y no tanto a merced de unos deseos caprichosos y volubles, pendientes de reconocimiento y gratificación:

"De ver a Cristo me quedó imprimida su grandísima hermosura, y la tengo hoy día, porque para esto bastaba sola una vez, ¡cuánto más tantas como el Señor me hace esta merced! Quedé con un provecho grandísimo y fue éste: tenía una grandísima falta de donde me vinieron grandes daños, y era ésta: que como comenzaba a entender que una persona me tenía voluntad y si me caía en gracia, me aficionaba tanto, que me ataba en gran manera la memoria a pensar en él, aunque no era con intención de ofender a Dios, mas holgábame de verle y de pensar en él y en las cosas buenas que le veía. Era cosa tan dañosa, que me traía el alma harto perdida. Después que vi la gran hermosura del Señor, no veía a nadie que en su comparación me pareciese bien ni me ocupase; que, con poner un poco los ojos de la consideración en la imagen que tengo en mi alma, he quedado con tanta libertad en esto, que después acá todo lo que veo me parece hace asco en comparación de las excelencias y gracias que en este Señor veía. Ni hay saber ni manera de regalo que yo estime en nada, en comparación del que es oír sola una palabra dicha de aquella divina boca, cuánto más tantas. Y tengo yo por imposible, si el Señor por mis pecados no permite se me quite esta memoria, podérmela nadie ocupar de suerte que, con un poquito de tornarme a acordar de este Señor, no quede libre" (V 37, 4)

 

b. Le permite diferenciar a qué Señor desea servir: "¡Oh Rey de gloria y Señor de todos los reyes! ¡Cómo no es vuestro reino armado de palillos, pues no tiene fin! ¡Cómo no son menester terceros  para Vos! Con mirar vuestra persona, se ve luego que es sólo el que merecéis que os llamen Señor, según la majestad mostráis. No es menester gente de acompañamiento ni de guarda para que conozcan que sois Rey. Porque acá un rey solo mal se conocerá por sí. Aunque él más quiera ser conocido por rey, no le creerán, que no tiene más que los otros; es menester que se vea por qué lo creer, y así es razón tenga estas autoridades postizas, porque si no las tuviese no le tendrían en nada. Porque no sale de sí el parecer poderoso. De otros le ha de venir la autoridad" (V 37, 6). Todo lo que luego se atreverá a sugerir, aconsejar, proponer… será fruto de lo experimentado en tantas ocasiones y de tan diferentes maneras.

 

           5. ¿A quién acude?:


Sería interesante recorrer el “muestrario” de confesores y directores de Teresa de Jesús. En el marco de una gran valoración de la obediencia, desconfianza de sí, certeza íntima en la experiencia de Dios que se le regala, posibilidades y al mismo tiempo trabas establecidas por el engranaje conventual de la época, Teresa se somete, se expone, pero no se entretiene con cualquiera, ni se detiene sin más cuando algo no lo puede reconciliar con la experiencia del corazón y lo que a ella le dice la fe. Necesita ser entendida y busca incansablemente por una especie de fidelidad a Dios que no la puede engañar –ella de sí misma dudaría-.

Algunos nombres de confesores, directores, acompañantes y amigos:

  • D. Pedro Hernández, cura de Becedas, V 5, 6
  • P. García de Toledo
  • El caballero santo, Francisco de Salcedo
  • P. Gaspar Daza, clérigo
  • Diego de Cetina, SJ
  • S. Francisco de Borja, SJ
  • Juan de Prádanos, SJ
  • P. Baltasar Alvarez, SJ
  • S. Pedro de Alcántara, ofm (por mediación de Dª Luisa de la Cerda): será uno de sus grandes consuelos al asegurarle que su vida espiritual, su oración y las gracias son auténticas. Le fortalece y le da gozo y alas…
  • Gaspar de Salazar, SJ
  • P. García de Toledo
  • F. Vicente Barrón, OP
  • F. Domingo Báñez, OP
  • S. Juan de la Cruz, OCD
  • F. Jerónimo Gracián, OCD
  • … … …

Lo que podemos concluir es que Teresa llegará a ser una exquisita y nueva “síntesis” de las grandes escuelas de su momento histórico. Los jesuitas dejarán en ella esa huella que lleva impresa en su arte de diferenciar lo verdadero de lo falso y esa extraordinaria intuición de hacer proceso de transformación o identificación con Jesús; los dominicos seguramente grabarán en su alma ese amor a la Palabra que se encarna y nos humaniza en todas las relaciones, y de forma especial en las comunitarias; los “recogidos” o franciscanos apuntalarán ese modo propio de “entrar dentro de sí” para dejarse mirar y tratar de amistad con quien bien sabe que le ama; la misma corriente de los alumbrados le servirán muchas veces como contrapunto del que se diferencia y a partir del cual se identifica en su camino propio y distinto.

 

II. TERESA VIVE EL TIEMPO DE LA FECUNDIDAD


Teresa, por fin, se atreve a vivir la aventura de la fe en propia carne, ha explorado nuevos caminos de relación con Dios, en medio de la vida. Y Dios suele hacer a hombres y mujeres como ella pioneros en la creación del “nuevo Pueblo de Dios”, formado por todos aquellos que viven la misma aventura, apoyados en la verdad del propio corazón


Teresa encarna “una humanidad enriquecida y fortalecida por su pasión espiritual, por su compromiso con el rostro divino del alma”, que la convierte en un referente para muchos creyentes que despertaron a su lado a una experiencia nueva, llena de sentido y posibilitadora de una VIDA vivida en diálogo abierto y permanente con Dios. Cada persona se siente dignificada por esta Presencia y digna también de NUEVAS RELACIONES, generadas en torno a esta verdad de sentirse HABITADAS. Por eso, su modo de conducirse en la vida, en las contrariedades, en el sufrimiento propio y de los otros/as, se hace PARADIGMA NUEVO y los convierte en guías magistrales en el espesor de la historia, en la oscuridad de la “noche”.

 

  • Comparte y contagia la propia experiencia

 

Teresa de Jesús abre el camino a la comprensión del misterio revelado no sólo por la razón sino por la propia experiencia –que no es gusto, ni emoción,  sino una vía de conocimiento que comporta un contacto personal, físico o no:“Qué diferente es oírlas y creerlas que verlas por experiencia”, nos dice refiriéndose a verdades de  nuestra fe.

Ella sabe que la experiencia genera un conocimiento imborrable que pasa a formar parte de la persona: “Si una vez nos hace el Señor merced que se nos imprima en el corazón este amor, sernos ha todo fácil” (V22,14). Y quisiera que nadie se quedara fuera de este modo de conocer, que es el que hace discípulos del Crucificado.

 

Y no se contenta con invitar a que se haga la experiencia sino que se pone ella misma a contarla. NARRA LA EXPERIENCIA. La originalidad de Teresa es que su discípulo tiene que oírle contar la historia de su amistad con Dios, dejarse impactar por unas cuantas convicciones e ideas maestras suyas, y quedar envuelto en la oración que ella hace realmente a Dios, mientras sigue hablando o escribiendo para el aprendiz o lector. Describe la enorme COMPASIÓN –misericordia- con que siente que el Señor la trata y envuelve a sus criaturas. Porque Él sí que es un verdadero Amante. En este segundo momento de su vida TERESA ESCRIBE PARA CONTAGIAR EL MISTERIO, DESPERTAR LA FE EN UN DIOS QUE NOS HABITA Y SE NOS QUIERE COMUNICAR, TENER CONVERSACIÓN CON CADA UNO DE NOSOTROS/AS.

 

  • Y surge nueva VIDA, que requiere ser cuidada… Este brote de novedad “le obliga” a ACOMPAÑAR a otros/as: grupos orantes; grupos de carmelitas; personajes, amigos y familiares…


Subrayo la expresión “le obliga” porque creo que el arte de acompañar la vida en Teresa no surge por una conciencia de estar capacitada y dotada, preparada, etc. sino de un compromiso con las personas a partir de la vida nueva que nace en ellas. Diríamos que es una consecuencia de lo que está provocando a su alrededor, y una convicción personal sobre la necesidad de discernir juntos lo vivido con Dios para no engañarnos - hoy diríamos que nace de un fondo de inseguridad personal y desconfianza de sí misma que proyecta en los otros, pero ¿qué tiempo se libra de este sello que llevamos en nuestra condición humana?-. Creo que en la finalidad que persigue va incluido: para confirmarnos, reforzarnos, lanzarnos más allá de nuestras torpes imaginaciones…

 

Procuren amistad y trato con otras personas que traten de lo mismo. Es cosa importantísima, aunque no sea sino ayudarse unos a otros con sus oraciones, ¡cuánto más que hay muchas más ganancias! Y no sé yo por qué (pues de conversaciones y voluntades humanas, aunque no sean muy buenas se procuran amigos con quien descansar, y para más gozar de contar aquellos placeres vanos) no se ha de permitir que quien comenzare de veras a amar a Dios y a servirle, deje de tratar con algunas personas sus placeres y trabajos, que de todo tienen los que tienen oración.” (V 7,22).

 

La certeza contagiada por Teresa empieza despertando personas y grupos orantes que la sienten como “maestra de oración”. Acuden a ella, quizás con un afán de novedad y espectáculo unos, pero con verdadera sed de beber de la Fuente otros/as muchos. Le cuentan experiencias en el locutorio de la encarnación o en las celdas de las monjas. Se sienten desvalidos/as por falta de libros y de recursos para orar como ella les sugiere. Y le piden que ESCRIBA para ellos/as, es decir, que ponga una intencionalidad pedagógica en sus narraciones. El Camino de perfección y el libro de Moradas –más doctrinal que el anterior- tienen esta finalidad.

 

“…entendí esto del mismo Dios: Ya sabes que te hablo algunas veces; no dejes de escribirlo; porque aunque a ti no aproveche, podrá aprovechar a otros…” CC 56. "Sabiendo las hermanas de este monasterio de San José cómo tenía licencia del padre presentado fray Domingo Bañes, de la Orden del glorioso Santo Domingo, que al presente es mi confesor, para escribir algunas cosas de oración en que parece podré atinar por haber tratado con muchas personas espirituales y santas, me han tanto importunado les diga algo de ella que me he determinado a las obedecer, viendo que el amor grande que me tienen puede hacer más acepto lo imperfecto, y por mal estilo que yo les dijere, que algunos libros que están muy bien escritos de quien sabía lo que escribe; y confío en sus oraciones que podrá ser por ellas el Señor se sirva acierte a decir algo de lo que al modo y manera de vivir que se lleva en esta casa conviene. Y si fuere mal acertado, el padre presentado, que lo ha de ver primero, lo remediará o lo quemará, y yo no habré perdido nada en obedecer a estas siervas de Dios y verán lo que tengo de mí cuando Su Majestad no me ayuda.

(Prólogo del CP)

 

Ha descubierto una verdad fundante en su historia de mujer creyente que le ha devuelto la vida, ha sanado su condición humana, ha regenerado su ser: Es posible tener conversación con Dios, o, lo que es  lo mismo, su vida tiene interlocutor, compañero y Amigo. Y esta relación con Jesús ha tenido poder para transformar su corazón, su modo de amar, de mirar, de implicarse…

 

Y dedica mucha parte de su tiempo a enseñar a relacionarse con Dios –con Jesús- en la ORACIÓN. Lo primero que hace es definir esa RELACIÖN como trato de amistad. Y en lugar de oraciones, escribe muchas páginas dedicadas a lo que es un verdadero amante“el que en toda parte ama”… Y le pone una condición pedagógica: “estando muchas veces a solas”…La contemplación no se improvisa, el recogerse o centrarse en lo esencial tiene un componente activo, pero es esencialmente pasivo y pide tiempo y espacio, gustar esa soledad que nos desnuda de arrogancias y ambiciones, que nos permite interiorizar la vida, dar calidad a las escuchas y quehaceres... Muy pronto entiende que este acompañamiento requiere “ponerse de acuerdo”, ASOCIARNOS, para enriquecer este camino, darnos luz, ofrecernos verdad y apoyo mutuo:

 

Este concierto querría hiciéramos los cinco que al presente nos amamos en Cristo, que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para ir contra Su Majestad y ordenar maldades y herejías, procurásemos juntas alguna vez para desengañar a unos o a otros, y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios; que no hay tan bien se conozca a sí como nos conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos” (V16, 7)

 

  • Somos únicos para Él en esta relación de amistad, nadie ni nada nos puede suplir… Esta verdad suscita en Teresa la necesidad de comunicarse más personalmente con cada uno de sus amigos/as, hermanas, religiosos, personalidades de la nobleza y del clero…


Su “a solas” no se refiere al intimismo o soledad física, sino al “cara a cara” bíblico. El tremendo “cara a cara” del hombre con Dios que intentamos evitar, eludir, distraer o disimular. El “a solas” de Jesús en el monte o en el huerto. El “a solas” que deja de manifiesto la UNICIDAD de la persona ante Dios: Somos únicos para Él en esta relación, nadie ni nada nos puede suplir. Esta verdad suscita en Teresa la necesidad de acompañar más personalmente a cada uno de sus amigos/as, hermanas, religiosos, personalidades de la nobleza y del clero…, seguir de cerca su vida y su aventura…

 

Conversa, se comunica y permite la libre comunicación, y se hace escritora de CARTAS, que vehiculan un modo de acompañar fresco, vital, sano y hasta divertido…

 

III. MODO TERESIANO DE ACOMPAÑAR

 

De cualquier modo y en todo lo que escriba, dejará bien claro que el espacio donde nos relacionamos con Dios es la VIDA y por eso hay que atenderlo, cuidarlo, dignificarlo y hablar de ello…Teresa acompaña DESDE LA VIDA de cada persona y comunidad, desde la realidad social, política, eclesial y religiosa del momento histórico que viven…

 

Utiliza dos medios privilegiados: la conversación y el carteo. Pero yo me atrevo a decir que la pedagogía fundamental teresiana es la RELACIÓN DE AMISTAD, ésa misma que ella ha descubierto con Jesús y de la que ha podido experimentar su poder transformador. Sólo una nueva relación puede modificar nuestros modos “viciados” de relacionarnos. Sólo cuando conocemos el respeto y la libertad, el empoderamiento y la ternura… nos podemos hacer cargo de nuestras tiranías o sumisiones, nuestros temores  a ser nosotras mismas y nuestras desconfianzas, fusiones o dependencias que nos invisibilizan… Sólo cuando alguien nos toma en serio, hacemos experiencia de lo que significamos para Dios y de lo en serio que Él se ha tomado nuestra condición humana, que no puede menos que habitarla…

 

  • En el CAUCE VERBAL, Teresa despliega la vida y la pasión que la recorren por dentro. Habla y escucha con la misma finura. Seguramente necesitó oírse decir muchas ideas o sentimientos deshilachados antes de poder poner por escrito alguna cosa. El sentido del humor, por ejemplo, necesita este tipo de cauces para sentir la risa o la carcajada; o no es lo mismo leer que una persona está triste que oírle contar los motivos de su tristeza o emoción avalados por las lágrimas…


Caigamos en la cuenta de las largas horas empleadas en el locutorio de la Encarnación, por ejemplo. En los interesantes momentos de celda compartida en los que se va fraguando la idea de un nuevo Carmelo. En las largas estancias en casa de sus amigas como Luisa de la Cerda en Toledo, donde comunica abiertamente lo que lleva por dentro y enciende en cada persona o reaviva secretas nostalgias que encentran en su expresión la palabra o el nombre adecuado para lo que sienten o experimentan.

 

Es muy curioso que en la denuncia que en diciembre de 1575 hace de ella a la Inquisición María del Corro, novicia que no pudo soportar la dureza del Carmelo, lo que se pone en duda es un modelo de espiritualidad que supone largas charlas con la priora y horas meditando en privado. Teresa se defenderá escribiendo dos relaciones en las que explica a sus inquisidores sus experiencias espirituales y el 26 de abril de 1576 esa comunidad queda absuelta por la Inquisición.

 

  • En el CAUCE EPISTOLAR, Teresa pudo encontrar el camino para la actividad de su magisterio y acompañamiento formal de la vida de las nuevas comunidades. Logró consolidar su compromiso a través de la batalla sin ruido de sus cartas, vehiculando en todas ellas la fuerza expresiva de su espíritu, ya fuera en muestras confidenciales de cariño, en consejos tácticos de prudencia y diplomacia, en frases de cordial adulación, autocrítica, opiniones secretas y hasta juicios de personas e instituciones de extrema delicadeza.


No es un epistolario doctrinal ni espiritual: La premisa que regula y motiva el diálogo es: “HABLEMOS”…desde la vida que vivimos porque lo pide la misión que llevamos entre manos y el amor que nos tenemos.


Venimos describiendo ya, en realidad, ese MODO propio de Teresa de Jesús acompañando la vida de muchos/as: Privilegiar la vida como espacio donde nos desenvolvemos y donde Dios se manifiesta a través de todas sus mediaciones, vivir RELACIONES de calidad donde hagamos el aprendizaje del amor verdadero, fundamentar bien el sentido de este camino y ESCRIBIR como vehículo privilegiado de comunicación e intimidad. Pero creo que, para terminar, merece la pena descender a algunos rasgos que concretan y encarnan lo que pudo ser para TERESA DE JESÚS al arte de acompañar desde la clave que se ha querido dar en este encuentro MUJER-SALUD-SALVACIÓN. Una clave importante para entender este modo peculiar, transparente y vital de acompañar a sus amigos/as podría ser: “Todo es lenguaje de perfección” [3]Desde ahí nos acercamos a estas pistas de acompañamiento:

 

1. Teresa se hace verdadera interlocutora, se toma en serio la vida de los otros/as, le duele, le inquieta, se apasiona y hasta se incomoda… ¡ESTÁ VIVA Y SE DEJA AFECTAR!


A Antonio Gaytán,  Segovia, 30 (?) mayo 1574

"Jesús -Sea con vuestra merced el Espíritu Santo, hijo mío. No tengo dicha de tener tiempo para escribirle largo; pues yo le digo que lo es la voluntad y aun el contento que me dan sus cartas, y saber las mercedes que le hace el Señor, que de cada día son mayores. Ahora le paga lo que por acá trabaja.

Vuestra merced no se canse en querer pensar mucho, ni se le dé nada por la meditación, que, si no se le olvidase, hartas veces le he dicho lo que ha de hacer, y cómo es mayor merced del Señor ésa, y se andar siempre en su alabanza y querer que todos lo hagan, es grandísimo efecto de estar el alma ocupada con Su Majestad. Plega al Señor que le sepa vuestra merced servir, y yo también, algo de lo que debemos, y nos dé mucho en qué padecer, aunque sean pulgas y duendes y caminos".

 

A la M. María de San José,  Toledo, 2 julio 1576

"No dirá que no la escribo hartas veces. Haga ella lo mismo, que me huelgo mucho con sus cartas. Ninguna cosa sabía de lo que allá pasa, que nuestro padre escribe muy corto; no debe poder más. Dios sea con ella y la haga muy santa".

 

A don Lorenzo de Cepeda, Toledo, 24 julio 1576

"Harto de mal se me hace; porque el rato que me sobra de cartas, quisiera más estarme a solas y descansar. No parece que quiere Dios. Plega a El se sirva de ello".

 

A María de S. José, 9 de septiembre de 1576

"Jesús. -La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia, hija mía. Yo le digo de verdad que me hacen tanto consuelo sus cartas, que, como leí una y no pensé que había más, cuando hallé la otra me le dio como si no hubiera visto ninguna, de manera que yo me espanté de mí. Por eso entienda que siempre me serán recreación sus cartas. Siempre me envíe en una cédula a lo que la he de responder por sí, porque no olvide algo".

 

Al padre Jerónimo Gracián,  Toledo, hacia diciembre 1576

"Huélgome no esté con vuestra paternidad el padre fray Antonio, porque, como ve tantas cartas mías y no para él, dale mucha pena, según me dice. ¡Oh Jesús, y qué cosa es entenderse un alma con otra, que ni falta qué decir ni da cansancio!"


A D. Lorenzo de Cepeda, 2 de enero de 1577

"No me cansan sus cartas de vuestra merced, que me consuelan mucho, y así me consolara poderle escribir más a menudo; mas es tanto el trabajo que tengo que no podrá ser más a menudo, y aun esta noche me ha estorbado la oración. Ningún escrúpulo me hace, si no es pena de no tener tiempo. Dios nos le dé para gastarle siempre en su servicio, amén".

 

2. Ayuda a tomar conciencia de que su dignidad como  mujeres se ve “acorralada” por un marco sociocultural y religioso que no cree en ellas.

 

No hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa”- y que puede condicionar seriamente la fe en sí mismas. El argumento de Teresa, como tantas otras veces, es poner los ojos en Jesús y aprender de Él, de su modo inclusivo y equitativo. La estrategia, no callar lo que piensa y siente, aunque se sitúe como “pobre mujer y ruin”, y manifestarle su queja dolorida a Jesús:  “No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas, que no hagamos que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto”. “Parece atrevimiento pensar yo he de ser alguna parte para alcanzar esto. Confío yo, Señor mío, en estas siervas vuestras que aquí están, que veo y sé no quieren otra cosa ni la pretenden, sino contentaros. Por Vos han dejado lo poco que tenían, y quisieran tener más para serviros con ello. Pues no sois Vos, Criador mío, desagradecido para que piense yo dejaréis de hacer lo que os suplican; ni aborrecisteis, Señor, cuando andabais en el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad, y hallasteis en ellas tanto amor y más fe que en los hombres, pues estaba vuestra Sacratísima Madre en cuyos méritos merecemos lo que desmerecimos por nuestras culpas. No basta Señor, que nos tiene el mundo acorraladas, que no hagamos que valga nada por Vos en público, ni osemos hablar algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa. No lo creo yo, Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez y no como los jueces del mundo, que –como son hijos de Adán y, en fin, todos varones- no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, Rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porqueveo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean de mujeres.”  (CE 4,1)

 

"Díjome quien me mandó escribir (8) que como estas monjas de estos monasterios de nuestra Señora del Carmen tienen necesidad de quien algunas dudas de oración las declare, y que le parecía que mejor se entienden el lenguaje unas mujeres de otras, y con el amor que me tienen les haría más al caso lo que yo les dijese, tiene entendido por esta causa será de alguna importancia, si se acierta a decir alguna cosa; y por esto iré hablando con ellas en lo que escribiré, y porque parece desatino pensar que puede hacer al caso a otras personas. Harta merced me hará nuestro Señor, si alguna de ellas se aprovechare para alabarle algún poquito más: bien sabe Su Majestad que yo no pretendo otra cosa; y está muy claro que, cuando algo se atinare a decir, entenderán no es mío, pues no hay causa para ello, si no fuere tener tan poco entendimiento como yo habilidad para cosas semejantes, si el Señor por su misericordia no la da". (Prólogo Moradas)

 

3. Es saludable y necesario fundamentar bien nuestra dignidad personal, cuidando la conciencia del DON recibido… ¡Estamos habitadas/os!


LO PRIMERO, LIBRARNOS DE UNA MIRADA SUPERFICIAL, DISTRAÍDA O ENTRETENIDA SOBRE NOSOTRAS MISMAS porque no estamos HUECAS por dentro y, aunque sin letras, llevamos la autoridad en nuestro interior:


Haced cuenta que dentro de vosotras está un palacio de grandísimo precio, todo su edificio de oro y piedras preciosas, en fin, como para tal Señor; y que sois vos la que podéis mucho en que sea tan precioso el edificio, como a la verdad es así, que no hay edificio de tanta hermosura como una alma limpia y llena de virtudes, y mientras mayores, más resplandecen las piedras; y que en este palacio está este gran Rey, que ha tenido por bien ser vuestro Padre; y que está en un trono de grandísimo precio, que es vuestro corazón… Parecerá esto al principio cosa impertinente -digo, hacer esta ficción para darlo a entender- y podrá ser aproveche mucho, a vosotras en especial; porque, como no tenemos letras las mujeres, todo esto es menester para que entendamos con verdad que hay otra cosa más preciosa, sin ninguna comparación, dentro de nosotras que lo que vemos por de fuera. No nos imaginemos huecas en lo interior, que importa mucho (y plega  Dios sean solas mujeres las que andan con este descuido) que tengo por imposible, si trajésemos cuidado de acordarnos tenemos tal huésped dentro de nosotras, nos diésemos tanto a las cosas del mundo, porque veríamos cuán bajas son para las que dentro poseemos. Pues ¿qué más hace una alimaña que en viendo lo que le contenta a la vista, hartar su hambre en la presa? Sí, que diferencia ha de haber de ellas a nosotras, pues tenemos tal padre.”(CE 48, 1-2 o CV 28, 9-10)

 

OFRECERNOS UNA MIRADA CREADORA Y CREYENTE SOBRE NOSOTRAS MISMAS Y SOBRE LOS DEMÁS PARA PODER AFIRMAR QUE SOMOS ALGO PRECIOSO Y VALIOSO:


Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza. Pues si esto es, como lo es, no hay para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues es criatura, basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima… No es pequeña lástima y confusión que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos.” (IM1, 1-2)

 

NO PONGAMOS LA DIGNIDAD PERSONAL DONDE NO ESTÁ… Ana de Jesús recibe, en carta de 30 de mayo de 1582, palabras fuertes de Teresa, que quiere a sus descalzas libres, sencillas y sin pretensiones de un poder puesto al servicio de intereses propios.


"Yo lo he encomendado a nuestro Señor estos días (que no quise responder de presto a las cartas), y hallo que en esto se servirá Su Majestad, y mientras más lo sintieren, más; porque va muy fuera del espíritu de descalzas ningún género de asimiento, aunque sea con superiora, ni medrarán en espíritu jamás. Libres quiere Dios a sus esposas, asidas a sólo El,y no quiero que comience esa casa a ir como ha sido en Beas; que nunca me olvido de una carta que me escribieron de allí, cuando vuestra reverencia dejó el oficio, que no la escribiera una monja calzada… ¿Qué cosa es, madre mía, que se mire en si la pone el padre provincial presidente, o priora, o Ana de Jesús? Bien se entiende que, si no estuviera por mayor, no tenía para qué la nombrar más que a las demás, porque también han sido prioras. A él le han dado tan poca cuenta que ni sepa si eligieron o si no. Por cierto que me he afrentado que a cabo de rato miren ahora las descalzas en esas bajezas, y, ya que miren, lo pongan en plática, y la Madre María de Cristo haga tanto caso de ello; o con la pena se han tornado bobas, o pone el demonio infernales principios en esta Orden. Y tras esto loa a vuestra reverencia de muy valerosa, como si eso le quitara el valor. Désele Dios de muy humildes y obedientes y rendidas a mis descalzas, que todos esotros valores son principios de hartas imperfecciones sin estas virtudes".

 

AYUDARNOS A RECONOCER Y A SACAR EL PODER DE DIOS EN CADA UNA…

 

F 2,7: "¡Oh grandeza de Dios! ¡Y cómo mostráis vuestro poder en dar osadía a una hormiga! ¡Y cómo, Señor mío, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que os aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad! Como nunca nos determinamos, sino llenos de mil temores y prudencias humanas, así, Dios mío, no obráis vos vuestras maravillas y grandezas. ¿Quién más amigo de dar, si tuviese a quién, ni de recibir servicios a su costa? Plega a Vuestra Majestad que os haya yo hecho alguno y no tenga más cuenta que dar de lo mucho que he recibido, amén.


ATENDER A LA SALUD DE NUESTRO CUERPO Y DE NUESTRO PSIQUISMO es también mirar por la dignidad de cada persona".

 

Cta. A María Bautista, 2 de noviembre de 1576, nº15:

"De eso que dice interior, mientras más tuviere ha de hacer menos caso de ello, que se ve claro que es flaqueza de la imaginación y mal humor; y, como esto ve el demonio, debe de ayudar su pedazo. Mas no haya miedo, que San Pablo dice que no permite Dios seamos tentados más de lo que podemos sufrir, y aunque le parezca consiente no es así, antes sacará de todo eso mérito. Acabe ya de curarse, por amor de Dios, y procure comer bien y no estar sola ni pensando en nada. Entreténgase lo que pudiere y como pudiere. Yo quisiera estar allá, que había bien qué parlar para entretenerla".

 

Escribe a María de S. José, el 4 de junio de 1578:

"Hame dado pena ese mal que dice tiene de corazón, que es muy penoso; y no me espanto, porque los trabajos han sido terribles y muy a solas. Ya que el Señor nos ha hecho merced de darle virtud y ánimo para llevarlos, el natural siente. De una cosa se alegre, que en el alma está muy más aprovechada (y crea que no lo digo por consolarla, sino que lo entiendo así), y esto, hija mía, jamás se hace sin que cueste mucho… Esperanza tengo en nuestro Señor que ha de sanar, porque a muchas que les da sanan, y si se deja curar es gran cosa… Holgádome he que mande nuestro padre que coman carne las dos de la mucha oración…"

 

Y en el capítulo 7 de fundaciones, sobre cómo se han de haver con las que tienen melancolía: “Demasía parece dar tanto aviso para este mal y no para otro ninguno, habiéndolos tan graves en nuestra miserable vida, en especial en la flaqueza de las mujeres. ­ Es por dos cosas: la una, que parece están buenas, porque ellas no quieren conocer tienen este mal; y como no las fuerza a estar en cama, porque no tienen calentura, ni a llamar médico, es menester lo sea la priora; pues es más perjudicial mal para toda la perfección, que los que están con peligro de la vida en la cama. La otra es, porque con otras enfermedades o sanan o se mueren; de ésta, por maravilla sanan, ni de ella se mueren, sino vienen a perder del todo el juicio, que es morir para matar a todas. Ellas pasan harta muerte consigo mismas de aflicciones e imaginaciones y escrúpulos, y así tendrán harto gran mérito, aunque ellas siempre las llaman tentaciones; que si acabasen de entender es del mismo mal, tendrían gran alivio, si no hiciesen caso de ello.”. CP 11 “adonde hay caridad y tan pocas, que nunca falte el cuidado de curaros

 

4. Cada persona es única, porque somos únicos para Él en esta relación, donde nadie ni nada nos puede suplir.

 

“NO DEBE LLEVAR A TODAS POR EL MISMO CAMINO” le indica a Ana de S. Alberto[4]:

"Sepa que no pensé que la quería tanto, que me da mucha gana de verla; quizá lo ordenará Dios. Harto se la ofrezco, y tengo acá una satisfacción de que la ha de ayudar en todo, que ninguna pena me da pensar ha de ayudar a esas almas a que sean muy perfectas; mas esté advertida que no las ha de llevar a todas por un rasero. Y esa hermana a quien dio nuestro padre el hábito, llevarla como a enferma, y no se le dé nada que vaya con mucha perfección; basta que haga buenamente, como dicen, lo que pudiere y que no ofenda a Dios. En cada cabo se pasa harto, en especial cuando se comienza; porque hasta fundar la casa tomamos las que podemos, si tienen, por que haya para las otras. En especial, ésa que lo comenzó, era razón. Llévela, mi hija, como pudiere. Si el alma tiene buena, considere que es morada de Dios".

 

PONER EL ACENTO EN LAS VIRTUDES EVANGÉLICAS, nunca en el rigor de las penitencias. Carmelitas de Soria 28 de diciembre 1581, 5-6[5]:

"Miren, mis hijas, cuando entre esa santa, que es razón la madre priora y todas la sobrelleven con comedimiento y amor, que adonde hay tanta virtud no es menester apretar nada, que basta ver lo que ellas hacen y tener tan buen padre, que yo creo podrán deprender. Plega a Dios las guarde y dé salud y tan buenos años como yo le suplico. De que la madre supriora esté mejor me he holgado mucho. Si hubiere menester siempre carne, poco importa que la coma aunque sea en cuaresma, que no se va contra la regla cuando hay necesidad, ni en eso se aprieten. Virtudes pido yo a nuestro Señor me las dé, en especial humildad y amor unas con otras, que es lo que hace al caso. Plega a Su Majestad que en esto las vea yo crecidas y pidan lo mismo para mí".

 

ES UN ARTE LLEVAR A CADA PERSONA DE MODO QUE “NO SE APRIETE EL NATURAL”

Tomasina Bautista 27 de agosto 1582:

"Dios me la guarde, que no tengo lugar de más de pedir a vuestra reverencia que siempre tenga aviso de no apretar a las novicias con muchos oficios hasta que las entienda hasta donde llega su espíritu. Por esa Catalina lo digo, que lo andaba tanto que no me espanto piense no lo podrá llevar. Y es menester piedad en las palabras. Y vuestra reverencia piensa que todas han de tener su espíritu, y engáñase mucho; y crea que, aunque me hace ventajas en la virtud, que se las hago en la experiencia. Por eso, algunas cosas que la advertí, querría no las echase en olvido. Dios me la guarde que, pues van dichas como a mi alma, querría entendiese no son sin causa".

 

5. Conoce bien lo sanador y reconfortante del cuidado mutuo, el apoyo, el empuje, la expresión del afecto sincero, la discusión entre amigas/os, los mil detalles de la vida cotidiana que ponen color y calor en nuestra vida…

 

ACOMPAÑAMIENTO MUTUO PARA  HACER LUZ EN NOSOTRAS, RESPALDAR DECISIONES, APOSTAR DE NUEVO, REVITALIZAR LA ESPERANZA, DEVOLVERNOS CONFIANZA Y SEGURIDAD…

 

V 16, 7:

Este concierto querría hiciéramos los cinco que al presente nos amamos en Cristo, que como otros en estos tiempos se juntaban en secreto para ir contra Su Majestad y ordenar maldades y herejías, procurásemos juntas alguna vez para desengañar a unos o a otros, y decir en lo que podríamos enmendarnos y contentar más a Dios; que no hay tan bien se conozca a sí como nos conocen los que nos miran, si es con amor y cuidado de aprovecharnos”.

 

MUESTRA EL CARIÑO Y AGRADECE LOS PLACERES SENCILLOS Y COTIDIANOS DE LA VIDA…

Carta a María de S José, Toledo, 26 de enero 1577[6]:

"1. Jesús. ­ Sea con vuestra reverencia el Espíritu Santo, hija mía. Y aun yo le digo que pudiera yo poner aquí algunos de los encarecimientos que ellas ponen a nuestro padre, y con tanta verdad, que yo no sé qué tentación me ha dado de quererla tanto; ya voy creyendo que me lo paga. Plega al Señor en encomendarnos mucho a Su Majestad se parezca.

2. Ayer, día de la conversión de San Pablo, me dio el recuero sus cartas y dineros, y todo lo demás, que venía tan bien puesto que era de ver, y así todo llegó bueno. Dios le pague el contento que me ha dado con lo que envía a su madre de nuestro padre, que no ha sido ninguna para tanto, y él gusta mucho de ello. ¿Cómo no la he de querer mucho, que no hace sino hacerme placeres?

…Dios se lo pague, mi hija, amén, amén, amén; y las patatas, que vinieron a un tiempo, que tengo harto mala gana de comer, y muy buenas llegaron; y las naranjas, que regocijaron a algunas enfermas, que aunque no es mucho el mal; todo lo demás es muy bueno, y los confites lo vinieron y son muchos…

7. Yo quisiera responder muy largo a las suyas, que todas las he recibido, y vase mañana el recuero, y ya ve lo que ahí va para nuestro padre. Perdone el porte -que es cosa tan importante- que es menester bueno, y también que vuestra reverencia procure luego con el padre fray Gregorio y se lo pida de mi parte, que envíe alguna persona cierta que se las lleve -Diego si está ahí-, y con brevedad, que él lo hará por amor de mi de buena gana; que si no es con persona muy cierta y que vaya presto, no se sufre darlas a ninguno, que van algunas cartas que, a no ser el recuero tan cierto, no las osara enviar…

11. En gran manera me he holgado de que me dice que está buena; mire que no se trate como sana, no tengamos más que hacer, que me ha dado malos ratos. A la supriora  y a todos y todas me encomiendo. Por el correo escribiré presto, y así no más de que Casilda ha ya hecho profesión.

Dios me la guarde, mi hija, y la haga santa, amén."

 

NO HAY RECATO A LA HORA DE DECIR LO MUCHO QUE LA DEBEN…

 

A las carmelitas de Soria, 28 de diciembre de 1581: "Mucho me consuelo con sus cartas y más de entender por obras y palabras la mucha voluntad que me tienen. Bien creo que aún quedan cortas en pagar lo que se debe a la mía, aunque en el socorro que ahora me han hecho han estado muy largas. Como era grande la necesidad, helo tenido en muy mucho. Nuestro Señor les dará el premio, que bien parece le sirven, pues han tenido para poder hacer tan buena obra a estas pobres monjas (1). Todas se lo agradecen mucho y las encomendarán a nuestro Señor. Yo como lo hago tan continuo, no tengo qué ofrecer".

 

SABERNOS REIR DE NUESTRAS DEBILIDADES…

 

María de S.José , 9 enero 1577, nº 5:

"¡Oh, qué vana estará ella ahora con ser medio provinciala! y ¡qué en gracia me cayó cómo dice con tanto desdén: «ahí envían esas coplas las hermanas»!, y será ella la trazadora de todo. No creo será malo, pues como dice no hay allá quien la diga nada, que, para que no se desvanezca, se lo diga yo de acá. Al menos no quiere decir necedad, ni hacer, que bien se le parece. Plega a Dios que vaya siempre el intento en su servicio, que no es esto muy malo. Riéndome estoy de verme cargada de cartas y qué despacio me pongo a escribir cosas impertinentes. Muy bien la perdonaré la alabanza de que sabrá llevar a la de las barras de oro, si sale con ello; porque en gran manera las deseo ver sin cuidado aunque va mi hermano tan adelante en virtud, que de buena gana las socorrería en todo". 

 

HASTA PARA HARTARSE DE REÑIR CON ELLA LE GUSTARÍA VERLA…

 

Cta. A María de S José, 1 de febrero 1580:

Para la madre priora de San José de Sevilla, carmelita.

"…Yo no sé qué es la causa que con cuantos disgustos me da vuestra reverencia no puedo sino quererla mucho; luego se me pasa todo. Y ahora, como esa casa ha sido la mejorada en padecer en estas refriegas, la quiero más. Sea Dios alabado que así se ha hecho todo tan bien y vuestra reverencia debe estar algo mejor, pues no la lloran sus hijas como suelen… El vestirse túnica al verano es cosa de disparate. Si me quiere hacer placer, en llegando ésta se la quite, aunque más se mortifique; pues todas entienden su necesidad, no se desedificarán. Con nuestro Señor cumplido tiene, pues lo hace por mí. Y no haya otra cosa, que ya yo he probado el calor de ahí, y vale más estar para andar en la comunidad que tenerlas todas enfermas. Aun por las que viere que tienen necesidad también lo digo.

…Bien es que diga ahora se holgaría en saber que la encomiendo al Señor, pues ha un año que no sólo yo, mas en los monasterios hago que lo hagan; y así por ventura se ha hecho todo tan bien. Su Majestad lo lleve adelante.

…Yo quisiera que estuviera allá y también acá hasta ver del todo concluido cosa tan importante….

Por harta buena dicha tuviera pudiera hacer camino el ir ahí por ver a vuestra reverencia y hartarme de reñir con ella, y aun, por mejor decir, de hablarla, que ya debe estar hecha persona con los trabajos…

Holgádome he de ver por estas letras que me escriben las hermanas el amor que la tienen, y hanme parecido bien. En forma me ha sido recreación y holgádome con la de vuestra reverencia.

…He mirado cómo no me envían ningún villancico, que a usadas no habrá pocos a la elección, que yo amiga soy que se alegren en su casa con moderación, que si algo dije fue por algunas ocasiones…

Teresa de Jesús…

En lo que me ha alargado verá la gana que tenía de escribirla".

 

Y EN TODO… ¡UNA CHISPA DE HUMOR!.

 

Carta a María de S. José, 9 de enero de 1577

"Donosa está en no querer que sea otra como Teresa. Pues sepa, cierto, que si esta mi Bela tuviera la gracia natural que la otra y lo sobrenatural (que verdaderamente veíamos obraba Dios algunas cosas en ella), que el entendimiento y habilidad y blandura, de que se puede hacer de ella lo que quisieren, que lo tiene mejor. Es extraña la habilidad de esta criatura, que con unos pastorcillos malaventurados y unas monjillas y una imagen de nuestra Señora que tiene, no viene fiesta que no hace una invención de ello en su ermita o en la recreación, con alguna copla, a que ella da buen tono, y la hace, que nos tiene espantadas. Sólo tengo un trabajo: que no sé cómo le poner la boca, porque la tiene frigidísima y se ríe muy fríamente, y siempre se anda riendo. Una vez la hago que la abra, otra que la cierre, otra que no se ría. Ella dice que no tiene la culpa, sino la boca, y dice verdad. Quien ha visto la gracia de Teresa en cuerpo y en todo, echarlo ha más de ver, que así lo hacen acá, aunque yo no lo confieso, y a ella se lo digo en secreto. No lo diga a nadie, que gustaría si viese la vida que traigo en ponerle la boca. Creo, como sea mayor, no será tan fría; al menos no lo es en los dichos".

 

6. Realismo y libertad para decirnos verdades, para apostar por la utopía, para salvar de la confusión entre lo verdadero y falso de nuestra vivencia espiritual, para descentrarnos o librarnos de querer vivir esta “aventura humana” a fuerza de brazos…

 

NO IDEALIZA EL CAMINO DEL AMOR /AMISTAD

 

CP 7,1: En que trata de la misma materia de amor espiritual, y da algunos avisos para ganarle.

"1. Es cosa extraña qué apasionado amor es éste, qué de lágrimas cuesta, qué de penitencias y oración, qué cuidado de encomendar a todos los que piensa le han de aprovechar con Dios para que se le encomienden, qué deseo ordinario, un no traer contento si no le ve aprovechar. Pues si le parece está mejorado y le ve que torna algo atrás, no parece ha de tener placer en su vida; ni come ni duerme sino con este cuidado (1), siempre temerosa si alma que tanto quiere se ha de perder, y si se han de apartar para siempre, que la muerte de acá no la tienen en nada, que no quiere asirse a cosa que en un soplo se le va de entre las manos sin poderla asir. Es -como he dicho- (2) amor sin poco ni mucho de interés propio. Todo lo que desea y quiere es ver rica aquella alma de bienes del cielo".

 

MIRADA REALISTA SOBRE NOSOTRAS MISMAS

 

F. 5, 16:

"¡Oh válgame Dios, si entendiésemos cuánta miseria es la nuestra! En todo hay peligro, si no la entendemos. Y a esta causa nos es gran bien que nos manden cosas para ver nuestra bajeza. Y tengo por mayor merced del Señor un día de propio y humilde conocimiento, aunque nos haya costado muchas aflicciones y trabajos, que muchos de oración.¡Cuánto más que el verdadero amante en toda parte ama y siempre se acuerda del amado! Recia cosa sería que sólo en los rincones se pudiese traer oración. Ya veo yo que no puede ser muchas horas; mas, ¡oh Señor mío!, ¡qué fuerza tiene con Vos un suspiro salido de las entrañas, de pena por ver que no basta que estamos en este destierro, sino que aun no nos den lugar para eso que podríamos estar a solas gozando de Vos!"

 

OFRECE PAUTAS Y CRITERIOS PARA DISCERNIR UN CAMINO VERDADERO DE ESPIRITUALIDAD, el que nos va transformando

 

Carta a Jerónimo Gracián, 23 de octubre de 1576

"No es maravilla. Mayor se me hace que teniendo tantas ocupaciones Pablo pueda tenerlas con José con tanto sosiego. Mucho alabo al Señor. Vuestra paternidad le diga que acabe ya de contentarse de su oración y no se le dé nada de obras del entendimiento cuando Dios le hiciere merced de otra suerte, que mucho me contenta lo que me escribe. El caso es que en estas cosas interiores de espíritu la que más acepta y acertada es, es la que deja mejores dejos; no digo luego al presente muchos deseos (que en esto, aunque es bueno, a las veces no son como nos los pinta nuestro amor propio); llamo dejos confirmados con obras, y que los deseos que tiene de la honra de Dios se parezcan en mirar por ella muy de veras y emplear su memoria y entendimiento en cómo le ha de agradar y mostrar más el amor que le tiene.

¡Oh!, que ésta es la verdadera oración, y no unos gustos para nuestro gusto no más y, cuando se ofrece lo que he dicho, mucha flojedad y temores y sentimientos de si hay falta en nuestra estima. Yo no desearía otra oración sino la que me hiciese crecer las virtudes. Si es con grandes tentaciones y sequedades y tribulaciones y esto me dejase más humilde, esto tendría por buena oración; pues lo que más agradare a Dios tendría yo por más oración; que no se entiende que no ora el que padece, pues lo está ofreciendo a Dios, y muchas veces mucho más que el que se está quebrando la cabeza a sus solas y pensará, si ha estrujado algunas lágrimas, que aquello es la oración.

Perdone vuestra paternidad tan largo recaudo, pues el amor que tiene a Pablo lo sufre; y si le parece bien esto que digo, dígaselo, y si no, no; mas digo lo que querría para mí. Yo le digo que son gran cosa obras y buena conciencia".

 

OSADÍA PARA HACER APUESTAS UTÓPICAS Y CRECER EN LA VERDADERA HUMILDAD

 

CP 16, 8: Pues tocar en un puntito de ser menos, no se sufre, ni parece se ha de "poder sufrir; luego dicen: «¡no somos santos!». Dios nos libre, hermanas, cuando algo hiciéremos no perfecto decir: «no somos ángeles», «no somos santas». Mirad que, aunque no lo somos, es gran bien pensar, si nos esforzamos, lo podríamos ser, dándonos Dios la mano; y no hayáis miedo que quede por El, si no queda por nosotras. Y pues no venimos aquí a otra cosa, manos a labor, como dicen: no entendamos cosa en que se sirve más el Señor, que no presumamos salir con ella con su favor. Esta presunción querría yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una santa osadía, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de personas".


DISTINGUE ENTRE LIBERTAD Y SUJECIÓN DE ESPÍRITU

 

F 6, 15: "Pues quede entendido de aquí que todo lo que nos sujetare de manera que entendamos no deja libre la razón, tengamos por sospechoso y que nunca por aquí se ganará la libertad de espíritu; que una de las cosas que tiene es hallar a Dios en todas las cosas y poder pensar en ellas. Lo demás es sujeción de espíritu y, dejado el daño que hace al cuerpo, ata al alma para no crecer; sino como cuando van en un camino y entran en un trampal o atolladero, que no pueden pasar de allí, en parte hace así el alma, la cual, para ir adelante, no sólo ha menester andar sino volar".

 

DENUNCIA LA PESADEZ DE LOS MALOS ACOMPAÑANTES DE COMUNIDADES: Prelados pesados que las abruman…

 

Carta a Jerónimo Gracián, 19 de noviembre de 1576

"Jesús sea con vuestra paternidad. Ahora ve V. P. el cansancio de las actas que el padre fray Juan de Jesús deja hechas, que, a mi entender, torna a referir las constituciones de vuestra paternidad; no entiendo para qué. Esto es lo que temo en mis monjas: que han de venir algunos prelados pesados que las abrumen, y cargar mucho es no hacer nada. Extraña cosa es que no piensan es visitar si no hacen actas. Si no han de tener recreación los días que comulgan, y dicen cada día misa, luego no tendrán recreación nunca. Y si los sacerdotes no guardan eso, ¿para qué lo han de guardar los otros pobres?

El me escribe que, como nunca se ha visitado aquella casa, fue menester tanto, y eso debe de ser. En algunas cosas bien debía hacer. Aun sólo leerlas me cansó; ¿qué hiciera, si las hubiera de guardar? Crea, que no sufre nuestra regla personas pesadas, que ella lo es harto".

 

CONTRASTA CON GRACIA Y HUMOR a María Bautista, priora de Valladolid

 

Es recia cosa que piense que todo se lo sabe, y dice que está humilde; y no mira más de su casita, y no lo esencial de todas…”, a la par que le declara el amor que siente por ella y los desvelos que sufre por responder a todas sus cartas".

 

CON DIOS NO SE NEGOCIA BIEN A FUERZA DE BRAZOS…

 

V 15, 6: "Lo que ha de hacer el alma en los tiempos de esta quietud, no es más de con suavidad y sin ruido. Llamo «ruido» andar con el entendimiento buscando muchas palabras y consideraciones para dar gracias de este beneficio y amontonar pecados suyos y faltas para ver que no lo merece. … y bulle la memoria, que cierto estas potencias a mí me cansan a ratos, que con tener poca memoria no la puedo sojuzgar. La voluntad, con sosiego y cordura, entienda que no se negocia bien con Dios a fuerza de brazos, y que éstos son unos leños grandes puestos sin discreción para ahogar esta centella, y conózcalo y con humildad diga: «Señor, ¿qué puedo yo aquí? ¿Qué tiene que ver la sierva con el Señor, y la tierra con el cielo?», o palabras que se ofrecen aquí de amor, fundada mucho en conocer que es verdad lo que dice, y no haga caso del entendimiento, que es un moledor…"

 

7. Teresa hila fino cuando acompaña los momentos conflictivos, de crisis y de sufrimiento, porque sabe cuánto nos puede deshumanizar la vivencia negativa del dolor, o cuánto nos puede llevar a identificarnos con este Jesús a quien seguimos…

 

Carta a las carmelitas de Sevilla, 31 de enero de 1579:

"Jesús. - La gracia del Espíritu Santo sea con vuestras caridades, hijas y hermanas mías. Sepan que nunca tanto las amé como ahora, ni ellas jamás tanto han tenido que servir a nuestro Señor como ahora que las hace tan gran merced que puedan gustar algo de su cruz con algún desamparo del mucho que Su Majestad tuvo en ella… Harta envidia las tengo, y es verdad que cuando supe todas esas mudanzas (que bien encarecidamente se me significó todo) y que las querían echar de esa casa, con otras algunas particularidades, que en lugar de darme pena me dio un gozo interior grandísimo de ver que, sin haber pasado la mar, ha querido nuestro Señor descubrirles unas minas de tesoros eternos con que espero en Su Majestad han de quedar muy ricas y repartir con las que por acá estamos; porque estoy muy confiada en su misericordia que las ha de favorecer a que todo lo lleven sin ofenderle en nada, que de sentirlo mucho no se aflijan, que querrá el Señor darlas a entender que no son para tanto como pensaban cuando estaban tan deseosas de padecer".

 

Carta para la madre Isabel de San Jerónimo y para la madre María de San José, en las descalzas de San José de Sevilla, Carmelitas, 3 de mayo de 1579[7]

"En extremo se me ha doblado el amor que las tenía, aunque era harto, y a vuestra reverencia  porque ha sido la que más ha padecido; mas sepan cierto que, cuando supe que la habían quitado voz y lugar y el oficio, que me dio particular consuelo; porque, aunque veo que mi hija Josefa es harto ruin, tengo entendido que teme a Dios y que no habría hecho cosa contra Su Majestad que mereciese tal castigo".

 

 

8. Finalmente, espera en lo mejor de las personas, insistir en la responsabilidad histórica de nuestras decisiones, “encargarnos, hacernos cargo y cargar” con la vida propia y de nuestros hermanos y hermanas…

 

FORMAMOS UNA CADENA SOLIDARIA… F. 4, 5b-6:

"Teman las que están por venir y esto leyeren; y si no vieren lo que ahora hay, no lo echen a los tiempos, que para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo, y procuren mirar si hay quiebra en esto y enmendarla.

Oigo algunas veces de los principios de las órdenes decir que, como eran los cimientos, hacía el Señor mayores mercedes a aquellos santos nuestros pasados. Y es así. Mas siempre habíamos de mirar que son cimientos de los que están por venir. Porque si ahora los que vivimos, no hubiésemos caído de lo que los pasados, y los que viniesen después de nosotros hiciesen otro tanto, siempre estaría firme el edificio. ¿Qué me aprovecha a mí que los santos pasados hayan sido tales, si yo soy tan ruin después, que dejo estragado con la mala costumbre el edificio? Porque está claro que los que vienen no se acuerdan tanto de los que ha muchos años que pasaron, como de los que ven presentes. Donosa cosa es que lo eche yo a no ser de las primeras, y no mire la diferencia que hay de mi vida y virtudes a la de aquéllos a quien Dios hacía tan grandes mercedes".

 

INVITACIÓN INSISTENTE A DAR CRÉDITO A LA PROPIA EXPERIENCIA Y A ADENTRARSE POR ESTE CAMINO que muchos, y algunos bien letrados, no se cansan en tachar de peligroso, como un modo de vivir cada una su responsabilidad  histórica y su aportación a “otro mundo posible”, más humanizado y dignificado:


"Así que, hermanas, dejaos de estos miedos. Nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia y humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo y creer firmemente lo que tiene la Madre Santa Iglesia, y a buen seguro que vais buen camino. Dejaos -como he dicho- de temores, adonde no hay qué temer. Si alguno os los pusiere, con humildad declaradle el camino. Decid que Regla tenéis que os manda orar sin cesar -que así nos lo manda- y que la habéis de guardar. Si os dijeren que sea vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que decís. Si os dijeren que sí -que no podrán decir otra cosa-, veis ahí donde os confiesa habéis por fuerza de tener oración mental, y aun contemplación, si os la diere Dios". (CE 36, 6 o CV 21, 10)

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

 

Como conclusión de todo lo expuesto me atrevería a decir que el modo de acompañar de Teresa de Jesús es femenino porque se atreve a hacerlo sostenida y alentada por su propia experiencia de mujer que se siente viva, explora caminos nuevos y se adentra por ellos a pesar de que hayan sido escasamente transitados por otros.

 

El modo de acompañar de Teresa es femenino porque su tema favorito es la VIDA que vivimos, la misión que traemos entre manos y eso nos habla de fecundidad y de contagio, de expansión de la misma vida que llevamos por dentro. Se interesa por todo porque “todo es lenguaje de perfección”.

 

En Teresa de Jesús vemos a la mujer que gesta y alumbra VIDA en otros porque el móvil no es otro que el amor que siente por las personas concretas y este amor le hace creer y apostar por lo mejor de cada una.

 

Como mujer, está en contacto con su cuerpo, con sus afectos y movimientos interiores, sabe de laberintos y torpezas, de caminos que llevan a ninguna parte, de la complejidad del corazón humano y de los deseos que nos confunden. Su realismo y libertad humana, le hace sagaz, despierta, insistente, cariñosa y terrible, pero, en definitiva, presente en la vida de los otros y otras que la buscan.

 

Es mujer y gracias a eso se atreve a hablar sin ningún pudor del amor que siente, de las lágrimas que le cuestan las personas que acompaña, de lo inútil, vieja y cansada que se puede sentir a veces, y de la locura irracional que le mueve porque cada uno y cada una haga su aventura personal de la fe, de la relación de amistad con este Dios que no quiere otra cosa que comunicarse con la humanidad.

“HABLEMOS hermanas y hermanos”…Hablemos de la vida que vivimos…

Hablemos porque lo pide la misión que llevamos entre manos y el amor que nos tenemos.



[1] Evelyn Underhill

[2] Tit. 2, 5

[3] Carta a María de S. José, 9 de enero de 1577

[4] Son los comienzos del carmelo de Caravaca, fundado hace año y medio (1.1.1576). Madre Ana es la priora, enviada por la Santa a fundar. Ha consultado a ésta las dificultades caseras (monjas, profesiones, vestimenta, enfermedades..., nuevo edificio) y el grave problema de la casa, pendiente ante el obispado de Cartagena. - La Santa vive las primeras jornadas de ansia, tras la muerte del Nuncio Nicolás Ormaneto. Sigue convaleciente, con su dolor de cabeza que no la deja «escribir mucho de mi mano» y eso que tiene en marcha la redacción del Castillo Interior.

[5] Está de priora en Avila. Tiene enferma «y bien mala» a la supriora y a Teresita. Prepara la fundación de Burgos. ­ De Soria le han escrito; envían ayuda económica, y esperan a una postulante de calidad. ­ La Santa: sumergida en una «baraúnda... de cartas y negocios». Son vísperas de viaje, durísimo viaje invernal a Burgos, a sus 66 años.

[6] «Ayer me dio el recuero sus cartas y dineros». «Quisiera responder muy largo», pero «vase mañana el recuero» y hay que consignarle todo un cartapacio para Gracián. «Por el correo escribiré presto». - Tema de la presente, dar gracias: madre María ha enviado por el recuero de ayer un agnusdei, anime, bálsamo, brinquinillos, patatas («muy buenas»),, naranjas y confites. Ha habido para las enfermas, los amigos y amigas, Isabelita y la propia madre Teresa. «¿ Cómo no la voy a querer mucho (a M. María), que no hace sino hacerme placeres?».

[7] Carta escrita al llegar a su desenlace el doloroso drama de la comunidad de Sevilla. A fines de 1578, tras un proceso difamatorio urdido por el provincial Diego de Cárdenas, ha sido depuesta la priora, María de San José. Para suplantarla, el provincial ha designado una vicaria inepta y poco equilibrada, Beatriz de la Madre de Dios. Se le han asociado, desde fuera el ex­confesor de la comunidad, Garciálvarez; dentro, la recién profesa Margarita de la Concepción. Ahora, el vicario general, Angel de Salazar, ha hecho justicia a la comunidad, deponiendo a la pobre vicaria y nombrando en su lugar a una «inocente» Isabel de San Jerónimo. - La Santa escribe una carta abierta dirigida a la actual vicaria y a la expriora, pero para que la lean a la comunidad, a discreción, y la hagan ver al asesor de turno, el duro fray Ambrosio Mariano. (La carta forma tríptico con otras dos: la 269 a Hernando de Pantoja y la 284 a la comunidad de Sevilla en el precedente momento crítico.)

 

FUENTE: http://www.portalcarmelitano.org/santos-carmelitas-2/teresa-de-jesus-2/itemlist/tag/v%20centenario.html?start=60

 

DIOS DE SANTA TERESA: MADRE, AMANTE, FAMILIA

Por Xabier Pikaza Ibarrondo

 

Acabamos de llegar de la Vigilia de Santa Teresa, de los Carmelitas de la Calle Zamora, en Salamanca, donde nos han presentado unos textos sabrosos, con espacios de silencio meditativo y canto. Al final, nos ha despedido un chocolate con pastas, anunciando el filo de la medianoche.


Llegados a casa, antes de acostarnos, ahora que empieza su día, quiero volver a mi visión del Dios de Teresa, dejando que siga abierto el post anterior del Ciento por Uno (volveré al tema mañana). Éstos son, a mi juicio, los tres signos principales del Dios de Teresa:


  • Dios es Madre-Mujer abundosa, de pechos divinos, un río de vida
  • Dios es Amigo-Amiga, intimidad amante, hermosura soberana, enamorada
  • Dios es finalmente Familia, en la que todos los hombres y mujeres nos unimos.


Teresa ha sido, con el ejemplo de su vida y su palabra, el mejor testimonio de la verdad de esa sentencia de Jesús: Quien se da a sí mismo (quien regala a los demás el Uno de su vida) recibe el Ciento y mil por uno... porque es Dios abundancia, es Pechos-Rio de vida, es Amigo de siempre, Compañero del Alma, es Familia que a todos convoca, en plenitud de y libertad de vida, no en miseria de miedos, castigos, miserias e inquisiciones.


Desde ese fondo quiero evocar tres rasgos de su visión de Dios, , como signo de confesión, de libertad y abundancia cristiana, con Mabel, su amiga, desde San Morales, muy cerca de Alba de Tormes, donde murió un día como hoy, que era entonces 4 de octubre de 1582…, una fecha que, con el cambio de días del Calendario Gregoriano ha pasado a ser el 15 de Octubre.


Felicidades a todas las teresas, y a la familia carmelitana, empezando por el Arenal de Cabrerizos (Salamanca) donde iremos a con-celebrar con las hermanas y con Don Isidro... Buen día para todos los que siguen admirando el testimonio de Dios y de la vida cristiana que nos ofreció en su tiempo Teresa. Ella es buen remedio para los males que nacen de la visión de un Dios Miseria, en el que muchas veces proyectamos nuestros miedos y resentimientos, nuestro gran miedo a la vida.


Confianza en la vida y Abundancia (Divinos pechos, fuente...) es lo que deseo para todos los que creen (creemos) en el Dios-Enamorado (gran Amigo), que quiere crear con/por nosotros la Familia de sus hijos en el mundo (Espíritu divino)


1. Dios, Madre, fuente de Vida


[Dios Vida] Se entiende claro... ser Dios el que da vida a nuestra alma..., que en ninguna manera se puede dudar..., que producen algunas veces unas palabras regaladas, que parece no se pueden excusar de decir: ¡Oh Vida de mi vida y Sustento de mi sustento!... y cosas de esta manera.


[Pechos divinos] Porque de aquellos Pechos Divinos, adonde parece está Dios siempre sustentando el alma, salen unos rayos de leche que toda la gente del castillo conforta, que parece que quiere el Señor que gocen de alguna manera de lo mucho que goza el alma, [Río-Fuente] y de aquel río caudaloso, adonde se consumió esta fontecita pequeña, salga algún golpe de aquel agua para sustentar a los que en lo corporal han de servir a estos dos desposados (Moradas 7, 2, 7).

 

Ciertamente, Teresa sabe que su madre no era Dios, pero fue un signo divino: Río de vida, pechos divinos. Lógicamente, ella ha dado a Dios rasgos divinos y maternos: Fuente del Río de la vida, Pechos hermosos, fecundos...


Están ya el esposo y la esposa (Cristo y el alma, Jesús y Teresa) bien unidos, en desposorio radical, como luego mostraremos. Pero ella no puede olvidar el misterio original divino, que se le muestra en términos vitales (Dios es Vida de mi vida), maternos (unos Pechos que manan gozo y leche que sustenta a los humanos) y cósmicos (fuente original de la que brota agua de gracia y existencia para los humanos, en especial los enamorados).


De la Tierra Madre, que sustenta generosa a los humanos, haciéndoles hermanos, pues deben compartirla, pasamos con Teresa de Jesús a la Madre Personal divina: Creer en Dios es para ella una experiencia original de fe en la vida. Todo es Vida, es Abundancia en Dios, en unos tiempos recios de miseria en los que ella se sentía muchas veces apretada por las necesidades e imposiciones que se le imponían.

Pues bien, ella descubre que Dios no es imposición (no es ley externa, ni juicio de castigo), sino generación vital materna: Fuente de la Vida, Pechos abundantes, acogedores y gozosos, que alimentan a todos los humanos, no sólo al alma interna, sino a “la gente del castillo”, que son las potencias y facultades corporales, todos los pueblos de la tierra.


Ésta es su experiencia vital. La filosofía y ciencia de los letrados con quienes ella vino a conversar a Salamanca resultan secundarias, lo mismo que la teología escolar. ITeresa habla de algo previo a todo razonamiento: del gozo de Ser, de saberse acunada en la Vida, del misterio de esos “pechos divinos” que nos amamantan para así crearnos.


Dios es Nacimiento abundoso: Sólo hay una forma humana de nacer: que alguien nos ofrezca su vida (afecto, amor) y nos siga acompañando en muchos años. Una figura gozosa y fuerte del Padre/Madre es importante para seguir viviendo, para que madure la vida frágil que ha nacido.


Paradójicamente, esta figura de Padre/Madre se encuentra vinculada a la debilidad, al dolor sufriente. De esa forma han presentado a Dios los grandes profetas de Israel (Oseas, Jeremías): como Alguien que sufre amoroso, porque sus hijos se pierden, como Padre que les ama y les llama, esperando, sin poder obligarles. En ese sentido, el poder del Padre/Madre consiste en no tener poder: en renunciar a la imposición, en cultivar la compañía amistosa y sufriente, sin obligar a los hijos desde arriba.


2. Dios, divino matrimonio, amor enamorado. 


[Eucaristía] Pues vengamos ahora a tratar del divino y espiritual matrimonio... A esta persona de quien hablamos (=Teresa de Jesús) se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, y le dijo que

[Matrimonio] era ya tiempo de que sus cosas (de Jesús) tomase ella por suyas y Él tenía cuidado de las suyas (de Teresa) (Moradas 7, 2, 1).


[Pascua] Aparécese el Señor en este Centro del Alma sin visión imaginaria, sino intelectual..., como se apareció a los Apóstoles sin entrar por la puerta, cuando les dijo “pax vobis” (Moradas 7, 2, 3; cf. Jn 20, 21).


Este pasaje recoge la intensa experiencia amorosa de Teresa, que ha recorrido un camino de afecto y entrega total, hasta descubrir que Dios mismo (el Dios de Jesús) es su Esposo y ella su Esposa, y que los dos están unidos en comunión de Eucaristía.

Ésta fue su experiencia al comulgar (vivir uno en el otro), su divino y más hondo "matrimonio", uno en el otro, en conversación de amor:


  • Jesús da su cuerpo y vida a Teresa, es decir, se ocupa de sus cosas, haciéndola fecunda creadora.
  • Teresa da su cuerpo y vida a Jesús, es decir, se ocupa de sus cosas, de manera que no tiene ya que mirar a los "pechos divinos", pues ella misma viene a presentarse como "pechos de Dios", tío de vida.

 

Éste es un desposorio de comunicación divina, en libertad y entrega para siempre, irreversibles, sin que uno sea más o mande sobre el otro, pues los dos ofrecen lo que son (su esencia de vida) uno al otro. Teresa no es ya una niña-mujer que bebe la leche de Dios, sino que se hace mujer fuerte (enamorada), que da leche y vida en una Iglesia que tiende a secarse, en tiempos recios de canónigos, letrados vacíos y miedos de inquisiciones.


Este Dios amigo, que suscita y ratifica todo amor esponsal sobre la tierra, no es ya poder patriarcalista, ni puro don que viene de arriba, sino comunicación enamorada. Sólo aquí recibe su sentido la eucaristía, como expresión de un matrimonio total entre Jesús y los humanos, es decir, entre los humanos que aceptan su camino y responde a la voz de su llamada. Esta es la eucaristía del Jesús resucitado, que se expresa y expande en toda la vida del cristiano, en formas personales de comunicación personal y gratuita, en cuerpo y alma.


Así pasamos del nivel de infancia (el ser humano niño recibe la vida de Dios madre) al de madurez (sólo es ser humano verdadero aquel o aquella que puede compartir y comparte con otros la existencia, en donación gratuita y gozosa, en acogida agradecida y completa).


Quien así entrega su vida y la vuelve a recibir del otro, como regalo de amor, descubre el placer de la existencia, vinculado al gozo del mismo Dios, que se revela en Cristo como Hijo pleno, Dios enamorado. Ciertamente, Jesús es Mesías y Señor, Redentor del mundo. Pero él sólo ha podido expresar y realizar su señorío mesiánico y divino en forma de amor dialogal: ha escuchado y respondido, ha recibido y compartido la vida con los hombres y mujeres de su entorno.


Del Dios materno que cuida generosamente a los humanos (sus hijos) venimos al Dios esponsal y fraterno, que goza en amar y ser amado, en cercanía y comunicación transformadora, que culminan por Cristo en el símbolo eucarístico: sólo un hombre o mujer enamorado/a puede pedir ¡come, bebe, esto es mi cuerpo!, dando al otro y compartiendo con el otro el pan y vino de la vida. Lo que él ofrece no es ya un cuerpo de Madre divina (pechos abundosos, manantial de leche), ni el poder de un padre que planea por arriba, con autoridad dictatorial, sino el rostro y cuerpo humano del amigo/a, que goza y/o sufre a nuestro lado y que nos pide pan o una palabra de conocimiento, dignidad, ternura.


Jesús se ha vuelto así cuerpo ofrecido (se da a sí mismo: eucaristía) y necesitado (quiere que le alimentemos y acojamos en los pobres: cf. Mt 25, 31-46). Dios no se revela, por tanto, en los principios de la totalidad social, que pueden ser manipulados, al servicio del sistema o del estado, tampoco en la intimidad de la pura conciencia, sino en la comunión concreta de amor entre los hombres y/o mujeres de la tierra. Por eso, el símbolo supremo del Dios Hijo en el mundo es el pan y vino compartido: la solidaridad concreta de hermanos y amigos.


De aquel que da pecho a su niño (=madre/padre anterior, ya evocada), pasamos así al Dios de las personas maduras (varones y mujeres), capaces abrir un espacio de solidaridad y compartir el alimento sólido del pan y el vino (cf. 1 Cor 3, 2), en gesto intenso de comunicación humanizadora y amistosa, que se centra en Jesucristo.

En el fondo de ese Dios amigo que es Jesús sigue alentando el Padre/Madre, que le ha enviado y le sostiene: pero ese Dios ya no se encuentra arriba, fuera, como Señor impositivo, sino que es el Mesías encarnado, el compañero que anima a los hermanos en la búsqueda de diálogo y justicia sobre el mundo, el enamorado/a, esto es, hermano del alma, que nos ofrece sin pudor ni imposición su propio cuerpo, dándonos su sangre.


Nuestra iglesia se sabe Madre y Maestra, representante femenina (materna) y autoritaria (jerárquica) de un Padre; así se ha estructurado en formas que parecen piramidales, invirtiendo o destruyendo la más honda novedad del evangelio, expresada por un Padre no paternalista. Pues bien, para ser signo de Dios, ella, la iglesia ha de bajar de su posible pedestal de poder o seguridad sagrada, para compartir con los humanos el riesgo del amor (no hay amor sin riesgo), haciéndose Amiga y Compañera de los hombres y mujeres de la tierra, como fue Jesús.


De esa forma aparece Jesús en la iglesia, como Dios amigo que ofrece y pide cuerpo, para compartirlo en el signo del pan de cada día, en el vino de la fiesta. El pan es cuerpo porque se comparte; el vino es sangre porque se bebe de la misma copa, en señal de compromiso. Pues bien, este Jesús que es Dios del pan y el vino no comienza juzgando a los demás, sino que les escucha; no se arranca dando lecciones a nadie, como si tuviera una verdad infusa, reciba por oráculo de Delfos o por pitonisa de cualquier santuario de la tierra. Jesús acompaña en su camino a los amigos caminantes, aprende con ellos, con ellos comparte su pan y su vino, muriendo si hace falta (e hizo falta) por ellos.


3. Dios Familia, Teresa fecunda


[Apóstoles] Orando una vez Jesucristo Nuestro Señor por sus Apóstoles (Jn 17, 21), dijoque fuesen una cosa con el Padre y el Él, como Jesucristo nuestro Señor está en el Padre y el Padre en Él.


[Universalidad] ¡No sé qué amor puede ser mayor que este! Y no dejaremos de entrar aquí todos, porque así dijo Su Majestad: “No sólo ruego por ellos, sino por todos aquellos que han de creer en mí también” y dice “yo estoy en ellos” (Jn 17, 20.23) (Moradas 7, 2, 9-10).


[Servicio]¿Sabéis que es ser espirituales de veras? ¡Hacerse esclavos de Dios!... Así que, hermanas, para que (vuestra vida) lleve buenos cimientos, procurad ser la menor de todas (las hermanas) y esclava suya (de las hermanas), mirando cómo o por dónde las podéis hacer placer y servir... (Moradas 7, 4, 9).


Del Dios/madre (pechos divinos), del Dios/amigo (matrimonio) pasamos así a la familia de Dios, que son sus apóstoles y todos los hombres... hijos de Dios, hijos de Teresa (su amada), hermanos todos, en familia abundante sobre el mundo.


Al servicio de esa gran familia de Dios quiso fundar Teresa sus casas de contemplaciones, Palomares de Dios para el amor fecundo, para alimentar la unión (la salvación) entre todos los hombres y mujeres de la tierra, empezando por su tierra de Castilla, aquí en Salamanca, pero enviando pronto hermanas y hermanos por Europa y por otros países del mundo.


Pasamos así del matrimonio (unión íntima con Jesús y/o con otros creyentes) a la comunión más extensa de la iglesia, representada por los apóstoles y por todos los creyentes, varones y mujeres. En ellos habita la Trinidad, ellos son Trinidad, siendo signo de Dios sobre la tierra. Esto es creer en Dios, expresar su misterio: abrirse en comunión de amor y servicio mutuo hacia los otros.


En este contexto se puede situar el icono de la Trinidad de Rublev: Sentados a la mesa, en torno a un plato de Cordero (signo de la entrega amorosa de Jesús), que puede estar simbolizado también por el pan y vino compartido, habitan los tres ángeles (hombre-mujeres), que representan la belleza de Dios, la humanidad completa, la familia de los hijos de Dios y de Teresa, reunidos en comunicación vital y personal, palabra y comida: este es el supremo signo trinitario, esta es la iglesia.


Por eso, la Trinidad cristiana es misterio del gozo y gloria que mana del ser fundante (Madre) y se expresa en la vida compartida (unión enamorada), que se convierte en fecundidad universal por el Espíritu, superando así todo egoísmo y toda muerte. El amor de la Madre y del Esposo/Esposa se vuelve fecundidad universal, comunión de todos los hombres y mujeres de la tierra.


No hay al fin dominio impositivo, ni exclusión en este Dios, que no quiere ni puede humillarnos, poniéndose encima de nosotros,sino que ha venido a la tierra, a ser con nosotros (en nosotros), que nos visita y saluda a la caída de la tarde, para quedarse por siempre, como ha sabido Teresa, que es hijo, mujer enamorada, hermana Por eso, al final de este camino, el signo de Dios no es sólo la Madre de pechos de vida hechos fuente, ni el Enamorado del abrazo eterno, sino la Familia entera de los hijos de Dios (amigos, hermanos), reunidos en torno a la mesa, la comida fraterna, pan y vino, entre los hermanos.


Este es un Dios que era, es y vendrá, como ha dicho el Apocalipsis (1, 4). Por eso, conocerle únicamente como Padre/Madre significa quedarse en el principio, no haber recorrido con Él el camino de la vida, en generosidad eucarística. Quien lo haya recorrido, avanzando por los varios paisajes de la historia israelita y cristiana, sabe que Dios acaba siendo todo en todos (cf. 1 Cor 15, 28), libertad y plenitud de nuestra vida, expresada en la fiesta del pan y vino compartido... como quiso y vivió Teresa de Jesús, cuya fiesta hoy celebramos.

 

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2012/10/15/p322892#more322892

Condenan a Cristo, derriban su Iglesia

Por Xabier Pikaza Ibarrondo


"Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo".

 

Es muy posible que estas frases se comprendan de diferentes maneras. Para ello hay que situar la Reforma de Teresa en el contexto eclesial hispano de la segunda mitad del siglo XVI, con sus problemas sociales y eclesiales, económicos y religiosos. En esa línea he querido retomar el programa de Reforma de Teresa de Jesús a la luz del Evangelio y desde la experiencia de nuestro tiempo.

 

Santa Teresa, su visión de Jesús y de la iglesia

 

Dejo a los lectores de Santa Teresa que empiecen interpretando lo que hoy significa "estase ardiendo el mundo"... y, de un modo especial, lo que supone "quieren poner su Iglesia por el suelo". ¿Se podría hoy decir sin más que los que quieren "tornar a sentencia a Cristo" son los luteranos alemanes y los reformados franceses... de manera que debamos iniciar otra contra-reforma católica en sentido anti-protestante? ¿Quiénes son los que quieren hoy poner de nuevo la Iglesia por los suelos? ¿Qué tipo de poderes políticos, sociales o económicos, qué tipo de personas y sistemas?

¿Cómo entender hoy la Reforma de Teresa? ¿Reforma de mujeres que oran ayudando a los fuertes varones que luchan contra los malos gigantes? ¿Qué tipo de Contra-Reforma se puede iniciar hoy, a los 450 años del Monasterio de San José de Ávila?

El tema no es ahora, quizá, el de la Reforma Protestante y la Contra-reforma Católica, sino el de un arraigo fundamental en el evangelio.

 

Teresa de Ávila (segunda mitad siglo XVI) quiso "reformar" la Iglesia, creando monasterios (básicamente de mujeres) donde los cristianos aprendieran a orar y descubrieran por experiencia interior la presencia y obra del Cristo Humano, amigo (a quien debían sentir, ver, revivir). Ésa fue su gran visión, su gran aportación a la Iglesia, una visión que ella misma "puso en marcha", de una forma activa, como mujer, en medio de un mundo y de una iglesia fuertemente patriarcal.

 

Buena fue la experiencia, positiva y radical la tarea de Santa Teresa. Y más positiva aún por cuanto la desarrolló ella misma, como mujer (contra viento y marea, con sus escritos y sus viajas y fundaciones)... La tarea de Teresa nos sitúa ante tres dones y exigencias esenciales de la "reforma cristiana":

 

  • Es una Reforma centrada en la experiencia personal de la humanidad de Jesús (es decir, del Jesús del Evangelio), no en la gloria externa de la iglesia, ni en poderes clericales, ni en grandes edificios y manifestaciones religiosas externas. Ciertamente, Teresa ama a María, la Madre del Carmelo, pero quiere que sus monasterios sean lugares de encuentro personal con Jesús Hombre, el Jesús del evangelio, vivido en su radicalidad.


  • Una experiencia personal para cada uno, es decir, para que cada uno "vea a Jesús" (se vincule con él). Teresa no ofrece su "visión particular", para que otros se fijen en ella, sino que quiere que cada religiosa (cada cristiano) descubra a Jesús y se encuentre con él, de manera que tenga su propia "casa de san José", que es la casa de Jesús, no sólo en su vida oculta, sino en su vida pública. Ésta fue su novedad: Crear espacios (casas de San José) para el encuentro personal de cada cristiano con la humanidad de Jesús (es decir, con Jesús hombre, con el evangelio), en sentido radical.


  • Una experiencia de mujeres... para cambiar a los hombres del conjunto de la Iglesia. Ella quiso "transformar el Cristo a un grupo de mujeres...", para ofrecer así un testimonio de Reforma Radical de Iglesia para todos, en especial para los varones, no sólo de la Reforma Carmelitana, sino de toda la Iglesia. Su trato con obispos y clérigos fue exquisito y exigente... Pero ella, Teresa de Jesús, quiso "reformar" ante todo a unas mujeres, para que, empezando por ellas (con casitas de San José) se pudiera convertir y transformar la Iglesia universal.


"Estáse ardiendo el mundo, quieren tornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo".

 

¿Cómo interpretar hoy esas palabras? ¿Cómo responder hoy a los problemas de la humanidad y de la Iglesia? Santa Teresa, santa de la humanidad de Cristo... puede y debe aparecer en nuestro tiempo como promotora de humanidad cristiana, en comunión, en libertad, en justicia, en apertura al misterio de Dios que es oración... recordándonos que cada uno de nosotros somos Nazaret, lugar de la presencia de Jesús (y de su Madre y San José y del conjunto de la Iglesia).

 

FUENTE: http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php?cat=4747

 

SOBRE MI EXPERIENCIA DE TERESA DE JESÚS

ANDAR EN VERDAD, Hna. General Luisa Ortega Sánchez, CMT.

Se me ha pedido escribir sobre mi experiencia de Santa Teresa de Jesús y me alegra compartir que desde la primera vez que tomé contacto con sus escritos, siendo muy joven, surgió en mi una corriente de simpatía, una gran admiración por esta mujer dotada de un exquisito equilibrio en su trato humano, realista y llena de sentido común. Me encantó su estilo literario tan claro, tan castizo, tan cercano y me acerqué a su rica experiencia y a su mensaje tan profundo e interpelante, de tal modo que Teresa ha llegado a ser para mí, Madre y Maestra de vida, como para todos aquellos que buscan la verdad con un corazón sincero. 

 
Al comenzar a leer el libro de la Vida, cuando describe a su padre, me llamó la atención esta afirmación: Era mi padre…de gran verdad (1,1). Y poco a poco, este tema de la verdad en la Santa, del que habla tantas veces en sus escritos, me fue interpelando e impulsando a vivir la verdad conmigo misma, con los demás y con Dios, suma Verdad. Teresa fue una buscadora incansable de la verdad, una verdad que encontró en la experiencia de conocerse a sí misma, de descubrir a Dios en la relación diaria con Él, y desde allí adentrarse en el conocimiento cuidadoso de los demás.
A medida que crece su amor a Dios, Teresa se siente liberada por Él para andar en verdad delante de la misma Verdad (V 40,3). Experimenta la urgencia de comunicar la verdad de su experiencia, por eso afirma: “Espíritu que no vaya comenzado en verdad, más le querría sin oración” (V 13,16). 


Teresa intenta hablar y relacionarse desde la verdad de lo que vive y del misterio que la envuelve; tuvo una gran facilidad para las relaciones humanas. Siempre escribe para alguien, nunca para si misma. Ella experimentó constantemente la necesidad de relacionarse en profundidad no sólo con confesores o consejeros espirituales sino con todas las personas que trataba, especialmente con sus hermanas de comunidad. Tuvo la capacidad de rehacer las relaciones humanas en su entorno. El amor, en su forma de amistad le hace vivir la comunión, la armonía y la fecundidad, la unidad esencial de la experiencia de Dios en la oración, la convivencia y la misión, como hilo conductor que lo orienta todo hacia Dios.


Otro aspecto que me impacta en los escritos de Santa Teresa, es que al ir relatando su profunda experiencia, la historia de su amistad con el Señor, la mejor forma que encuentra de enseñar a orar, es orando ante el lector, le contagia la gracia de la oración y lo invita a orar con ella, a buscar el proyecto de Dios sobre él.


Se han hecho referencia clásica las palabras de Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi «El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, y si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio» (EN 41). En Teresa de Jesús, el testimonio y el magisterio van de la mano en la enseñanza de la oración. Es maestra de oración, precisamente por ser testigo privilegiado del trato íntimo con Jesús, pero a su vez sabe enseñarnos de manera sencilla el camino. Ella afirma que el aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho (F 5, 2).


Enséñanos Teresa, a andar en verdad delante de Dios y de las gentes de cuantas maneras pudiéremos, en especial no queriendo nos tengan por mejores de lo que somos, y en nuestras obras dando a Dios lo que es suyo y a nosotras lo que es nuestro, y procurando sacar en todo la verdad (6M 10,6).

 

FUENTE: http://carmelopalautiano.org/2011/03/16/nuestra-general-y-teresa-de-jesus/

VIDA QUE AÚN ATRAE

Santa Teresa. Procedencia desconocida. Escogí esta pintura para su presentación en el power point porque su actitud es la de una mujer vital, “echá pa´lante”, como solemos decir coloquialmente. La calavera simboliza el concepto que en el barroco se tenía de lo efímero de la vida, indicando que se debe aprovechar el hoy, porque todo es finito y el momento que malgastemos no se podrá recuperar. Es el "Carpe Diem" de Horacio.

La de Teresa de Cepeda y Ahumada, Santa Teresa, es una vida enigmática que sigue atrayendo desde diferentes disciplinas, cabe destacar la investigación lingüistica y literaria, así como la referida al arte desde sus diferentes modos de representación.
En estos aspectos se basó la conferencia que preparé sobre ARTE Y FEMINISMO EN SANTA TERESA, y que fue presentada por Consuelo Gómez Eguilegor, quien, además de introducirnos en el tema, realizó unos interesantes comentarios acerca de la exposición sobre MUJERES ANTES DE TERESA, la cual se pudo ver en el atrio ("arquitectura efímera") instalado en el patio del Club Atalaya.
 
Cuestiones de trabajo –afortunadamente- me han hecho disponer de menos tiempo para dedicarle al blog. Han sido actividades estimulantes, una de ellas -ya anunciada en la anterior entrada- la charla sobre la percepción que en la actualidad podemos tener sobre esta mujer que pertenece al Siglo de Oro de las letras españolas, ponencia ( Arte y Feminismo en Santa Teresa ) en la que traté aspectos menos conocidos de su vida como el enfoque feminista a través de sus escritos, y el arte visual a través de sus fundaciones.
Teresa de Jesús fue una mujer apasionada y apasionante, con una percepción clara del sentido de su vida entendido dentro de un contexto ubicado en la España de hace cinco siglos. Rompió moldes, sabiendo hacer uso tanto de sus cualidades como de las posibilidades que las circunstancias le deparaban. Demostrando ser una mujer con un concepto de la fe sin hipocresías, depurándolo a partir de los cuarenta años, y con una actividad ejemplar, incluso a día de hoy.

Agradezco a todos los asistentes la grata acogida que tuvo este tema.

Rosa Campos ©

 

¿Feminismo en Teresa de Jesús?

Teresa es una mujer con gran personalidad, que destaca en medio de un mundo predominantemente masculino. Su arrolladora personalidad y la autenticidad de su experiencia mística se abre paso superando todas las dificultades. Ella misma decía que quería que sus seguidoras carmelitas tuviesen una voluntad mayor que de varón.
Pero el interlocutor de Teresa no es el hombre masculino sino que es Dios mismo, y es a Él a quien ha de quejarse de todas las suspicacias que se levantan contra la condición femenina: «No lo creo yo Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez y no como los jueces del mundo, que como son hijos de Adán, y en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa. Sí, que algún día ha de haber, rey mío, que se conozcan todos. No hablo por mí, que ya tiene conocido el mundo mi ruindad y yo holgado que sea pública; sino porque veo los tiempos de manera que no es razón desechar ánimos virtuosos y fuertes, aunque sean mujeres» (C 4,1).

 
Estas palabras del Camino de Perfección tuvieron que ser censuradas por la misma Teresa, para no incurrir en las persecuciones de las inquisiciones masculinas. Pero Teresa tampoco está rivalizando, ni rechaza la figura del varón, como ya hemos visto en su aprecio por los prelados y confesores (sobre todo si son “letrados”), y por su relación entrañable con su padre, su tío y sus hermanos, con algunas figuras de gran importancia para ella, como Pedro de Alcántara, Francisco de Borja, Domingo Bañez... y de manera especialísima y carismática con Juan de la Cruz y con Jerónimo Gracián.

 

Cuestiones para el diálogo y la reflexión: 

 

  1. ¿Se puede definir a Teresa de Jesús como una feminista? ¿En qué sentido? ¿Qué diría Teresa a las feministas de hoy?
  2. ¿Cuál es la concepción de la mujer que tiene Teresa de Jesús? ¿Sirve para el mundo de hoy?

 

FUENTE: http://www.spdd.org/Publicacions/Cursets/CursetSantaTeresa/tabid/282/language/es-ES/Default.aspx?cu=1688