CLAVES FEMINISTAS PARA EL PODERÍO Y LA AUTONOMÍA DE LAS MUJERES

De Marcela Lagarde

Esta es una compilación de mis escritos sobre el libro "CLAVES FEMINISTAS PARA EL PODERÍO Y LA AUTONOMÍA DE LA MUJERES, de Marcela Lagarde y de los Ríos. Hay otras personas que hicieron este mismo ejercicio en la página web llamada NAKAWÉ: el blogs que llamamos MUJER, GÉNERO Y EDUCACIÓN: http://nakawe.jimdo.com/propuesta-de-trabajo/, puedes ir a visitarla y conocer todos los escritos, te los recomendamos.


PROPUESTA DE ITINERARIO PARA DESARROLLAR Y FORTALECER LA AUTONOMÍA DESDE LA TEORÍA FEMINISTA

Por Nancy Olaya Monsalve

 

Un saludo sororo a cada una. Me produce mucha ilusión recomenzar nuestras reflexiones y compartires, esta vez a propósito del libro “Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres” de Marcela Lagarde.

 

La autora nos regala pautas para desarrollar y vivir nuestra autonomía, lo que le da a este texto un carácter práctico y político no sólo teórico. Percibo claramente en él, un camino, un itinerario que conduce a una determinada postura existencial. Por eso, he querido titular mi comentario “Propuesta de itinerario…”. Voy a enunciar algunas pautas para ese proceso, sin la intención de agotarlas.

  •  Comencemos nuestro viaje reconociendo (digo “re” porque este ejercicio al igual que alimentarnos, es una necesidad y una forma de vivir) ¿cuál es mi poder o poderes? ¿cuál es mi fuerza o fuerzas? Volvamos a revisar esas listas o descripciones de nuestro poderío, sobre todo aquellos que hacen relación a al poder transformador, al poder vital y esencial.
  • A la par de lo anterior, debemos implicarnos, si no lo estamos, en las luchas por los derechos como humanas y “como mujeres”. Según la autora, la humanización y liberación de las mujeres pasa por la construcción de su autonomía y ésta por la exigencia de las dos categorías de derechos ¿conozco mis y nuestros derechos? ¿los acerco a mi cotidiano? ¿Acompaño a otras/os?
  • Ahora bien, ¿qué clase de autonomía deseo y necesito construir o fortalecer? Hagamos el ejercicio de nombrarla, visionarla, imaginarla ¿cómo se siente ser esa mujer? ¿cuál es la simbología de mi autonomía? Las narraciones que hagamos deben desafiar el presente y la cultura patriarcal, desafiarnos a nosotras mismas y a nuestros grupos familiares y sociales. Aquí podemos adaptar toda clase de herramientas que nos ayuden a soñar-nos.
  • En esa visión también vamos definiendo ese “conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles” que constituyen nuestra autonomía. Marcela dice: “La autonomía es siempre un pacto social. Tiene que ser reconocida y apoyada socialmente, tiene que encontrar mecanismos operativos para funcionar”. Nuestra compañera Mónica Robledo comentó muy bien este aspecto, yo solo insinúo posibles cuestiones desde la autora que nos ayuden a decirnos, visionarnos: ¿qué sustento económico necesita mi proceso de autonomía? ¿cómo experimento mi sexualidad, debo transformar algunos de sus sentidos? ¿siento mi cuerpo, lo pienso, lo represento o de qué manera lo ignoro e invisibilizo? ¿de quién es mi cuerpo? ¿cuido la salud de mi cuerpo? ¿Cómo estoy comprometida con la mentalidad patriarcal del mundo y de la vida? ¿en mi ética cabe la autonomía? ¿qué normas jurídicas, no jurídicas, implícitas, consuetudinarias, no verbales y sagradas regulan mi vida? ¿Dónde estoy en la capacidad de hacer de la vida una experiencia estética y lúdica? ¿me posiciono como sujeta social, reclamo, reivindico, actúo, propongo, argumento y pacto en espacios privados y públicos? Este análisis vale para cada círculo de relaciones y para cada ámbito de la vida: familia, pareja, amistad, escuela, organizaciones... 
  • Es necesario reconocer la condición de género de las mujeres contemporáneas y reconocernos a nosotras mismas en ella. Marcela Lagarde lo resume en esta expresión: “Ser para los otros y ser para mí” (lo expone en las pág. 45-49). Enunciemos esta contradicción sin dramatizar, más bien haciendo evidente el conflicto: ¿Cuándo y cómo soy invitada a cuidar legítimamente de mí y al mismo tiempo cuándo y cómo se nos reclama colocarnos en función del servicio, la obediencia, el cuidado…? ¿de qué manera estoy resolviendo este conflicto? ¿qué aspecto pesa más hoy en día?
  • A partir de la página 50 la autora invita a escribir la biografía y afirma claramente que: “No hay autonomía sin biografía… para que haya autonomía se requiere repensar la propia vida... Si las mujeres modernas no tenemos biografías no podemos sobrevivir”. Nombrarme, decirme, situarme. Para que este espacio no se quede en un mero ejercicio intelectual, les propongo que compartamos alguna de tantas biografías que hemos escrito o que escribamos una nueva con los elementos que nos brindan estas claves ¿qué les parece? Este ejercicio nos ayuda a visibilizarnos y reconocernos. Es una forma política y ética de situarnos frente al paradigma patriarcal que invisibiliza, excluye, aísla y enajena. A propósito, aún no tenemos todas las fotos… ánimo chicas!!!
  • Pero hay más, Marcela nos invita a escribir la biografía de nuestras fantasías y contestar esta cuestión: ¿convertimos esta capacidad en planes y acciones? O por el contrario ¿la vivimos como una fuga o evasión de insatisfacciones, necesidades y temores? Se trata de darle curso a la capacidad fantástica desde nuestra facultad estética, inventora y emprendedora.
  • Lo anterior se une con la facultad y el derecho de atender nuestras propias necesidades y replantearnos la centralidad de la propia vida. En este sentido ¿qué pactos con las/os demás he construido? ¿qué pactos necesito? Dice la autora: “En la forma tradicional, como seres del no pacto, se espera todo de nosotras… es nuestra obligación natural cumplir con toda una serie de posturales del deber ser”. Cuando me ubico desde la postura del pacto es posible que emerjan sentimientos de culpa, descríbelos y exorcízalos…
  • Desde la pág. 60 Marcela nos invita a realizar un ejercicio con el espejo. Ponte delante de un espejo grande y pregúntate: ¿qué ves? ¿Acaso ves el objeto que han construido en nosotras? ¿te miras con la mirada de otra/o? o ¿ves lo que quieres ver en ti? ¿qué sientes? ¿percibes la que eres o aún ves la que fuiste?
  • Debo abdicar teórica y prácticamente de las formas de pensamiento que conciben el trabajo de las mujeres como negativo cuando “es realizado para sí misma”, o es positivo cuando “es para salvar a otros”. ¿Concibes tu trabajo como una cualidad positiva? ¿disfrutas los bienes materiales y simbólicos producidos por tu trabajo? ¿disfrutas con legitimidad del dinero? ¿tu dinero tiene dueño?
  • Finalmente completo mi biografía con mis especificidades ¿Qué tan específicas, singulares e individuales somos? ¿Cuán mal nos sentimos cuando resaltamos aspectos, valores y poderes propios? Hay un libro hermoso de Mercedes Navarro y Carmen Bernabé llamado: “Distintas y Distinguidas”. En su presentación dicen: “Las mujeres no hemos podido acceder a nuestra singularidad histórica y religiosa, por ello tampoco a una consistencia de género, porque nos ha tapado LA MUJER. Una ilusión, un fantasma inhibitorio que nos pesa como una losa”.
  • Por otro lado, debemos preguntarnos ¿En que soy semejante a las otras mujeres? Cuando contestes no te fijes en el cuerpo, o en la posibilidad de tener bebes… piensa por ejemplo en que compartes con las otras una historia, una posición social semejante, en que no tienes ciertos derechos…

Bueno, hasta aquí me trajo el rio. Me ha servido mucho mirar el texto como un camino, un viaje… con idas y vueltas, retrocesos y recomienzos… una especie de proceso de iniciación en el que se nos exige determinación y coraje para comenzar y permanecer. Que Dios/a nos ayude. Un abrazo para cada una.

 

ASEGURARLE A CADA INFANTE, A CADA JOVEN Y A CADA ADULTA SER EL CENTRO DE SU VIDA

Por Nancy Olaya Monsalve

 

¡Hola todas!!!


Me dispongo a compartir algo de mi reflexión a propósito de la parte del libro de Marcela L. que nos ocupa. Continúo en clave educativa, esta vez, haciendo crítica de la educación que hemos recibido o aquella que aún ofrecemos desde paradigmas tradicionales, patriarcales y/o autoritarios. Hay un cuento de Clarissa Pinkola Estés de su libro "Mujeres que corren con los lobos" con el que quiero ilustrar lo que plantea M. Lagarde en esta parte de su libro y que deseo resonar. Aunque se haga largo lo transcribo, omito algunas partecitas para acortarlo:


 "Un hombre fue a casa del sastre Szabó y se probó un traje. Mientras permanecía de pie delante del espejo se dio cuenta de que la parte inferior del chaleco era un poco desigual. - Bueno no se preocupe por eso - le dijo el sastre - Sujete el extremo más corto con la mano izquierda y nadie se dará cuenta.

 Mientras así lo hacía, el cliente se dio cuenta de que la solapa de la chaqueta se curvaba en lugar de estar plana. - Ah ¿eso? - dijo el sastre - Eso no es nada. Doble un poco la cabeza y asísela con la barbilla.

 El cliente así lo hizo y entonces vio que la costura interior de los pantalones era un poco corta y notó que la entrepierna le apretaba demasiado. - Ah, no se preocupe por eso - dijo el sastre - Tire de la costura hacia abajo con la mano derecha y todo le caerá perfecto. El cliente accedió a hacerlo y se compró el traje.

 Al dia siguiente se puso el nuevo traje, modificándolo con la ayuda de la mano y la barbilla... dos ancianos que estaban jugando a las damas interrumpieron la partida para verle pasar ranqueando por delante de ellos. - ¡Oh, Dios mío! - exclamó el primero hombre - ¡Fíjate en este pobre tullido! - El segundo hombre reflexionó un instante y después dijo en un susurro: - Sí, lástima que esté tan lisiado, pero lo que yo quisiera saber... es de dónde habrá sacado un traje tan bonito -".


 Desde la sicología profunda ese hombre, somos nosotras, es nuestro animus lisiado, incapaz de iniciativa, de realizar actos premeditados y autónomos. Marcela habla de cómo la cultura patriarcal nos ha hecho creer que en la vida de las mujeres hay cosas imponderables, imposibles, inalcanzables para nosotras... renqueamos, cojeamos y nos sumergimos en un mundo de pasividad y auto-descuido.


 Fuimos educadas y educamos para ser madres, cuidar de otros (aunque ni siguiera somos capaces de cuidar de nosotras mismas), nos convirtieron en cuidadoras y hacemos lo mismo con las niñas y las jovencitas de nuestros espacios educativos. Es hora de enseñar el autocuidado, es hora, bien lo dice Marcela Lagarde, de asegurarle a cada niña a cada mujer ser el centro de su vida, con nombre propio, con espacio propio, con reconocimiento y capacidad para elegir. 


¿Caben en las competencias que desarrollamos aspectos como el autocuidado, la protección de los propios intereses y la capacidad de mantenerse en el centro de la propia vida? En este sentido, la autora da algunas claves, solo las señalo:


  • Diferenciar entre soledad y desolación. Vivir la soledad como capacidad de crear espacios de "UNA" en los que no hay intermediarios entre yo y mi subjetividad y sentirme ¡MUY  bien!!!
  • Convertir mi soledad en un espacio de pensamiento propio, de afectividad, erotismo y sexualidad propias, no para otros/as. Llenar ese espacio con creatividad, goce, reflexión, protagonismo... sin soledad no desarrollaremos la autonomía... ¡mmm se dice rápido!!!
  • Separación y distancia emocional y sicológica. Se trata de construir límites, respetar nuestros límites y los de los demás. No ser invasoras, no ser quejetas, no fusionarme, no poblar con palabras el silencio. En positivo: ampliar mi experiencia de subjetividad... ¡para mí, aquí y ahora!!!
  • Resistir la dominación sobre nuestra personalidad y subjetividad. Vivir la propia vida es la creación más importante que se pueda hacer.
  • Capacidad para decidir. Desarrollar alternativas, inventar, ser interlocutoras...
  • Construir sororidad. Ya lo hemos dicho, debemos reconocer y legitimar la autoridad de las otras mujeres y entablar una relación entre nosotras de mutuo reconocimiento.
  • ... ... ...

Bueno, hasta acá. Es una sección muy rica e iluminadora. Espero que nos esté ayudando como lo está haciendo conmigo. Les envío un abrazo.

 

UNA NUEVA ÉTICA DESDE EL MODO DE SENTIR Y ACTUAR DE LAS MUJERES

Por Nancy Olaya Monsalve 


Hola queridas, me disculpo por la demora en compartir mi escrito. Más vale tarde ¿verdad? Ahí va.


 No me detendré en aspectos como los prejuicios que ampliamente toca la autora y que están ya comentados por todas nosotras en el blog. Más bien, voy a plantear desde la autora, las líneas de una ética desde el feminismo. Recordemos que a grandes rasgos, la ética es el estudio del arte de vivir bien y se refiere entonces a lo "bueno", "malo", "correcto" e "incorrecto" referido a la acción, decisión o incluso a la intención de quien decide y actúa.


¿Qué es lo bueno y correcto para las mujeres en el patriarcado? ¡Ya lo sabemos de sobra!!! Abrámonos a otra clase de ética, alternativa y centrada en el modo de sentir, decidir y actuar de las mujeres. Marcela nos permite entrever algunas claves: 

  • La conversión (vuelta) hacia si misma, expresada en el AUTOCUIDADO.
  • La atención a los propios deseos: nombrándolos, clasificándolos y priorizándolos ¿cuáles liberan y cuales oprimen? ¿cuáles conducen a la centralidad de nuestro yo?, etc.
  • El desarrollo de la conciencia de lo que puedo, es decir del poder real, sabiendo que ese poder es susceptible de desarrollo y evolución.
  • El reconocimiento de las NECESIDADES para buscar recursos y poderes para alcanzar este vivir desde esos principios éticos.
  • Y lograr la concordancia entre lo que deseo-quiero-puedo y hago. Lo que implica no solo fuerza de voluntad, sino además y sobre todo: conocimientos, recursos, conciencia y acciones puntuales y eficaces.

La imagen de mujer que se deriva de esta ética es bien distinta a la tradicional-patriarcal. Permítanme citar a Elizabeth Johnson: "Las mujeres son personas humanas con capacidad de acción moral, con toda la libertad y responsabilidad que ello implica. Antiguas y androcéntricas definiciones de las mujeres como esencialmente pasivas han sido superadas en este impulso hacia la AUTONOMÍA MORAL (de las mujeres), conseguida merced a la lucha y a la acción creativa. Al mismo tiempo, la ética feminista renuncia a la visión del agente moral aislado, tan apreciado en la concepción masculina". Por eso encuentro tan coherente la propuesta de plantear la ética en relación con las/os otras/os en esta tercera parte del libro. Las características de esta ética relacional ya algunas de Ustedes las han comentado muy bien, solo quiero recordarlas:

  • La equivalencia
  • La equipolencia
  • LA equidistancia
  • La equifonia
  • La equipotencia  

Estas características se desprenden del modo como se relacionan las mujeres entre sí, con los demás y con lo demás. En las relaciones de mujeres y entre mujeres existe la mutualidad, la interdependencia, la corresponsabilidad, la valoración mutua, la confianza, el respeto y el afecto, etc., etc., etc.; se renuncia a la competencia, el dominio y a las actitudes de superioridad.


En síntesis, la persona no se construye desde la oposición como lo fue y es en el sistema androcéntrico, sino desde la autonomía relacional y de comunión con las otras/os. ¿Suena familiar? Pues tiene que sonar familiar, allí radica el centro de la espiritualidad teresiana ¿verdad? Un abrazo a cada una y cada uno.